La comercialización de carnes post Covid-19
El impacto de la pandemia en los patrones de producción y consumo obliga al sector cárnico a repensar sus modelos de mercado teniendo en cuenta exigencias nutricionales, ambientales y de bienestar animal.
Por: Lic. Amalie Ablin*, Licenciada en Ciencia Política, Graduada Programa de Capacitación Ejecutiva en Agronegocios.
?Foto: Banco de imágenes
La propagación durante 2020, con carácter de pandemia, del virus denominado COVID-19 alteró globalmente la vida y actividades cotidianas de millones de personas a nivel mundial incluyendo, en muchos casos, su dieta habitual, una variable particularmente afectada ante las interrupciones en la cadena de suministros de alimentos, la intimidante cobertura de algunos medios de comunicación en materia de seguridad alimentaria y el cierre generalizado del sector de restauración, aspectos que han afectado el comportamiento nutricional de los consumidores. Dada esta situación cabe preguntarse cuál es el impacto previsible de la presente pandemia sobre los patrones de consumo de carnes a mediano plazo, contemplando tanto la evolución de los mercados de proteínas animales como las nuevas tendencias de los consumidores al respecto.
En relación con el primer aspecto, las proyecciones para la década en curso producidas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) coinciden en prever que los precios de la carne vacuna -aquella históricamente de mayor interés comercial para Argentina- caerán en el corto plazo a nivel mundial, debido a la creciente oferta de los principales países productores. Las mismas estimaciones indican que a medida que el nivel de la producción tienda a desacelerarse, disminuyendo la tasa de crecimiento de la oferta, las cotizaciones comiencen a recuperarse lentamente.
Con carácter general, se espera que las ventas de los diversos tipos de carne crezcan a nivel mundial 12% hacia 2029, lo que conlleva una contracción en el crecimiento del comercio del sector a una tasa anual promedio cercana a 0,6%, en comparación con el 3% de incremento verificado en la década precedente.
Por otro lado, se espera que la participación de la producción total de carnes aumente ligeramente durante el período analizado (hasta el año 2029), contándose con que la participación de las tres mayores regiones exportadoras combinadas (Brasil, la Unión Europea y los Estados Unidos) concentren casi 60% de las exportaciones cárnicas mundiales al finalizar la década. Por su parte, se espera que los países exportadores tradicionales de América Latina mantengan una elevada participación en el comercio internacional de aquellas especies en las que se destacan tradicionalmente.
En lo que concierne a las carnes vacunas, los informes citados prevén en cualquier caso la continuidad del crecimiento de su consumo durante los próximos diez años en razón de la sostenida demanda del continente asiático, y de la República Popular China (RPC) en particular como único país que viene registrando un aumento del consumo per cápita para dicho alimento, habiéndose convertido en el primer importador mundial del mismo.
En el corto plazo se prevé que la oferta de los diversos tipos de carnes continúe presionada por el impacto de la peste porcina africana presente en Asia continental, así como la reducción del rodeo bovino en Australia debido a condiciones climáticas adversas derivadas de una histórica sequía. Sin embargo, se estima que a partir de 2021 dichos factores tenderán a estabilizarse, lo que permitiría una recuperación gradual de la producción mundial -en particular de carne bovina- liderada por Argentina, Brasil y Estados Unidos. Así, en este último país se espera que la producción avance como derivación de un mayor peso de las reses, resultante de los decrecientes costos de alimentación, en consonancia con un creciente volumen de faena. Por su parte, se aguarda que el crecimiento de la producción se vea beneficiado en Brasil por una oferta proteica destinada a la alimentación animal abundante y relativamente barata, combinada con una creciente disponibilidad de pasturas, todo lo que redundaría en ganancias de productividad, trasladadas a su vez a nivel internacional por la progresiva devaluación del Real.
Consumo futuro
Los diversos análisis citados apuntan a que el consumo de carne vacuna mundial aumente durante los próximos diez años, hasta representar el 16% del incremento total del conjunto de variedades cárnicas, aunque sin olvidar que el consumo per cápita en los países en desarrollo se mantenga restringido sólo a un tercio del registrado en aquellos desarrollados. No obstante, Asia sería la única región en la que se prevé un aumento del consumo de carnes per cápita, en contraposición con diversos países tradicionalmente caracterizados por un elevado consumo de carne vacuna que puedan disminuir el mismo para volcarse a las carnes de cerdo y pollo en razón de sus menores precios. Así, las entidades mencionadas proyectan que la producción mundial de carne vacuna aumente en 6 millones de toneladas hacia 2029 respecto del nivel actual, proviniendo más del 80% de dicho volumen adicional (casi 5 millones tons) de los países en desarrollo.
En lo que concierne a Argentina, las exportaciones de carne bovina registraron en 2020 un incremento de volumen de 6,5%, alcanzando el récord histórico de 900.700 toneladas -res con hueso (equivalentes a 616.200 tons peso producto)-, correspondiendo 86% a cortes congelados y 14% a enfriados, según informa la Cámara de la Industria y Comercio de las Carnes (Ciccra). No obstante el incremento de volumen señalado, el valor de las exportaciones se redujo 12,5% -casi U$S 400 millones por debajo de 2019- hasta superar apenas los U$S 2.700 millones con motivo de la reducción de los precios promedio obtenidos en la RPC, principal mercado para la carne argentina en dicho período, que se vieron reducidos en casi una cuarta parte de su valor al caer de U$S 4.800/ton en 2019 a U$S 3.700 en 2020.
