Reconversión hacia granjas avícolas más eficientes

Un estudio revisa la información bibliográfica existente con relación a los sistemas productivos avícolas, y la transgresión de los límites planetarios que evalúan la integridad de los sistemas reguladores que tiene la tierra. 



Por: MSc, MV, Álvaro Urzúa Caracci, Chile. Consultor nacional e Internacional sector agroalimentario, salud pública, asuntos estratégicos. Gerente de Negocios en Nuri Gras Food Integrity. 

 

Fotos: Banco de imágenes

 

En la actualidad, el 60% de los agentes patógenos que afectan al ser humano son causantes de enfermedades zoonóticas (OMSA, 2013). Las tendencias actuales y la carga mundial de morbilidad, junto con las crisis de extinción de especies, degradación del hábitat, contaminación del suelo, destrucción de los bosques, y explotación de otras especies, además de la proliferación del comercio y los mercados de la vida silvestre son factores que han afectado gravemente el planeta durante los últimos años. Para hacer frente a estas problemáticas, se ha ido trabajado desde hace poco más de dos décadas en el concepto o enfoque denominado de “Una Salud”, como una colaboración entre profesionales de carreras relacionadas a la salud, instituciones y sectores productivos privados en cuanto a la prevención y el tratamiento de enfermedades humanas y de los animales, así como para tener en cuenta las dimensiones ecológicas y ambientales actuales.


Junto con el enfoque de “Una Salud”, la generación y monitoreo de lo que se conoce como límites planetarios es parte de otra estrategia que permite a los gobiernos conocer las perspectivas para un desarrollo sostenible y regenerativo, como un paso más allá y que busca recomponer y revitalizar ecosistemas degradados. Estos límites planetarios (Planetary Boundaries, en inglés) permiten garantizar el derecho a todas las personas de tener lo imprescindible para vivir, es decir, sus necesidades básicas cubiertas y también, conocer los espacios donde la actividad humana no debe sobrepasarse para no poner en riesgo la estabilidad de la vida. Los límites planetarios propuestos en la actualidad son nueve: 1) Cambio climático (los factores que afectan el equilibrio energético y concentraciones de CO2 atmosférico); 2) Cambio en la integridad de la biosfera (potencial para que la vida continúe co-evolucionando con el componente abiótico del sistema terrestre); 3) Agotamiento del ozono estratosférico (concentraciones mínimas de O3 estratosférico); 4) Acidificación oceánica (concentración de iones de H + libres en la superficie del océano); 5) Flujos biogeoquímicos (influencia humana en el suelo, los sedimentos, la atmósfera, la hidrosfera y la biosfera); 6) Cambio del sistema terrestre (cambios del sistema terrestre en todos los biomas de bosques, zonas boscosas, sabanas, pastizales, matorrales, tundra, etc.); 7) Uso de agua dulce (uso de ríos, lagos, embalses y depósitos de agua subterránea renovable); 8) Carga de aerosoles atmosféricos (efecto de los aerosoles y en la circulación regional océano-atmósfera); e 9) Introducción de entidades novedosas (presencia de nuevas sustancias, o formas modificadas, que tienen el potencial de efectos biológicos no deseados).


Según la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA), dependiente del Ministerio de Agricultura, para el año 2020 Chile contaba con alrededor de 47.7 millones de aves que tenían fines productivos, de estas, cerca de 12.7 millones de gallinas o el 26,7%, corresponden a aves productoras de huevos para consumo, cuya industria está en manos de 300 productores aproximadamente, pero tan solo 57 de ellos concentran el 90% de la producción nacional, los cuales están ubicados principalmente en la zona central del país. La producción de aves a traspatio o dada por pequeños productores, incide en un menor porcentaje dentro de la economía nacional, pero sí cumple un rol socioeconómico sumamente importante en la economía doméstica (ODEPA, 2020). Actualmente, se estima que el consumo de huevo per cápita en los chilenos alcanza los 230 huevos por habitante al año, y durante el año 2017, el sector mostró un crecimiento del 8,7%, y del 30,3% en los últimos 5 años (Aguirre A., Pizarro T., 2018).


