CARLOS CASAMIQUELA ASUMIÓ COMO MINISTRO DE AGRICULTURA
Con casi 40 años de trayectoria en el instituto, el presidente del INTA, Carlos Casamiquela, fue designado como nuevo ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Durante su mandato al frente del organismo, iniciada en octubre de 2009, el funcionario consolidó líneas de gestión vinculadas con el concepto de innovación como síntesis del desarrollo territorial y la investigación. La soberanía alimentaria, los productores de pequeña y mediana escala, el agregado de valor en origen, la agroindustria y la proyección internacional del instituto –con énfasis en la cooperación Sur-Sur–, además del fortalecimiento del propio organismo en cuanto a infraestructura, equipamiento y profesionalización de sus recursos humanos, fueron sus prioridades.
Durante su gestión, con una mirada profunda sobre la articulación de los diversos actores del Estado y los organismos privados, Casamiquela mantuvo su vocación de promover el desarrollo integral del sector, para aumentar la competitividad de manera sustentable y con equidad social.
“El Estado argentino demostró, mediante la implementación y el sostenimiento de diversas políticas públicas, que existen decisiones políticas de impulso y revalorización de la ciencia y la tecnología”, afirmó. En esa línea, el funcionario aseguró que “esto le permitió al INTA recuperar su capacidad de inversión propia en investigación, desarrollo de infraestructura, equipamiento y formación de recursos humanos”.
A su vez, Casamiquela fortaleció la presencia territorial del INTA en los lugares más remotos del país y sostuvo que “el vínculo histórico del INTA con los productores y, en particular, con los pequeños y medianos productores familiares, es un testimonio del interés institucional por acompañarlos”.
Entre 2009 y 2013, el INTA logró algunos aportes sobresalientes en el campo del desarrollo tecnológico: desde la secuenciación de los genomas de la papa, el tomate, moha, trigo, girasol –entre otros– hasta la primera ternada clonada bitransgénica del mundo, Rosita Isa, pasando por la vacuna Bio Jaja contra el complejo tristeza bovina, la recuperación del memoria institucional durante la década del 70 y el desarrollo de maquinaria para pequeños productores –Javiyú, Cañera, Reconquista, La Lola–, son un puñado de hitos institucionales de este período.
Sus líneas de gestión
En un contexto internacional que demanda cada vez más alimentos y de mayor calidad, la tecnología y la producción son variables asociadas a la labor del INTA. Con uno de los presupuestos más grandes en la historia del organismo, la gestión de Casamiquela, como presidente, estuvo centrada en la necesidad de agregar valor a la producción en el lugar de origen.
“Sin dudas el valor agregado en origen es la llave para el desarrollo territorial argentino”, señaló Casamiquela y destacó el compromiso institucional de “poner a todo el organismo a trabajar en políticas públicas, ya que el agregado de valor es una política de Estado. Este camino es la clave para la transformación del sector agropecuario y agroindustrial del país. Hay que empezar a producir alimentos y no materia prima y ser exportadores de materia transformada”.
La propuesta del INTA es agregar valor en origen, industrializar, para exportar productos en lugar de granos e impulsar así el desarrollo de una agroindustria, con mayor participación del productor agropecuario en la cadena. En este sentido, es relevante la participación de los intendentes, quienes son “protagonistas fundamentales” en los procesos de transformación y desarrollo, aseguró Casamiquela.
Durante su gestión al frente del instituto, Casamiquela reforzó esa posición: “El INTA está cada vez más comprometido con el modelo de transformación y desarrollo del país”. Así, “no alcanza con proyectos de investigación que resuelvan problemas tecnológicos, los problemas sociales, económicos y productivos deben ser vistos de un modo integral y estamos generando un instituto que acompañe y lidere los proyectos de transformación del país”.
Para Casamiquela, en los próximos veinte años, la producción de alimentos y el cuidado de los recursos naturales, fundamentalmente el agua y el suelo, serán los principales desafíos en un futuro cercano. En este contexto, la Argentina tiene un rol fundamental y una oportunidad única. Es aquí donde el INTA ocupa un lugar trascendental al brindar respuestas y soluciones a la producción de agroalimentos de calidad, en un marco de sustentabilidad y equidad social.
Mirada inclusiva
La gestión de Casamiquela priorizó el fortalecimiento de los productores de pequeña escala y los agricultores familiares, un sector que genera el 54% del empleo rural en la Argentina y que se concentra cada vez más en los cordones urbanos y periurbanos.
Como uno de los ejes de su política, el INTA acompaña el trabajo de más de 160 mil familias mediante proyectos que aumentan la productividad, dinamizan la economía local y mejoran la calidad de vida.
