Aditivos sensoriales: una innovación silenciosa de alto impacto
Pensar la palatabilidad de una manera integral favorece no solo una mayor conversión alimenticia sino también el bienestar animal y la implementación de un sistema agropecuario más sostenible.
Por: Enrique Alfredo Vollenveider. Socio y fundador de BIOAROMAS LATINOAMERICANA.
Fotos: BIOAROMAS
En tiempos donde cada punto de eficiencia cuenta y donde los sistemas productivos están bajo la lupa ambiental, el uso estratégico de aditivos sensoriales representa una de esas innovaciones silenciosas, pero de alto impacto. No solo ayudan a mejorar la productividad y el bienestar animal, sino que conectan directamente con los objetivos globales de sostenibilidad y uso racional de los recursos.
¿Cuál es el factor silencioso que comparten los sistemas de producción animal más eficientes y que quizás aún no esté considerando? En un contexto global cada vez más competitivo y exigente, la producción animal intensiva enfrenta el triple desafío ser más eficiente, rentable y sostenible.
Esta realidad es especialmente visible en países desarrollados, donde la inversión en genética, nutrición, tecnología e infraestructura ha dejado de ser una ventaja competitiva para convertirse en un requisito básico de supervivencia en el sector.
En este escenario, la alimentación animal (que representa uno de los mayores costos dentro del sistema productivo) exige un enfoque técnico y estratégico. No basta con ofrecer un alimento nutricionalmente completo; es esencial que sea competitivo en precio, altamente apetecible y digestible. Aquí es donde cobra protagonismo un aspecto muchas veces subestimado: la palatabilidad. La ciencia es clara. La capacidad del alimento para ser aceptado voluntariamente por el animal influye directamente en su consumo y, en consecuencia, en su rendimiento productivo.
Los datos son contundentes. González et al., 2024, menciona que en etapas críticas como el destete o bajo condiciones de estrés ambiental, una ración con baja palatabilidad puede reducir la ingesta hasta en un 40%, provocando pérdidas de peso y grave disminución en la eficiencia productiva.
Frente a este desafío, los aditivos sensoriales han evolucionado de simples "mejoradores de sabor" a herramientas tecnológicas estratégicas claves que garantizan el consumo de la dieta ofrecida. Pero su función va más allá de "mejorar el sabor": su incorporación permite optimizar fórmulas, reducir desperdicios y favorecer un uso más racional de los recursos, con impactos directos en la rentabilidad y en la sostenibilidad.
Aditivos sensoriales: La conexión estratégica entre eficiencia productiva y sostenibilidad
El aporte de los aditivos sensoriales a un sistema productivo sustentable se manifiesta en seis dimensiones claves:
- Mayor consumo, mejor conversiónAl aumentar la aceptación del alimento, se incrementa la ingesta voluntaria y, con ello, se alcanzan más rápidamente los objetivos productivos.
- Menos desperdicio, más eficienciaAl evitar el rechazo de raciones, se reduce significativamente el desperdicio de alimento, uno de los factores que más afecta la eficiencia general del sistema.
- Reducción en el uso de ingredientesLa mejora en la palatabilidad permite reducir la inclusión de ciertos aditivos o componentes, optimizando el uso de materias primas y aliviando la presión sobre los recursos naturales.
- Menor huella ambientalMenos alimento rechazado y mejor aprovechamiento de los insumos se traducen en menos emisiones de gases de efecto invernadero, menor consumo energético en transporte y almacenamiento, y una gestión de residuos más eficiente.
- Mayor resiliencia productivaAnimales que aceptan mejor sus dietas, incluso ante condiciones adversas, son más resilientes frente a los efectos del cambio climático y los desequilibrios ambientales.
- Bienestar y salud animalUna dieta consumida en forma adecuada favorece el bienestar general, reduce el estrés y puede disminuir la necesidad de tratamientos médicos, lo que contribuye a sistemas productivos más sanos y sostenibles. En BIOAROMAS trabajamos sobre tres pilares básicos para el bienestar animal: agua de calidad, alimentos completos y palatables. Calidad del aire y reducción de emisiones metano y amoníaco.
Palatabilidad y sostenibilidad: el rol clave de los aditivos sensoriales en la eficiencia de la producción animal
En tiempos donde cada punto de eficiencia cuenta y donde los sistemas productivos están bajo la lupa ambiental, el uso estratégico de aditivos sensoriales representa una de esas innovaciones silenciosas, pero de alto impacto. No solo ayudan a mejorar la productividad y el bienestar animal, sino que conectan directamente con los objetivos globales de sostenibilidad y uso racional de los recursos.
Los datos son irrefutables, mejoras del 20% en ingesta, reducciones del 30% en desperdicio y disminuciones significativas en huella ambiental (FAO, 2023; Zhang et al., 2023) no son solo números, sino testimonios de una transformación tangible.
Pensar en palatabilidad ya no es un detalle menor. Es parte de una visión integral de la producción animal moderna. Ignorar la palatabilidad es ignorar el progreso, donde el sabor también alimenta la eficiencia. El futuro y el compromiso con un sistema agropecuario más responsable.
Lo que comenzó como una simple mejora de sabor hoy es la palanca que está impulsando los sistemas productivos hacia la eficiencia y la sostenibilidad. La pregunta ya no es "¿Por qué usarlos?", sino "¿Cómo permitimos no haberlo hecho antes?".
Referencias Bibliográficas:
FAO. (2023). Global assessment of feed waste in intensive systems. Rome: FAO Animal Production Division.
INTA. (2024). Thermal stress mitigation through feed additives. Balcarce: Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
Zhang, L., et al. (2023). Voluntary intake enhancement in monogastrics. Journal of Animal Science, 101(4), 1-12.
World Economic Forum. (2023). Sustainable feed formulation strategies. Geneva: WEF White Paper Series.
Environmental Science & Technology. (2024). Carbon footprint reduction in livestock. 58(3), 1450-1462.
BIOAROMAS LATINOAMERICANA. Pruebas de campo en monogástricos y rumiantes a lo largo de 20 años de experiencia. (2004 – actualidad).