Las aves pueden llegar a ser una fuente o reservorio de infección constante, y los humanos pueden tomar dichas infecciones a través del contacto directo con las propias aves o con los productos provenientes de ella. La principal preocupación en cuanto a las zoonosis transmitida por aves es debido a su habilidad para volar largas distancias y migrar a lugares remotos, se ha descripto que pueden transmitir organismos bacterianos, virales, parasitarias y fúngicos, los más conocidos son la salmonelosis, la toxoplasmosis, la alveolitis alérgica, y la influencia aviar H5N1. 


Un estudio descriptivo, realizado por el autor del presente artículo durante el año 2021 tuvo como objetivo general evaluar los principales sistemas productivos avícolas que existen en la zona central de Chile, identificando su vinculación y grado de transgresión de los límites planetarios, para proponer mejoras en cuanto a la gestión de inocuidad alimentaria, bajo el enfoque de “Una Salud”. Se realizó una revisión bibliográfica sistemática de evidencia científica, a nivel nacional e internacional, y se incluyeron todos los artículos relevantes, así como estudios de tipo cualitativo y cuantitativo. 


Los datos respectivos en cuanto a los límites planetarios y “Una Salud” se obtuvieron a partir de la búsqueda en las bases de datos científicas tales como: ScienceDirect,, Web of Science (WoS), SciElo, PubMed, y Google Scholar, con artículos  publicados entre los años 2011 y 2021. Mientras que la información de las producciones aviares de la zona central de chile fue recogida desde las bases de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

 

Análisis de los datos y resultados

 

Se realizó un análisis descriptivo a partir de la relación entre los desechos aviares, el manejo de residuos (excretas principalmente) y nivel de implementación de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) a nivel de establecimientos/planteles, con cada uno de los valores obtenidos por Chile en cuanto a la transgresión de los límites planetarios. Estos datos se obtuvieron a partir de un estudio global realizado por la Universidad de Leeds en Inglaterra.

 

Producción avícola chilena


Según lo que muestran los informes del INE, los criaderos de aves en Chile durante el segundo semestre del 2020 generaron 5.078 empleos permanentes y temporales, similar a lo ocurrido en el mismo período del año anterior. Del total de huevos producidos se encontraron 2.251.421 (miles de millones) en el segundo semestre del 2020, y durante todo el año se produjeron 4.085.755 (miles de millones) de huevos para el consumo humano y 147.529.000 aves para consumo. La región Metropolitana de Chile (zona central del país), es la mayor productora de huevos, seguida de las regiones de Valparaíso y Biobío, las cuales tienen la mayor existencia de aves, mientras que la mayor productora de aves para consumo es la región de O’Higgins, seguida de Valparaíso y la Región Arica y Parinacota (INE, 2021). Según la Asociación Gremial de Productores de Huevos de Chile, para finales de 2020, se alcanzaron las 235 unidades de huevo consumidas por persona al año, lo que se traduce en una producción de 4.500 millones de unidades consumidas en Chile y refleja un alza de 1.7% en comparación con el año anterior.

 

Limites planetarios de Chile 


Para poder conocer el impacto de la producción aviar en los límites planetarios, ya sea para beneficio o para afectación, se debe conocer el actual estado de Chile frente a los límites planetarios. En la figura 1 se observan los límites biofísicos y sociales actuales, esta información es obtenida de la plataforma “Una buena vida para todos dentro de los límites planetarios” de la Universidad de Leeds, en Inglaterra (University of Leeds, 2021).



 

Límites planetarios Chile

 

Chile sobrepasa seis de los siete límites biofísicos evaluados por la Universidad de Leds. De estos, el cambio en el uso de la tierra y silvicultura, y el nitrógeno, son los que menos lejos del límite por cabeza se encuentran, sin embargo lo siguen sobrepasando las emisiones de oxígeno, la huella ecológica, la huella material y el fósforo. En la tabla 1 se puede observar los indicadores por cabeza junto con sus unidades para cada indicador biofísico.