La soberanía alimentaria fue otro de los pilares institucionales, sostenido mediante programas específicos de promoción de huertas comunitarias. “Somos un país netamente productor de alimentos para el mundo”, dijo Casamiquela. Transformadas en alimento, las más de 100 millones de toneladas de granos que produce la Argentina –ocho veces más de lo que requiere para el consumo interno de sus 40 millones de habitantes– podrían dar sustento a 400 millones de personas.
Durante su mandato se consolidó a escala nacional e internacional el programa Prohuerta, que se había iniciado en el año 2005 con el trabajo en conjunto de la Cancillería, el INTA y el Ministerio de Desarrollo Social.
En la Argentina, este programa trabaja con el 90% de los municipios, beneficia a 3,5 millones de personas, asiste técnicamente a 630 mil huertas familiares y 148 mil granjas, huertas que llevan adelante las familias y que permiten satisfacer el 72% de su demanda diaria de vitaminas y minerales, participan 19 mil promotores que acompañan la labor de alrededor de 700 técnicos. Además, llega a escuelas, cárceles y ferias populares mediante la venta del excedente.
En Haití, el 80% de sus diez millones de habitantes se encuentra en situación de pobreza extrema. Sólo el 51% de la población rural tiene acceso al agua potable y menos del 10% accede al riego. Desde 2005, especialistas del programa Prohuerta trabajan en ese país junto a un equipo de técnicos locales. Aportan conocimientos, asistencia técnica e insumos estratégicos.
Actualmente, el programa en Haití acompaña a más de 134 mil personas, 19 mil familias, 87 escuelas y 72 grupos comunitarios, que llevan adelante producción de hortalizas en pequeña escala con enfoque agroecológico y a casi 5.000 familias que iniciaron la cría de aves de corral, cuenta con 2.700 promotores voluntarios y existen más de 600 entidades locales trabajando en ese país.
Innovación como norte institucional
Con un presupuesto institucional de 2.200 millones de pesos durante 2013, el trabajo de Casamiquela priorizó la inversión en investigación, desarrollo de infraestructura y formación de recursos humanos para generar conocimiento y tecnología para el sector agropecuario.
La innovación fue un concepto fundamental en las políticas del organismo, frente a una demanda cada vez mayor de información y tecnologías que permitieron tomar las mejores decisiones en los momentos más adecuados.
Gracias al trabajo del INTA, la Argentina lidera internacionalmente el know-how de siembra directa y posiciona su maquinaría agrícola de precisión y sus tecnologías sociales que apuntan a la soberanía alimentaria y el fortalecimiento de la agricultura familiar. Ejemplo de esto, es el convenio firmado con Sudáfrica para demostrar las ventajas del sistema productivo argentino, mediante el uso integral de los insumos. Y el convenio rubricado con su par de Agropolis International, Bernard Hubert, para la instalación de los Laboratorios virtuales del INTA en el exterior (Labintex), en Montpellier –Francia–, orientados a desarrollar sistemas agrícolas sustentables.
Asimismo, fue uno de los impulsores del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial que proyecta, para el 2020, a la Argentina como un país líder que exportará productos agropecuarios industrializados.
Casamiquela priorizó la inversión en investigación, desarrollo de infraestructura y formación de recursos humanos para generar conocimiento y tecnología para el sector agropecuario.
“Es fundamental poner el foco en la industrialización de los granos en origen, en los sistemas productivos pecuarios intensivos o el fortalecimiento de las economías regionales porque son las actividades que requieren y generan arraigo en los pueblos”, expresó Casamiquela y destacó: “El PEA 2020 es el fomento de un modelo productivo con más productores y empresarios que tomen decisiones estratégicas, produciendo de manera innovadora y utilizando tecnología apropiada a su escala”.
Un perfil técnico
Carlos Horacio Casamiquela (65) es Ingeniero Agrónomo graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Diplomado en Desarrollo Económico Local de la Universidad Nacional de San Martín y la Universidad Autónoma de Madrid.
Su claro perfil técnico se define por sus casi 40 años de carrera en el INTA. Allí, trabaja desde 1974. Fue director de la Estación Experimental Agropecuaria Alto Valle del Río Negro entre 1984 y 1990, hasta que asumió la Dirección del Centro Regional Patagonia Norte (Neuquén). Entre septiembre de 2003 y octubre de 2009, fue vicepresidente del SENASA.
En octubre de 2009 fue designado presidente del INTA, cargo por el cual ejerce también la Presidencia de la Fundación ArgenINTA.