En cualquier caso la RPC absorbió tres cuartas partes de las exportaciones totales de carnes vacunas argentinas durante 2020, al adquirir 462.300 tons (peso producto), lo que significó un incremento del 8% en volumen por valor superior a U$S 1.700 millones, monto inferior en 17% respecto a 2019. Los restantes destinos por su relevancia -que nuclearon con la RPC casi 90% de las exportaciones) correspondieron a Chile (32.600 tons) por U$S 183 millones, Israel (21.800 tons) por U$S 190 millones, Alemania (21.800 tons por U$S 196 millones y E.E.U.U. 20.000 tons) por U$S 98 millones.
Cabe destacar que los cortes de carne habitualmente destinados a China se concentran en el “garrón y brazuelo” (cortes de bajo precio, muy poco utilizados en nuestro país por su bajo rendimiento nutricional) y la tortuguita y el cuello, todos segmentos con muy reducida demanda doméstica. Sin embargo, debe remarcarse que durante 2020 por primera vez se incorporaron incipientemente con destino a la RPC ciertos cortes más valiosos -algunos provenientes incluso del cuarto trasero- tales como los bifes ancho y angosto, marucha, bola de lomo, nalga, carnaza y peceto. Asimismo, la apertura en 2020 del ingreso al mercado chino de carne con hueso explica el elevado volumen de cortes congelados alcanzado por las exportaciones al mencionado país.
No obstante esta voluminosa demanda, las autoridades chinas denunciaron hacia fines de 2020 el presunto descubrimiento de rastros de COVID-19 en el empaque externo de ciertos envíos de carne argentina. Ello obligó a SENASA a implementar análisis clínicos adicionales para el personal involucrado en el manipuleo de la carga, así como la desinfección de cajas y contenedores, aunque en todos los casos se refutaron los cargos formulados por las autoridades sanitarias de la RPC, sugiriéndose que las eventuales contaminaciones se habrían producido al arribo de la mercancía a destino.
En el contexto reseñado de retos y oportunidades comerciales puede evaluarse que el sector argentino de ganados y carnes sigue respondiendo eficientemente a la pandemia, logrando mantener su nivel productivo así como garantizar su cadena de suministro mediante la aplicación de adecuadas medidas de prevención que le permitieron continuar el nivel regular de abastecimiento de sus mercados nuevos y tradicionales, e incluso superarlo.
En otro plano, cabe analizar los cambios registrados en las preferencias de los consumidores a nivel mundial, y en particular en los mercados asiáticos, dada su renovada relevancia. La significativa demanda china refleja una mayor “occidentalización” de sus gustos y, por ende, permite anticipar un crecimiento futuro de la demanda de carnes vacunas, que se verá seguramente complementada en forma paralela con la adquisición de un mayor volumen de granos destinados a la nutrición animal de las especies allí criadas, mayormente porcina y aviar. En efecto, las proyecciones de FAO para la zona Asia-Pacífico preveían un incremento de 56% en la demanda de alimentos entre los años 2014 al 2021, aspecto en buena medida verificado.
Nuevos mercados
En particular, el florecimiento de la nueva clase media urbana en la RPC genera una demanda creciente de productos cada vez con mayor valor agregado, dirigidos a sectores de creciente poder adquisitivo, que también garantizan la calidad e inocuidad sanitaria. Igualmente, puede mencionarse que la “barbacoa coreana” se expande en el marco de esta tendencia, al mismo tiempo que cabe esperar un mayor crecimiento de la oferta de carnes refrigeradas hacia China, como así también de productos procesados. Finalmente, también los innovadores productos definidos como “snacks cárnicos” -por ejemplo en forma de carne seca, o aperitivos de carne de ternera en envases de aluminio listos para consumir- presentan buenas expectativas comerciales, en particular aquellos que puedan exhibir positivas credenciales nutricionales.
Dados los cambios señalados por parte de los consumidores, una expansión de los mercados a satisfacer requerirá sin duda de la adopción de un adecuado marketing para los productos cárnicos, el cual deberá contemplar las nuevas formas de comunicación al presente generalizadas. En efecto, la pandemia nos ha introducido en un mundo cada vez más digitalizado. Las redes sociales se han convertido en el nuevo territorio donde deben explorarse las oportunidades para fortalecer la imagen de los productos ofertados, evaluando con precisión las expectativas de los consumidores para poder concretar acciones de promoción efectivas y una progresiva fidelización.
La promoción comercial deberá tener en cuenta las exigencias y demandas cada vez más específicas de los diversos segmentos de consumidores, de forma de poder definir estrategias de posicionamiento que contemplen los variados argumentos emocionales propios de la pandemia y su superación. En particular la salud, la calidad organoléptica, los aspectos nutricionales y su vínculo con el deporte, etc., constituyen elementos que podrían servir como ejes de campañas que permitan un acceso más amigable y empático a los singulares segmentos de variados mercados. Un ejemplo de ello puede observarse en el reciente avance del volumen de negocios asociado a las carnes sintéticas, frente a las cuales la carne vacuna y otros productos cárnicos deberán esforzarse por resaltar aún más las cualidades y atributos que los caracterizan como productos naturales, genuinos y sin ningún tipo de riesgo, enfatizando asimismo sus ventajas nutricionales, así como su producción y transporte bajo condiciones protectivas del medio ambiente, de forma de atender a las inquietudes de muchos consumidores en mercados de alto valor adquisitivo con una visión negativa al respecto.
En conclusión, aun cuando la magnitud y duración del impacto del COVID-19 todavía resulta incierta, no cabe descartar que los patrones de producción y consumo de carnes, especialmente en lo que respecta a los servicios alimentarios, se vean afectados a mediano plazo. De allí que deberá contemplarse la necesidad de satisfacer los cambios en las preferencias y actitudes de los consumidores hacia la carne, dado su potencial impacto sobre la salud, el medio ambiente, el bienestar animal y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), preocupaciones de la sociedad que podrían afectar su demanda.
(*) Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen a la institución en la cual se desempeña.