 

Tabla 1 Indicadores biofísicos respecto al techo ecológico en chile




Producción avícola y huella material


La huella material es un indicador basado en el consumo, donde se asignan todas las materias primas extraídas y utilizadas a nivel mundial. Tiene en cuenta toda la creciente separación espacial de la producción y el consumo, y la reubicación de la extracción de materias y la presión ambiental de todas las regiones del mundo como un conjunto.

Este aspecto no es más que la medición de la presión sobre los recursos naturales y la demanda material de los países con mayores ingresos, y es una medida para determinar la sostenibilidad entre los países adicionada a la huella ecológica, por lo tanto la huella material mide la sostenibilidad ambiental a nivel mundial y es una medida más amplia que las emisiones de CO2, las cuales son únicamente indicadores de contaminación ambiental.


Existe otra medida, la cual se considera huella material per cápita, y relaciona la demanda humana de recursos existentes y la capacidad ecológica para regenerarlos. Según el estudio de Maderuelo (2019), esta huella ha aumentado del año 2000 al 2018 en 5 toneladas, sin embargo esto lo atribuyen en gran medida al alza en la demanda de materiales no metálicos para infraestructura y construcción. 


En el estudio de Sahoo et al., (2021), se aclara que la huella material es una forma especial de la huella ambiental para evaluar los recursos naturales de: biomasa, minerales metálicos y no metálicos y combustibles fósiles medidos en unidad de tonelada. Este estudio también demuestra que hay una relación significativa de algunos factores y el aumento o disminución de la huella material.

Por lo tanto, y dejando claro que el indicador de la huella material está más relacionado con el consumo, la economía y las políticas de comercio y ambientales de cada país, no se le puede adjudicar directamente a la producción aviar como contribuyente directo en el alto indicador de ese límite planetario.

 

Producción avícola y emisiones de CO2


La huella de carbono es la totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) que son emitidos por una acción directa o indirecta de un individuo, una organización o un producto. El dióxido de carbono es el gas que más influye en el calentamiento del planeta, por esto, las emisiones de gases de efecto invernadero se miden en función del dióxido de carbono. 


El sector alimentario es uno de los sistemas que afecta en gran medida el medio ambiente de la tierra y en especial las emisiones de dióxido de carbono, junto con la ocupación de tierras de cultivo y el recurso del agua dulce. Según lo informado por Springmann et al., (2018), en 2010 el sistema alimentario emitió aproximadamente 5.2 mil millones de toneladas de dióxido de carbono, metano y óxido nitrógeno, y para el 2018 el sistema de alimentos y su relación con las emisiones de gases de efecto invernadero fueron de 4.6 a 5.8 mil millones de toneladas equivalentes a dióxido de carbono. 




Un informe emitido por la fundación nu3, acerca del índice de la huella de carbono alimentario, ha demostrado que en el ranking mundial de países productores de CO2 en base al consumo de productos de origen animal y de origen no animal, Argentina ocupa el primer lugar con una producción total de 2108,90 kg de CO2 por persona al año, seguido de Australia y Albania, Chile se ubica en la posición 35 de 130 con un total de 1029,08 kg de CO2 por persona al año, (nu3 Nutrition Expert, 2019).


Calculando el total anual, en Chile se produce el 96,51 kg de CO2 por persona al año (entre el consumo de carne de aves de corral y el consumo de huevos). En 2019, el total de la población chilena era aproximadamente de 19.107.000 personas, de estas, el 80.4% es mayor de 14 años (se puede considerar que llevan una dieta completa) por tanto, al multiplicar esta población, con los 96,51 kg de emisión de CO2 de subproductos de aves por persona al año, se obtiene que la producción avícola (en todo su ciclo de producción, incluyendo transporte, materias primas etc.) es responsable del 29.34% del total de emisiones de CO2 en Chile.

 

Producción avícola y la huella ecológica


Las actividades productivas de agricultura y ganadería tienen una competencia constante por el uso del suelo y el agua. La ganadería representa el 40% del Producto Interno Bruto (PIB) agrícola mundial, generando más de 300.000 millones de empleos a nivel mundial y sirve como medio de subsistencia para miles de millones de personas en estado de pobreza en el mundo. El aumento en la demanda de alimentos hace que las producciones causen deforestación, disminuyendo la cantidad de bosques captadores de la emisión de carbono emitido por la misma actividad que causó la deforestación (Vargas et al., 2019).