Luego de cuatro años de gestión enfocada en el valor agregado en origen, la innovación tecnológica, la soberanía alimentaria y la proyección internacional –con énfasis en la cooperación Sur-Sur–, el presidente del INTA es el nuevo titular de esa cartera.
Con casi 40 años de trayectoria en el instituto, el presidente del INTA, Carlos Casamiquela, fue designado como nuevo ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Durante su mandato al frente del organismo, iniciada en octubre de 2009, el funcionario consolidó líneas de gestión vinculadas con el concepto de innovación como síntesis del desarrollo territorial y la investigación. La soberanía alimentaria, los productores de pequeña y mediana escala, el agregado de valor en origen, la agroindustria y la proyección internacional del instituto –con énfasis en la cooperación Sur-Sur–, además del fortalecimiento del propio organismo en cuanto a infraestructura, equipamiento y profesionalización de sus recursos humanos, fueron sus prioridades.
Durante su gestión, con una mirada profunda sobre la articulación de los diversos actores del Estado y los organismos privados, Casamiquela mantuvo su vocación de promover el desarrollo integral del sector, para aumentar la competitividad de manera sustentable y con equidad social.
“El Estado argentino demostró, mediante la implementación y el sostenimiento de diversas políticas públicas, que existen decisiones políticas de impulso y revalorización de la ciencia y la tecnología”, afirmó. En esa línea, el funcionario aseguró que “esto le permitió al INTA recuperar su capacidad de inversión propia en investigación, desarrollo de infraestructura, equipamiento y formación de recursos humanos”.
A su vez, Casamiquela fortaleció la presencia territorial del INTA en los lugares más remotos del país y sostuvo que “el vínculo histórico del INTA con los productores y, en particular, con los pequeños y medianos productores familiares, es un testimonio del interés institucional por acompañarlos”.
Entre 2009 y 2013, el INTA logró algunos aportes sobresalientes en el campo del desarrollo tecnológico: desde la secuenciación de los genomas de la papa, el tomate, moha, trigo, girasol –entre otros– hasta la primera ternada clonada bitransgénica del mundo, Rosita Isa, pasando por la vacuna Bio Jaja contra el complejo tristeza bovina, la recuperación del memoria institucional durante la década del 70 y el desarrollo de maquinaria para pequeños productores –Javiyú, Cañera, Reconquista, La Lola–, son un puñado de hitos institucionales de este período.
Sus líneas de gestión
En un contexto internacional que demanda cada vez más alimentos y de mayor calidad, la tecnología y la producción son variables asociadas a la labor del INTA. Con uno de los presupuestos más grandes en la historia del organismo, la gestión de Casamiquela, como presidente, estuvo centrada en la necesidad de agregar valor a la producción en el lugar de origen.
“Sin dudas el valor agregado en origen es la llave para el desarrollo territorial argentino”, señaló Casamiquela y destacó el compromiso institucional de “poner a todo el organismo a trabajar en políticas públicas, ya que el agregado de valor es una política de Estado. Este camino es la clave para la transformación del sector agropecuario y agroindustrial del país. Hay que empezar a producir alimentos y no materia prima y ser exportadores de materia transformada”.
La propuesta del INTA es agregar valor en origen, industrializar, para exportar productos en lugar de granos e impulsar así el desarrollo de una agroindustria, con mayor participación del productor agropecuario en la cadena. En este sentido, es relevante la participación de los intendentes, quienes son “protagonistas fundamentales” en los procesos de transformación y desarrollo, aseguró Casamiquela.
Durante su gestión al frente del instituto, Casamiquela reforzó esa posición: “El INTA está cada vez más comprometido con el modelo de transformación y desarrollo del país”. Así, “no alcanza con proyectos de investigación que resuelvan problemas tecnológicos, los problemas sociales, económicos y productivos deben ser vistos de un modo integral y estamos generando un instituto que acompañe y lidere los proyectos de transformación del país”.
Para Casamiquela, en los próximos veinte años, la producción de alimentos y el cuidado de los recursos naturales, fundamentalmente el agua y el suelo, serán los principales desafíos en un futuro cercano. En este contexto, la Argentina tiene un rol fundamental y una oportunidad única. Es aquí donde el INTA ocupa un lugar trascendental al brindar respuestas y soluciones a la producción de agroalimentos de calidad, en un marco de sustentabilidad y equidad social.
Mirada inclusiva
La gestión de Casamiquela priorizó el fortalecimiento de los productores de pequeña escala y los agricultores familiares, un sector que genera el 54% del empleo rural en la Argentina y que se concentra cada vez más en los cordones urbanos y periurbanos.
