La sostenibilidad extendida, un desafío para los envases y embalajes de carne fresca

Se trata del mayor impulsor en términos de innovación tecnológica, optimización de materiales y estándares de calidad, para garantizar la extensión de la vida útil, la inocuidad y seguridad alimentaria.



Por: Mgter. Ing. Silvio Colombo. Director de Educación del Instituto Argentino del Envase (IAE).

 

Fotos: Banco de imágenes

 

La rápida expansión del comercio electrónico y de venta directa de alimentos a los consumidores finales, en especial de productos frescos, mantuvo un crecimiento sostenido desde el año 2020 a la fecha, por cuanto la industria de los envases y embalajes tuvo que obligatoriamente evolucionar y adaptarse a las demandas vertiginosas y cambiantes del mercado.

 

Uno de los desafíos tecnológicos más destacados implica localizar de manera efectiva los puntos calientes de la cadena de valor que garanticen una trazabilidad confiable del producto durante todo su ciclo de vida. Para esto, será necesario desarrollar y aplicar buenas prácticas enfocadas al diseño, selección y optimización de materiales de envases adecuados, sus tecnologías de fabricación asociadas y sus procesos productivos involucrados, a fin de obtener mejoras significativas no sólo en la calidad del producto envasado, sino además en su impacto en el medio ambiente y en los costos operativos asociados. 

 

Si bien cuando se trata de carnes frescas la extensión de la vida útil y la seguridad alimentaria continúan siendo las principales inquietudes, hoy en día la problemática del medioambiente influye directamente en el análisis de diferentes escenarios de envases y embalajes sostenibles. Sumado a esto, nos encontramos con consumidores enfocados en una alimentación saludable, ética y responsable, lo que desafía a los productores a desarrollar metodologías y prácticas de producción más sostenibles e, incluso, circulares. En tal sentido, existen sistemas de envasado que minimizan el desperdicio de los materiales provenientes de los envases, tales como restos de films, los cuales a su vez procuran trabajar a velocidades de ciclo entre un 10 y un 15% más rápidas en comparación con las máquinas de envasado skin convencionales.

 

Los sistemas de film de barrera retráctil o shrink barrier film (BDF), por su parte, se encuentran formulados con propiedades de barrera y antivaho, ideales para el envasado de unidades de productos alimenticios frescos bajo atmósfera modificada. Este tipo de películas además cuentan con propiedades ópticas excepcionales, mejorando a su vez el brillo y la transparencia, generando como resultado un atractivo similar al de una solución tradicional de película estirable.

 

Para ser competitivo en este mercado tan versátil y desafiante, será necesario desarrollar estrategias de innovación orientadas en el desarrollo de nuevos materiales de empaque que contemplen la búsqueda de soluciones al envasado de productos con hueso sin sacrificar el rendimiento, la durabilidad o la vida útil.


Envases activos 

 

Los envases activos o inteligentes son aquellos que se diseñan y desarrollan para mejorar la seguridad, calidad e integridad de los productos envasados, como así también para minimizar la pérdida y desperdicio de alimentos, por cuanto cada vez toman mayor notoriedad y relevancia en las góndolas, si bien su aplicación directa en la industria de la carne aún se considera escasa. 

 

Los envases activos que contienen agentes antimicrobianos, antioxidantes y reguladores de la humedad, se pueden utilizar para productos secos y envejecidos y para mejorar la calidad y la vida útil de la carne congelada y descongelada. Por otra parte, se necesitarán más innovaciones que utilicen polímeros producidos de forma sostenible, junto con la incorporación de compuestos activos de múltiples funciones que propicien una mejora en la calidad y la vida útil de la carne. Quedan desafíos de escala por resolver, tales como utilización de la tecnología y volúmenes acordes a cumplir con las normativas vigentes en los diferentes países para los casos de exportación.

 

Envases compostables

 

A medida que evolucionan los estándares de envasado de alimentos, los procesadores y minoristas de carne buscan alternativas a los formatos de envases tradicionales de poliestireno expandido (EPS) y polietilentereftalato (PET), dada su limitada capacidad de biodegradación y reciclabilidad.

 

Estos envases se encuentran diseñados para descomponerse en material orgánico, bajo condiciones de compostaje, sin dejar residuos dañinos, y proporcionando una solución ecológica.



Fuente: Instituto Argentino del Envase 

 

Estrategias de sostenibilidad 

 

Los procesos de innovación en el envasado de carne fresca deberán incorporar, en los próximos años, factores y alternativas de análisis técnico-económico, trazabilidad y medición del impacto ambiental, que permitan desarrollar e investigar en el campo de los materiales tales como, films biodegradables, polímeros renovables, envases comestibles, recursos naturales, envases inteligentes y activos, entre otros.

 

Huella de carbono

 

La medición de la huella de carbono, por su parte, es la encargada de dimensionar el impacto en términos ambientales. Este concepto equivale a la cantidad de emisiones de gases efectos invernadero equivalentes que se precisan para fabricar un determinado producto o envase.

 

En el ejemplo del gráfico, podemos comparar dos casos testigo, para el mismo producto, donde se evalúa el impacto ambiental producido por las diferentes etapas relevantes del proceso de fabricación y, en especial, el proceso de embasamiento de la carne. Los valores arrojados para un análisis de huella de carbono sobre la comercialización de un bife de solomillo de 330grs, donde inicialmente se envasaba y sellaba con atmósfera controlada y el cual generaba un 12% de residuos, por el solo hecho de cambiar los materiales por otra estructura tricapa (PS/EVA/PE), generaron un 3% menos de residuos. Pero además se midió el impacto en determinados puntos de la cadena de valor tales como, utilización del agua, producción del packaging, transporte, y tratamiento de desperdicios de comida, deduciendo que el ahorro total promedio de huella de carbono en el caso del solomillo es de 5grs CO2e, los cuales corresponden al cambio de material del empaque, mientras que por disminución en la pérdida y desperdicios de alimentos es de 730 grs CO2e.

 

Compartir:

Post Relacionados