Según el informe emitido por la oficina de estudios y políticas agrarias de Chile, la agricultura chilena abarca alrededor de 31.635.041 ha de superficies silvopastoril, lo que representa el 41.7% del total de las hectáreas que conforman el país. De estos predios, 73.4% tienen un tamaño inferior a las 20 ha, el 19% tiene un tamaño de 20 a 100 ha y el 7.6% restantes supera un tamaño de 100 hectáreas (ODEPA, 2019).

 

Producción avícola y límites de fósforo y nitrógeno


El fósforo (P) y el nitrógeno (N), hacen parte de los ciclos biogeoquímicos del planeta, los cuales describen el movimiento de la materia entre los principales reservorios de la tierra que son: atmósfera, biosfera terrestre, océanos y geosfera (lo que se refiere a suelos, sedimentos y rocas). Estos ciclos son fundamentales para garantizar la existencia de la vida, puesto que transforman la energía y la materia en formas utilizables que permitan ayudar al funcionamiento de cada uno de los ecosistemas. 


El ciclo del N es uno de los ciclos biogeoquímicos más importantes de la tierra, este elemento químico permite que varios organismos tengan un suministro constante de nutrientes y el desarrollo de su vida. Las actividades humanas han aumentado la utilización de fertilizantes, lo que incrementa el suministro de N y P a los ecosistemas terrestres y océanos, estas alteraciones masivas (aparte de modificar el entorno equilibrado que los procesos bioquímicos tienen) afectan la producción de organismos que juegan un papel importante en el sistema de regulación de la tierra. Junto con los fertilizantes, el uso de antibiótico y pesticidas desequilibra la función anaeróbica de microorganismos beneficiosos y afecta la diversidad y fisiología del planeta. 


El desequilibrio de nitrógeno está presente mayormente en los sistemas alimentarios de pastoreo (rumiantes), debido a la alta demanda de la dieta humana por la carne y productos lácteos, la ganadería tiende a depender de un consumo de excelente forraje, lo que conduce a unas pérdidas enormes ambientales del nitrógeno y el fósforo (Billen et al., 2014). En las producciones aviares no se han encontrado valores significativos de fósforo, nitrógeno o humedad disponible. El estudio de O’Bryan et al., (2017) valora puntualmente estos valores en una producción avícola, encontrando que los niveles de nitrógeno son los mismos que en cualquier otro suelo del país, mientras que el fósforo tiene valores más bajos que los hallados en cualquier otro suelo agrícola, también demostraron que los niveles de fósforo y nitrógeno del compostaje de aves es muy por debajo del valor recomendado para un compostaje funcional.


Según los indicadores tomados de la Universidad de Ladees, Chile produce alrededor de 2.1 kg de fósforo por año y 15.5 kg de nitrógeno por año, los límites per cápita son 0.9 y 8.9 kg por año respectivamente. Pero, debido a los bajos valores de estos elementos en el compost y suelo de corrales de aves, se puede deducir que en Chile, como ocurre en el resto del mundo, la producción avícola no es una aportante significativa en el desequilibrio del nitrógeno y el fósforo y su función vital en el ciclo biogeoquímico.

 

Producción avícola y cambio en el uso de la tierra


El cambio en el uso de la tierra y la silvicultura se refiere a las contribuciones que las producciones agrícolas tienen a las emisiones globales de gases de infecto invernadero. Las emisiones por fuentes de absorción y por sumideros de la silvicultura y otros usos de la tierra tienen una medida neta que se calcula a través de las emisiones totales de las fuentes menos las absorciones de los sumideros, la categoría incluye las tierras forestales, las de cultivo, los pastizales y la quema de biomasa (FAO, 2014). Esta categoría no incluye las emisiones y absorciones de CO2, y los resultados se dan en toneladas de carbono por año. El indicador para Chile se encuentra en 3.5 t de carbono por año per cápita, y el límite de este es 2.6t de C per cápita.