Como uno de los ejes de su política, el INTA acompaña el trabajo de más de 160 mil familias mediante proyectos que aumentan la productividad, dinamizan la economía local y mejoran la calidad de vida.
La soberanía alimentaria fue otro de los pilares institucionales, sostenido mediante programas específicos de promoción de huertas comunitarias. “Somos un país netamente productor de alimentos para el mundo”, dijo Casamiquela. Transformadas en alimento, las más de 100 millones de toneladas de granos que produce la Argentina –ocho veces más de lo que requiere para el consumo interno de sus 40 millones de habitantes– podrían dar sustento a 400 millones de personas.
Durante su mandato se consolidó a escala nacional e internacional el programa Prohuerta, que se había iniciado en el año 2005 con el trabajo en conjunto de la Cancillería, el INTA y el Ministerio de Desarrollo Social.
En la Argentina, este programa trabaja con el 90% de los municipios, beneficia a 3,5 millones de personas, asiste técnicamente a 630 mil huertas familiares y 148 mil granjas, huertas que llevan adelante las familias y que permiten satisfacer el 72% de su demanda diaria de vitaminas y minerales, participan 19 mil promotores que acompañan la labor de alrededor de 700 técnicos. Además, llega a escuelas, cárceles y ferias populares mediante la venta del excedente.
En Haití, el 80% de sus diez millones de habitantes se encuentra en situación de pobreza extrema. Sólo el 51% de la población rural tiene acceso al agua potable y menos del 10% accede al riego. Desde 2005, especialistas del programa Prohuerta trabajan en ese país junto a un equipo de técnicos locales. Aportan conocimientos, asistencia técnica e insumos estratégicos.
Actualmente, el programa en Haití acompaña a más de 134 mil personas, 19 mil familias, 87 escuelas y 72 grupos comunitarios, que llevan adelante producción de hortalizas en pequeña escala con enfoque agroecológico y a casi 5.000 familias que iniciaron la cría de aves de corral, cuenta con 2.700 promotores voluntarios y existen más de 600 entidades locales trabajando en ese país.
Innovación como norte institucional
Con un presupuesto institucional de 2.200 millones de pesos durante 2013, el trabajo de Casamiquela priorizó la inversión en investigación, desarrollo de infraestructura y formación de recursos humanos para generar conocimiento y tecnología para el sector agropecuario.
La innovación fue un concepto fundamental en las políticas del organismo, frente a una demanda cada vez mayor de información y tecnologías que permitieron tomar las mejores decisiones en los momentos más adecuados.
Gracias al trabajo del INTA, la Argentina lidera internacionalmente el know-how de siembra directa y posiciona su maquinaría agrícola de precisión y sus tecnologías sociales que apuntan a la soberanía alimentaria y el fortalecimiento de la agricultura familiar. Ejemplo de esto, es el convenio firmado con Sudáfrica para demostrar las ventajas del sistema productivo argentino, mediante el uso integral de los insumos. Y el convenio rubricado con su par de Agropolis International, Bernard Hubert, para la instalación de los Laboratorios virtuales del INTA en el exterior (Labintex), en Montpellier –Francia–, orientados a desarrollar sistemas agrícolas sustentables.
Asimismo, fue uno de los impulsores del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial que proyecta, para el 2020, a la Argentina como un país líder que exportará productos agropecuarios industrializados.
Casamiquela priorizó la inversión en investigación, desarrollo de infraestructura y formación de recursos humanos para generar conocimiento y tecnología para el sector agropecuario.
“Es fundamental poner el foco en la industrialización de los granos en origen, en los sistemas productivos pecuarios intensivos o el fortalecimiento de las economías regionales porque son las actividades que requieren y generan arraigo en los pueblos”, expresó Casamiquela y destacó: “El PEA 2020 es el fomento de un modelo productivo con más productores y empresarios que tomen decisiones estratégicas, produciendo de manera innovadora y utilizando tecnología apropiada a su escala”.
Un perfil técnico
Carlos Horacio Casamiquela (65) es Ingeniero Agrónomo graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Diplomado en Desarrollo Económico Local de la Universidad Nacional de San Martín y la Universidad Autónoma de Madrid.
Su claro perfil técnico se define por sus casi 40 años de carrera en el INTA. Allí, trabaja desde 1974. Fue director de la Estación Experimental Agropecuaria Alto Valle del Río Negro entre 1984 y 1990, hasta que asumió la Dirección del Centro Regional Patagonia Norte (Neuquén). Entre septiembre de 2003 y octubre de 2009, fue vicepresidente del SENASA.
En octubre de 2009 fue designado presidente del INTA, cargo por el cual ejerce también la Presidencia de la Fundación ArgenINTA.