Control de la Laringotraqueitis Infecciosa

La enfermedad, frecuente en zonas de concentración de aves, se encuentra incorporada en el listado de enfermedades de declaración obligatoria de la Organización Mundial para la Sanidad Animal y, al no tener tratamiento, la prevención y el control son fundamentales para reducir las pérdidas causadas.

Por: Lucas Sara. Servicios Veterinarios Ceva Salud Animal Cono Sur

Fotos: CEVA

La Laringotraqueítis Infecciosa (LTI) es una enfermedad respiratoria causada por un herpesvirus aviar donde la severidad de los signos clínicos y la mortalidad pueden variar ampliamente entre los brotes en función de la presión de infección del virus, estado inmunitario del lote, edad de las aves, virulencia de la cepa, co-infecciones con otros patógenos respiratorios y factores ambientales que pueden incidir negativamente en el sistema respiratorio de las aves.

El agente

El agente etiológico es un herpesvirus aviar (no oncogénico) perteneciente a la misma subfamilia del virus de la enfermedad de Marek. El virus de la laringotraqueítis infecciosa es un miembro de la familia Herpesviridae, subfamilia Alphaherpesvirinae, género Iltovirus, especie gallid herpesvirus 1. Su transmisión es únicamente horizontal. 

El virus se encuentra casi exclusivamente en el tracto respiratorio y puede permanecer latente durante largos períodos en las aves infectadas ya que los virus de la subfamilia Alphaherpesvirinae tienen como característica principal el establecimiento de latencia en neuronas de los ganglios sensoriales después de la infección aguda. La capacidad de establecer y, posteriormente, reactivar las infecciones latentes, juega un papel clave en la perpetuación de estos virus en la naturaleza. Las glicoproteínas que forman parte de la envoltura poseen finas espículas y son responsables de la estimulación de la respuesta inmune humoral y celular.

El virus ingresa al organismo del ave por vía respiratoria superior y se replica principalmente en el epitelio de la laringe, tráquea, conjuntiva y senos nasales. Algunas cepas virales pueden tener gran capacidad citolítica en estos tejidos, especialmente en tráquea, lo que resulta en daños graves en el epitelio. No existen evidencias de que el virus realice una fase de viremia. Después de la replicación en la mucosa traqueal, el virus invade las terminaciones nerviosas y es transportado a través del flujo axonal retrógrado al ganglio trigémino, donde puede permanecer en latencia durante muchos meses.

Cuadro clínico y lesiones

El cuadro clínico se caracteriza por afección respiratoria con un rápido aumento de la mortalidad del lote. Las aves en un área del galpón muestran signos clínicos y mueren mientras que otras aves del mismo lote pueden evidenciar signos leves de la enfermedad. 

Los brotes suelen ser más graves en lotes de pollos de mayor edad que en lotes de aves jóvenes ya que existe una refractariedad natural a la infección, durante las primeras semanas de vida. Los signos clínicos de la infección aparecen 6 a 12 días después del ingreso del virus en el organismo del ave. La manifestación clínica de la infección por el virus puede variar de una infección grave a formas menos severas. 

La forma aguda de la enfermedad se caracteriza por disnea intensa, tos y expectoración de exudado muco-sanguinolento. Las aves extienden el cuello, intentando respirar por la boca. Tasas de mortalidad de hasta un 70% han sido descriptas, aunque en general son entre 10% y 40%. El curso de la enfermedad varía con la severidad de las lesiones y, generalmente, las aves se recuperan en 10 a 14 días. La forma sub-aguda de LTI puede tener una morbilidad variable y suele asociarse con baja mortalidad. Las aves tienen somnolencia, conjuntivitis, sinusitis, traqueítis, lagrimeo, secreción nasal, inflamación del seno infraorbital, estertores, retraso en el crecimiento y disminución en el desempeño productivo. En estos casos, hay pocas aves que tienen lesiones características, y la enfermedad puede confundirse con otras afecciones respiratorias.