Según el Ministerio del Medio Ambiente (2021), el sector de uso de la tierra, cambio de uso de la tierra y silvicultura (UTCUTS), que se encarga de medir las emisiones y absorciones de gases de efecto invernadero con las de las actividades silvícolas y el cambio del uso de la tierra, en Chile este es el único sector que consistentemente absorbe CO2 en el país y hace que sea relevante por su potencial de mitigación. En 2018 el sector llegó a representar el 36% del balance de la producción de gases de efecto invernadero, debido a su condición de sumidero del país. El ministerio advierte que respecto a las emisiones y absorciones de los gases de efecto invernadero, el 83.2% pertenece al grupo de las tierras forestales, un 10.2% de productos de madera recolectada, 4.5% de pastizales, y un 1.3% de tierras de cultivo. 

 

Con el propósito de cumplir con la finalidad del presente documento, el cual era evaluar los principales sistemas productivos avícolas chilenos y su vinculación con el grado de transgresión de los límites planetarios, para así poder proponer mejoras respecto de una mejor gestión de la inocuidad alimentaria, se plantea trabajar en las siguientes estrategias para promover el enfoque de Una Salud: seguridad alimentaria, agricultura sostenible, conciencia de la resistencia a los antimicrobianos, sanidad animal e inocuidad alimentaria (FAO, 2021). 

 

Conclusión


En los resultados presentados, se puede ver que las producciones avícolas están fuertemente relacionadas con la huella material, las emisiones de CO2, y la huella ecológica relacionada con la resistencia antimicrobiana y el uso de suelos. La agricultura tiene una actuación sinérgica sobre la desregulación fisicoquímica global, la cual es medida a través de la acidificación de los océanos, las contaminaciones generales en la atmósfera, tierra y agua, la acumulación de desechos y los cambios climáticos. La agricultura llega a ser el mayor proveedor de mano de obra y consumidor de los recursos de tierra y biomasa. Los sistemas alimentarios, que van desde la granja a la mesa, son los contribuyentes más relevantes. En cuanto a factores estresantes de los límites planetarios, se ha relacionado fuertemente la agricultura con una alteración de los ecosistemas, con un cambio en los flujos químicos debido a fertilizantes, y en la contaminación de aire, agua y producción de gases de efecto invernadero. 

El desequilibrio con el nitrógeno es debido a una fijación industrial por parte de fertilizantes nitrogenados, más una fijación biológica por parte de pastizales, lo que hace que haya un aumento en la entrada de nitrógeno reactivo a la tierra, mientras que el uso de fertilizantes fosfatados provocan eutrofización de las cuentas hidrográficas, el flujo de fósforos llega a los ríos, de los ríos al océano y causa eventos anóxicos oceánicos que llegan a ser perjudiciales a la biodiversidad.

 

Existe una relación evidente entre la conexión del enfoque de “Una Salud” y los límites planetarios, y entre la biodiversidad, los ecosistemas, las enfermedades infecciosas y la producción agropecuaria, cualquier enfermedad en animal representa una amenaza directa a la economía de las comunidades rurales que dependen de esta producción, asimismo una afectación a la disponibilidad de alimentos para las personas.


Realizar estudios que combinen el sistema de producción (ya sea un sistema alimentario o pecuario) con los enfoques de una salud y con los límites planetarios es posible y además, tienen una gran justificación ya que la frecuencia de propagación de patologías virales y el traspaso de las enfermedades de animales a personas llegan a representar una carga significativa sanitaria. Cuando se entiende qué límites se están transgrediendo se puede buscar una estrategia pronta para resolver esos asuntos de salud pública.


A la luz de todos los antecedentes e inferencias realizadas durante este inédito trabajo de investigación realizado en América Latina y en específico, desde Chile, se hace necesario que nuestros países consideren la generación de ciertos mecanismos y estrategias para la reconversión del sector avícola hacia uno más eficiente y con enfoque en el desarrollo regenerativo y de “Una Salud”.

 

Más información:


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alvaro.urzua@foodintegrity.cl 

 

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