Estrategias para el uso racional y responsable de los antimicrobianos

La resistencia de las bacterias a los antibióticos plantea realizarse varias preguntas sobre el uso que se le da a los mismos ya sea para el tratamiento de la enfermedad o bien como preventivo o promotor de crecimiento. 


Por: Ing. Carlos Rodriguez, Jefe de Investigación y Desarrollo. BEDSON S.A.
Fotos: Banco de imágenes

Es ampliamente conocido en el ámbito científico, y ya también en parte en el común de la gente, que desde el descubrimiento de la penicilina hasta nuestros días el uso constante de antibióticos ha producido, y sigue produciendo, mecanismos de resistencia por parte de las bacterias.

Las bacterias generan estos mecanismos defensivos frente a sustancias que les son extremadamente tóxicas, mediante la modulación de su propia información genética, de manera que la síntesis proteica en la maquinaria biológica de la bacteria ya incluye la producción de determinadas entidades químicas de naturaleza peptídica que atañen específicamente a evadir la acción de los antimicrobianos. 

Esa información genética se transfiere intercelularmente a través de plásmidos (porciones usualmente circulares de ADN extracromosómico), incorporando así el gen de resistencia antimicrobiana entre bacterias y aumentando la resistencia bacteriana a los antibióticos.

Esta situación se da especialmente cuando los antibióticos se utilizan en forma inadecuada: dosis subclínicas, uso inespecífico, administración defectuosa, etc. Todo error en la administración de los antibióticos produce que, aunque la sintomatología clínica desaparezca, la población bacteriana sobreviviente al uso del antimicrobiano tenga más posibilidades de desarrollar resistencia al antibiótico que se ha utilizado inadecuadamente. Como consecuencia, las dosis efectivas de los antimicrobianos pasan a ser cada vez mayores, por lo que una dosis de antibiótico que antaño era efectiva para tratar determinada enfermedad pasa ya a no serlo en el tratamiento de la misma enfermedad requiriéndose posiblemente una dosis mayor del antibiótico. Este es un efecto acumulativo, que se va potenciando, porque la inefectividad del tratamiento implica que hubo una instancia en la cual la enfermedad no fue controlada, que generó resistencia y que finalmente se requirió una dosis mayor del antibiótico. 


Las fuentes de la resistencia antimicrobiana

Para encontrar una respuesta a esta problemática, lo primero que debemos analizar es: ¿En qué ámbitos se utilizan los antimicrobianos? Y la respuesta indica dos usos principales: en salud humana y en salud animal (obviando claramente para nuestra explicación el hecho de que los humanos pertenecemos también al reino animal).

Si hablamos del uso en salud animal, a su vez, existe la diferenciación entre animales de compañía y animales en la producción de alimentos para consumo humano. El uso en los animales de compañía se parece más al uso en humanos, que en animales de producción.

“Para llevar a cabo un uso racional y responsable de los antibióticos, hay que realizar un análisis respecto de la enfermedad y del antimicrobiano de elección”

Uso de los antibióticos en animales con fin en producción de alimentos 

En el ámbito de la crianza animal, para la producción de alimentos, la utilización de los antimicrobianos ha tenido un uso extendido en todo el mundo. Muchas veces, caracterizada por el tratamiento poblacional, en lugar de hablar de un tratamiento para un individuo. Históricamente, han habido varias modalidades de uso, algunas de las cuales ya no son recomendables. Las modalidades son:

Uso terapéutico – ACEPTABLE

Hace referencia al tratamiento del individuo con manifestación clínica comprobada.

Uso Metafiláctico – ACEPTABLE

En una población animal, uno o más individuos manifiestan clínicamente la enfermedad y, en consecuencia, se medica a toda la población asumiendo que la población en su conjunto está enferma.

Uso Profiláctico – NO RECOMENDADA

Sin que exista manifestación clínica de la enfermedad, se utiliza el antibiótico de manera preventiva. Esto se fundamenta en la experiencia previa en la crianza.

