Industria avícola argentina: de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos
La creciente demanda del consumidor por la carne de ave presenta desafíos que abarcan desde la tecnología en equipamiento, genética, manejo, nutrición y el cuidado del medio ambiente.
Por: Silvia Viora, Médica veterinaria. Especialista en Calidad Agroalimentaria. Posgrado en agronegocios UBA. Docente universitaria. Asesora independiente de empresas avícolas.
Fotos: Silvia Viora
La producción de aves para carne o huevos tuvo, por muchos años, un papel secundario dentro de los aportes a la alimentación humana. De alta calidad proteica, sin restricciones de orden nutritivo ni religioso, sus productos han sido relegados a fiestas y a determinados acontecimientos dentro de la mesa alimentaria argentina. Sin embargo, en los últimos años, la demanda aumentó debido a los precios accesibles y a la caída de mitos sin ningún sustento científico. La industria avícola respondió a esta demanda con la incorporación de tecnología en equipamiento y avances en genética, manejo y nutrición.
Si bien todavía persisten galpones convencionales, el avance de la automatización de la producción, llevó a la reconversión de las estrategias del negocio. Según mi opinión personal, han surgido nuevos desafíos para los próximos años:
- La globalización de riesgos: surgen en el mundo nuevos patógenos y emergen otros que se creían controlados. El concepto de Una Salud, tiene en cuenta a las zoonosis, enfermedades transmitidas de los animales al hombre y viceversa. Su influencia en el mercado es importante, el consumidor está cada vez más informado y exige consumir productos inocuos.
- El manejo integrado del medio ambiente: Responsabilidad social frente al entorno, adecuada disposición de desechos. El medio ambiente no nos pertenece, lo tomamos prestado de nuestros hijos.
- El compromiso con el bienestar animal: un animal estresado produce menos, por lo que es buen negocio el buen trato a los animales.
- La capacitación de mandos medios: las nuevas tecnologías requieren de un personal eficiente y comprometido. Los profesionales debemos asumir el deber moral de ayudar a la mejora del trabajador y el empresario debe proporcionar los medios para que esa capacitación se realice y mantenga.
- La capacidad para hacer frente a situaciones del mercado: aumento de precios de los cereales frente a climas adversos, dificultades para acceder a insumos importados imprescindibles.
- Cambiar el pensamiento de granjero a empresario: existen en el sector muchas empresas familiares, con lo cual debe coordinarse el traspaso generacional para preservar la continuidad de la empresa. Permitir el disenso, en equipo, y con un objetivo común.
La industria avícola va a continuar avanzando, surgen oportunidades de negocios en el mundo para abastecer a mercados que por diversas causas han disminuido su producción. Hay que estar preparado.
Como segunda generación, con mi hija Laura la transitando la tercera dedicada “a las plumas”, creo que es muy difícil salir de ellas. Agradezco poder vivir de esta apasionante profesión.