REVISTA SOLO AVES Y PORCINOS N 51: ENTREVISTA A JORGE BRUNORI, DEL INTA

En un contexto donde la macroeconomía muestra nubarrones y amenaza con tormentas, y la actividad agroindustrial parece desensillar hasta que aclare, desde “el criadero de cerdos”, por decirlo en modo figurado, la mirada sobre el hoy y la proyección de lo que lo que vendrá parece de otro país. Aunque esa visión optimista no esté exenta de luces amarillas sobre tareas pendientes que la porcinocultura deberá hacer para consolidar su crecimiento y permitir que la mayor parte de sus productores gane en eficiencia y escala para mantenerse en el negocio.

 Esta es la impresión que dejó la charla que SA&P mantuvo con el MV Jorge Brunori, profesional de Marcos Juárez, en el SE de Córdoba, y referente nacional del INTA en producción porcina, quien destaca el abrupto cambio que para bien viene experimentando desde 2000 la cría de cerdos y su producción y consumo de carne, lo que también ha influido en todo el escenario cárnico argentino. 

“2014 fue algo parecido a 2013 por el hecho de tener dos semestres diferentes. El primero fue un poco más complicado, con precios altos de las materias primas (maíz de $ 1.500/ton y soja de $ 2.500/ton). El consumo había crecido a un ritmo de no más del 3 a 4% (a raíz de la situación económica al comenzar 2014) y ese freno del consumo provocó que los precios de la carne de cerdo se ‘plancharan’”, describe Brunori. A esto agrega que desde octubre el mercado retomó su crecimiento, al bajar el maíz y la soja (a los actuales de maíz a $1.000 y soja a $2.400) y reactivarse el consumo pasando de los 10 $/kg del primer semestre a los 13/14 actuales. “La rentabilidad del segundo semestre ha sido muy buena, lo cual va a terminar dando un año positivo para el crecimiento del sector”, asegura.

En cuanto a la inercia positiva que la actividad experimenta desde comienzo del siglo y que se mantuvo en 2014, el principal factor que lo explica, según Brunori es que “el sector porcino comenzó a tener lo que le faltó siempre: previsibilidad. Se terminaron los ciclos positivos y negativos, donde salían y entraban jugadores. Esa historia hizo que la actividad porcina se desarrollara con poco consumo (5 a 5,6 kg/hab/año de producto elaborado -chacinados-) y con desconfianza por esos ciclos recurrentes”, explicó.
 
Otro dato no menor es que el país prácticamente está a las puertas del autoabastecimiento, ya que en el primer semestre de 2014, según Brunori, se importó un 50% menos que en igual lapso de 2013, año este en que las importaciones ya habían bajado un 45% respecto de 2012. En cuanto a los precios internos, afirma que el valor del kilo de carne porcina fresca está un 20% por debajo de la bovina y más cara que la aviar, lo que finalmente asemeja a la Argentina a lo que pasa en todo el mundo. Por eso, de aquellos 5,6 kilos de consumo anual por habitante se pasó a los actuales 12 kg, en su mayoría de cortes frescos. “La carne de cerdo está actualmente en la mesa de los argentinos, creciendo y buscando su techo de consumo. Eso es muy importante porque cada kilo que aumente el consumo de carne fresca implica unas 20.000 madres que ingresan en producción”, se entusiasma el especialista.

Según el Programa Estratégico Agroalimentario (PEA), en 2020 el argentino iba a comer 16 kg/hab/año, pero en 2014 se está llegando a los 13 kg. Por eso para Brunori es probable que se superen los 20 kg hacia 2020. El atractivo precio que -retenciones a la exportación de granos mediante- tuvieron el maíz y la soja para el criador en los últimos años, la erradicación de la peste porcina clásica y herramientas como el programa Hoy Cerdo explican el crecimiento promedio del sector de 15% anual de los últimos años, que a su vez le dan previsibilidad hacia el futuro.

“Los tres pilares que han sustentado este crecimiento y cambio cualitativo del sector son: el consumo interno, la sustitución de las importaciones y -en el mediano a largo plazo- el desarrollo de la exportación. Esto nos permite ser optimistas no solo por actitud, sino por hechos que se están dando y otros que se darán en los próximos años. El sector porcino tiene por delante una década de buenos momentos”, asegura Brunori. Para 2015, el especialista avizora que continuará el ritmo de crecimiento (15% anual), el cual se mantendría al menos por 5 años más, porque se seguirá consolidando el consumo de carne fresca, al tiempo continuarán descendiendo las importaciones hasta desaparecer.

Pero así como hay oportunidades y viento de cola, también hay al menos 2 tareas pendientes. “Son los dos grandes deberes que van a determinar cuál será la estructura del creciente sector porcino y que no pueden olvidarse en estas circunstancias y que la Argentina debe corregir para consolidar lo hecho”.

Aquí Brunori cita que el país deberá resolver cómo quedará constituido el sector porcino ya que cuando una actividad crece siempre se da una tendencia a que se concentre. Y actualmente, la porcinocultura nacional se integra con un 90% de pequeños y medianos productores. Son ellos los que en estos años pudieron aumentar su escala y protagonizaron el crecimiento del sector, que se dio más por este hecho que por el inicio de nuevos emprendimientos. “Tenemos un escenario tan atomizado que hay que trabajar fuertemente para que toda esa franja de productores se adecúe a esta nueva realidad”, advierte.

Y la otra cuestión a corregir es la eficiencia promedio de producción que aún no es la adecuada. “Es buena en los criaderos más tecnificados, pero en el conjunto de pequeños y medianos productores hay una gran variabilidad y prevalece la ineficiencia”. Para mejorarla, esos productores tienen que aumentar la escala, cosa que a veces no se logra con su propia inversión, porque es muy alta cuando se crece hacia un sistema más tecnificado. “Por eso hay que trabajar mucho en el asociativismo, cosa que se está comenzando a dar en el país, mediante asociaciones de productores, cooperativas, sociedades anónimas, fideicomisos o clusters”, concluye Brunori.

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