REVISTA SOLO AVES & PORCINOS EDICION 42: ANALISIS/ PRODUCCION PORCINA PASADO, PRESENTE Y FUTURO

REVISTA SOLO AVES & PORCINOS EDICION 42: ANALISIS/ PRODUCCION PORCINA PASADO, PRESENTE Y FUTURO

Por Ing. Agr. Patricia Laner*

Hasta 1990, la producción de cerdos en Argentina se realizaría como una actividad secundaria dentro de la explotación agropecuaria, principalmente por pequeños productores localizados en zonas donde el cultivo de maíz (principal insumo) sería preponderante. La actividad adquiría distintos niveles de relevancia de acuerdo al comportamiento de la ecuación de precios grano-carne. Los índices productivos que alcanzarían  la mayoría de los productores porcinos de Argentina se hallarían muy por debajo de los niveles de países con tradición porcina.

El mercado del porcino en la Argentina se caracterizaría por ser errático e inconstante, a través de la frecuente entrada y salida de operadores de todos los niveles. Esto se reflejaría en ciclos marcados en cuanto a precios y volúmenes comercializados. Cada uno de ellos tendría una duración variable de entre 4 a 6 años. Los mismos abarcarían de 2 a 3 años, con volúmenes descendentes en la producción comercializada y con  precios ascendentes;  en la fase siguiente, un período similar con volúmenes decrecientes de producción comercializada y precios. Estos ciclos actuarían como factor desalentador para la producción, ya que impedirían la realización de inversiones a largo plazo en la actividad y el logro de un progresivo aumento tecnológico.

A partir de la década de los 90, se empezaría a incorporar tecnología, de la mano de inversiones principalmente en granjas de alta productividad, por otro lado, la escasa o nula rentabilidad estaría afectada por el tipo de cambio fijo y la fuerte competencia de carne porcina y subproductos provenientes desde el exterior, principalmente de Brasil.

La implementación por parte del Gobierno Nacional del llamado Plan de Convertibilidad (1$ = 1U$S)  produciría una atenuación de los llamados “ciclos porcinos” y a la vez, una difícil y traumática reconversión del sector.

Pasar de producir en una economía caracterizada por una alta inflación y cierre de los mercados, a una economía estabilizada y abierta, supondría manejar conceptos como eficiencia, calidad y competitividad.

 La incorporación de genética de alto rendimiento, la formulación de raciones equilibradas, la necesidad de intensificar los sistemas productivos, el lograr índices de productividad acordes a los países más desarrollados en este tipo de producción, pasarían a ser objetivos en alcanzar para la mayoría de los productores.

Se podría  aclarar que, hasta el año 1985, Argentina sería autosuficiente en carne de cerdo, y es recién a partir del año 1992 donde adquiría relevancia en los volúmenes importados. Las sucesivas devaluaciones de la moneda brasileña y la paridad cambiaria de1:1 del peso argentino con el dólar no sólo alejarían aún más las posibilidades de competencia de la producción local, sino que también expondrían a la industria nacional a una competencia desigual, al incrementarse fuertemente la entrada de productos terminados a valores inferiores a los nacionales. La salida de la convertibilidad en 2002 le abriría nuevas perspectivas al sector porcino de Argentina. El encarecimiento de las importaciones se traduciría en un incremento del precio del cerdo en el mercado interno, lo cual contribuiría a una mejora sustancial en la rentabilidad de la actividad primaria. En la actualidad atravesaría una de las etapas más favorables  con costos de producción inferiores a los principales países productores. Esto haría que se traduzca en un incremento de la producción, llegaría a niveles cercanos al autoabastecimiento y con una tendencia creciente de sustitución de importaciones. La situación resultaría más compleja por el lado de la industria. El encarecimiento de la materia prima traería un aumento significativo de los costos industriales que sólo podrían ser trasladados en parte al precio del producto terminado, afectando la rentabilidad de la industria. Para evitar que los cambios de escenarios se traduzcan en problemas insalvables que afectarían  a la producción primaria y/o a la industria, resultaría esencial la incorporación del concepto “Cadena Agroalimentaria de Valor”. Es imperioso que se comprenda que para que una actividad crezca, sería necesario que todos los que intervienen en ella, desde el productor primario hasta el comerciante minorista, deberían obtener rentabilidad agregándole valor al producto. Si los objetivos y los beneficios no se compartirían, algún eslabón se podría cortar, y más allá de ganancias temporarias, a la larga se perdería toda la cadena .

Los factores que habrían contribuido a establecer un horizonte de mayor certeza y optimismo en el futuro de la actividad; condiciones estas no suficientes, pero muy preciadas a la hora de decidir invertir en el sector serían:

    La política monetaria del Gobierno Nacional, tendiente a mantener un tipo de cambio alto a fin de potenciar la competitividad exportadora de Argentina;

El reconocimiento desde el ámbito oficial, de sector estratégico por sus posibilidades de desarrollo y crecimiento;

El trabajo mancomunado público-privado a fin de desarrollar una cadena sustentada en la sanidad y la calidad;

Las perspectivas de crecimiento de la demanda de carne porcina nacional: en el mercado interno reemplazando importaciones y como sustituto natural de la carne bovina, en un escenario probable de crecientes volúmenes de exportación de esta carne. En el mercado externo, la posibilidad de acceso que brinda el actual status sanitario.

 

En relación a la situación actual podríamos  decir que se ve un futuro prometedor, el precio del porcino puede subir, la demanda se mantendrá y la  comercialización de la carne  puede tener un amplio margen, haciendo que el  productor pueda mejorar y siga vendiendo.

Hoy en el país se consume entre 7/ 8 kg  por habitante, muy por debajo de la media mundial, vale aclarar que el 43,2% de carne que se consume en el mundo es de cerdo, contra el 32,8% de carne aviar y el 24,2% de  bovinos por  lo tanto  para que el consumo de cerdo en nuestro país  aumente un kilogramo, la producción tendría que  aumentar en un número de 20.000 madres más, valor que por ahora es difícil pero no imposible para el futuro de alcanzar.

Es importante decir que todavía  en la Argentina se hablaría de productores de cerdo y no de producción de carne de cerdo.

Un escenario expansivo  exigiría condiciones de estabilidad y previsibilidad macroeconómica y una estrategia integral que permitiría  mejorar al sector,como calidad y precio ,status sanitario, promoción ,disminución en las barreras comerciales y también se necesitaría que se facilitara  la reconversión productiva por medio del financiamiento y la capacitación entre otros .

Como dato se establecería que en el 2020 solo podrían competir como productores de proteína animal aquellos países que puedan autoabastecerse en granos y en  reservas de agua potable, entre ellos estarían  Brasil, Estados Unidos y Argentina esto nos daría una visión prometedora para el futuro de la producción porcina en nuestro país.  

  *Adjunto III Facultad de Ciencias Agrarias

   Universidad de Belgrano

 

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