REVISTA AMERICARNE: ACUICULTURA/ UNA ACTIVIDAD EN CONTINUO CRECIMIENTO
Por Eduardo Catania*
Este crecimiento responde a factores económicos –por ser una actividad altamente productiva-, pero también ambientales y nutricionales, motivos por los que la FAO ha puesto el foco en esta actividad.
Por un lado, la acuicultura constituye una fuente vital de alimentos y proteínas para miles de millones de personas en todo el mundo y contribuye a la subsistencia de más de una de cada diez personas. Esto se debe a que el pescado posee una gran cantidad de minerales (fósforo, calcio, yodo, flúor y hierro) y vitaminas (A, D, E y del grupo B) lo que lo convierte en uno de los alimentos más saludables del reino animal. Así, su cultivo brinda la oportunidad de mejorar la seguridad alimentaria y nutricional, mitigar la pobreza y asegurar un mejor aprovechamiento de los recursos.
Pero la característica más relevante de la acuicultura es que es una actividad que tiene un bajísimo impacto ambiental. Cabe destacar que la relación entre kilos de alimento producidos y litros de agua utilizados es mucho menos desigual que en producciones como la ganadera. Además, una vez realizada la cosecha, el agua puede ser utilizada para cultivos hidropónicos cumpliendo con un doble propósito: utilizar agua rica en minerales para un nuevo cultivo y reutilizar varios litros de agua.
Los cultivos a nivel mundial y nacional se realizan en su mayoría a la manera tradicional: a cielo abierto, en ríos, embalses, lagos e incluso en el mar, dependiendo así del clima de cada región y de su geografía. Sin embargo, esta tendencia de realizar cultivos aprovechando las características geográficas de cada país está cambiando drásticamente, ya que además de presentar riesgos en lo productivo, impacta fuertemente sobre los recursos naturales de nuestro planeta.
Un buen ejemplo del impacto negativo que la cría de peces en sistemas abiertos puede suscitar es el caso de Chile, que no solo contaminó el ambiente con desechos de piscicultura, sino también transfirió patologías de los salmones a las especies marinas. Por este motivo, los cultivos debieron ser trasladados al sur de ese país, sin poder corregir el daño infligido.
Otra dificultad que tampoco se puede resolver con los cultivos tradicionales, es que la elección de la especie y el desarrollo de la misma se vuelve dependiente del clima y la geografía de por sí inestables.
Cuando hablamos de ejercer control sobre el negocio de producir proteína animal para consumo, hablamos de independizarse de alguna manera del clima, logrando control ambiental dentro de galpones, aislándose del frío y calor excesivos. Esto favorece el desarrollo de los organismos a cultivar y en gran medida también, al ser humano, que es responsable de estos cultivos.
La tendencia mundial en acuicultura es el sistema controlado, confinándose los peces en tanques redondos, dentro de galpones, con temperatura controlada, ración balanceada, y automatismo del cultivo. Esto ha permitido, por ejemplo, que cultivos rentables de agua caliente puedan ser criados en lugares donde solo hay hielo y nieve.
En nuestro país, según datos actualizados de la Dirección Nacional de Acuicultura, hay unos 1200 emprendimientos que toman esta actividad como diversificación productiva. Esto significa que algunos establecimientos que inicialmente se dedicaban a otros tipos de producción, adoptaron la acuicultura como actividad alternativa para aprovechar superficies en desuso.
Esta actividad se desarrolla en estanques excavados en suelos arcillosos que retienen el agua, o con jaulas en ríos y lagos, estos sistemas son a cielo abierto. Las zonas donde se registra mayor producción son las provincias de Misiones, Corrientes, Chaco, Formosa, Tucumán, Salta, Jujuy, La Rioja, Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut y Tierra del Fuego.
Productor y director de la Escuela del Productor Acuícola*