Como promotor de crecimiento – NO RECOMENDADA

Se utiliza el antimicrobiano a niveles subterapéuticos, esperando que el mismo modifique la composición de la microbiota intestinal y así genere mejoras productivas para la crianza.

El terapéutico y metafiláctico son los usos recomendables porque están fundamentados en el tratamiento de la enfermedad que ya se ha manifestado. En los otros dos sistemas (profiláctico y más aún como promotor de crecimiento), la enfermedad no se ha manifestado y el uso del antibiótico no está justificado, con un criterio de la preservación de salud.

Para llevar a cabo un uso racional y responsable de los antibióticos, hay que realizar un análisis respecto de la enfermedad y del antimicrobiano de elección. Recomiendo preguntarse:

¿Es el antibiótico activo contra el microorganismo que produce la enfermedad?

Si se administrara el antibiótico, ¿tiene probada su farmacocinética de manera que pueda asegurarse la llegada del antibiótico al sitio de acción?

Dada la vía de administración recomendada, ¿es el producto estable en el medio de administración? Por ejemplo, si hablamos de antibióticos administrados en el agua de bebida ¿son lo suficientemente solubles y estables en el agua como para garantizar que el principio activo pueda ser administrado adecuadamente?

Como puede verse, estas preguntas deben condicionar la elección del antibiótico a utilizar. Y estas características son dependientes de la formulación del producto farmacéutico concreto, por lo cual no pueden extrapolarse resultados entre una y otra presentación del mismo principio activo. Adicionalmente hay que considerar el período de retiro, es decir, la suspensión del tratamiento durante un tiempo determinado de manera que los residuos del antibiótico estén dentro de los niveles aceptables abalados por las entidades regulatorias (siempre del orden de las ppb). 

Así, el uso de los antimicrobianos en producción animal se está controlando en forma creciente año tras año. Se descarta la posibilidad del uso como promotor de crecimiento o como profiláctico y se exige respetar los períodos de retiro. En el marco del uso racional y responsable de antibióticos, todas estas cuestiones deben tenerse en cuenta a la hora de elegir el antibiótico en cuestión.

“El uso terapéutico y metafiláctico son los usos recomendables porque están fundamentados en el tratamiento de la enfermedad que ya se ha manifestado”

Otras fuentes de producción de resistencia antimicrobiana: ¿Cuál es la causa fundamental?

Indudablemente que en el pasado, y aún hoy en día, la producción animal ha considerado usos no recomendados de los antibióticos y han aplicado inadecuadamente los tratamientos.  

En el uso a campo, esto ha generado resistencias antimicrobianas que los propios productores han sufrido año tras año. Esto conlleva pérdidas económicas muy cuantiosas y la necesidad de instruir a los productores en el uso de los antibióticos. Ahora bien, lo que más preocupa es, en realidad, el impacto de la generación de la resistencia antimicrobiana en la salud humana. Esta cuestión merece un análisis responsable de la situación, y en el marco del debate planteo las siguientes preguntas:

Dado que en producción animal se han tomado medidas para el uso adecuado de los antimicrobianos, ¿qué medidas se han tomado en el uso de antimicrobianos en salud humana?

Si se describieran medidas para el uso racional en salud humana, ¿podemos observar su puesta en práctica en el uso cotidiano?

Tomemos por cierto que el uso de los antimicrobianos en producción animal se ha reducido drásticamente, especialmente en Comunidad Europea. Esta merma del uso de los antibióticos en producción animal, ¿tiene su correlato con alguna reducción en la generación de resistencia antimicrobiana en el mundo, o, por el contrario, la resistencia antimicrobiana a los antibióticos sigue en aumento?

Finalmente, pienso que deben atenderse con seriedad todas las causas que promueven la resistencia antimicrobiana. Es necesario considerar la farmacodinámia y la farmacocinética de cada antibiótico, tanto en producción animal como también en salud humana, y debe considerarse siempre y en todo lugar el uso racional y responsable de los antimicrobianos, y que las medidas preventivas en salud animal o humana deberían estar basadas en otras estrategias que no involucren el uso de antibióticos.

Más información:
https://bedson.com/


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