Prevención y control de la enfermedad

La enfermedad es de distribución mundial, se encuentra incorporada en el listado de enfermedades de declaración obligatoria de la Organización Mundial para la Sanidad Animal (OIE) y su presentación es frecuente en zonas de concentración de aves. Como la enfermedad no tiene tratamiento, la prevención y el control son fundamentales para reducir las pérdidas causadas. Las medidas de manejo adoptadas en el programa de bioseguridad establecido son esenciales para reducir la propagación del virus a partir de una granja a otra y se consideran fundamentales en el control de LTI.

Desde hace años, la infección por el virus de LTI se intenta controlar mediante el uso de vacunas vivas atenuadas. Los programas de vacunación con este tipo de vacunas suelen presentar limitaciones debido principalmente a que dichas cepas vacunales de virus de LTI ocasionalmente podrían mutar y provocar graves brotes, lo que contribuye a la propagación de la enfermedad. La infección o vacunación a campo con virus vivos atenuados de LTI a menudo resulta en la aparición de animales portadores y, por lo tanto, se vuelve extremadamente importante evitar el contacto entre animales vacunados o recuperados con animales susceptibles.

Existen vacunas vivas atenuadas elaboradas en embrión de pollo (CEO) y en cultivo de tejido (TCO). Las vacunas elaboradas en embrión de pollo poseen mayor invasividad que las elaboradas en cultivos celulares, pero presentan mayor riesgo de reversión de la patogenicidad residual, motivo por el cual se limitó su utilización en Argentina. Respecto a la vacuna elaborada en cultivo celular, esta vacuna contiene virus atenuado con menor riesgo de presentación de reacciones, reversión de la patogenicidad y diseminación de la enfermedad pero debido a la necesidad de su aplicación en forma individual en aves en producción (gota ocular) su utilización se ve limitada en función del volumen de aves en los sistemas convencionales de producción.

El desarrollo de vacunas recombinantes para VLTI es una herramienta para un control más eficiente y seguro de la enfermedad.

Este tipo de vacunas vectorizadas resulta en una respuesta inmune contra ambos agentes, por lo tanto generará protección frente al virus vector así como contra el antígeno incluido en el vector sin necesidad de utilizar al agente vivo causal de la enfermedad; por este motivo una de las principales ventajas de este tipo de vacuna es que no habrá establecimiento de aves portadoras con virus latente de LTI en el organismo. Por otro lado, con estas vacunas no se presentan reacciones post-vacunales propias de las vacunas a virus vivo que puedan afectar el desempeño productivo de las aves ni existe riesgo de reversión de la virulencia.

Existen 2 tipos de vacunas vectorizadas para el control de LTI. En ambas fue insertado el gen de la glicoproteína B debido a la relevancia de sus características antigénicas. La glicoproteína B es necesaria para que el herpesvirus de LTI pueda infectar las células ya que se encuentra involucrada en la penetración viral a las células blanco; por otro lado estimula la respuesta inmune celular así como la producción de anticuerpos específicos.

Los vectores seleccionados para estas vacunas son el virus de viruela aviar y el herpesvirus de pavo (HVT). A continuación se describen las características fundamentales de cada tipo de vacuna:

Desde el desarrollo de estas vacunas vectorizadas, se han utilizado distintas estrategias, tanto en pollos (vacunación in ovo y sub-cutánea) como en gallinas ponedoras y reproductoras (diferentes combinaciones de ambas vacunas) que han sido evaluadas, ya sea en condiciones de laboratorio (ensayos experimentales) como a campo. En base a los conocimientos y las experiencias acumuladas durante los últimos años, es posible implementar planes con vacunas vectorizadas de LTI (rFP-LT y rHVT-LT) que, ejecutados en conjunto con adecuados programas de bioseguridad, permiten un control seguro y eficaz de la enfermedad.

Más información:
www.ceva.com.ar

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