CERTIFICACIÓN DE COMPETENCIAS LABORALES: UN PASO ADELANTE PARA EMPRESARIOS Y TRABAJADORES
El objetivo es sencillo: lograr que todos los trabajadores tengan un reconocimiento a los saberes que no han obtenido de un sistema formal, sino de modo oral informal, pero que le permiten el desempeño de sus funciones laborales. Es decir, valorar a las personas que son competentes pero que no fueron reconocidas por ningún organismo estatal o empresa por su “capacidad de hacer” en una situación de trabajo.
Por eso, la Unión de la Industria Cárnica Argentina (UNICA), junto a la Secretaría de Empleo de la Nación, organizaron un seminario sobre “Certificación de Competencias Laborales” que intenta ser punto de partida para sistematizar los métodos de trabajos de la industria cárnica, a partir del estudio y discusión de todos los sectores involucrados: empresarios, trabajadores y Estado.
En el encuentro hubo representantes sindicales, profesionales dedicados al área de calidad y capacitación en frigoríficos, dirigentes de UNICA, y profesionales de la Secretaría de Empleo encargados de desarrollar el seminario.
En principio, la industria cárnica en general deberá discutir y consensuar normas básicas de trabajo del sector (de cada función específica), para luego poder realizar las evaluaciones correspondientes de cada trabajador. De este modo, el empresario sabrá cuáles son las falencias puntuales (y así poder focalizar la capacitación de acuerdo a las necesidades), mientras que los empleados lograrán un reconocimiento público de su experiencia, aunque tenga (o no) estudios formales.
Para otorgar las certificaciones habrá un organismo constituido por representantes de la producción y el trabajo. Desde allí se plasmarán las evaluaciones y luego le brindarán la información al Ministerio de Trabajo, en donde se realizará una base de datos a nivel nacional sobre capacitadores, evaluadores y calidad de los recursos humanos del sector.
Algunos de los puntos que se remarcaron como beneficiosos para los empresarios son: mejorar la inversión en capacitación, introducir procedimientos objetivos para evaluar la calidad de recursos y la gestión. Para los trabajadores, se mostró auspiciosa la idea de reconocer la capacidad de una persona más allá de los títulos académicos, así como también la de mejorar la inserción laboral y la oportunidad de crecer en una carrera que se “estudia” sólo en los lugares de trabajo.
El sociólogo Pablo Granovsky, uno de los capacitadores del Estado, remarcó que “hay que tener cuidado con la idea de permanencia de las normas. Estas no son eternas. Debe haber mecanismos de actualización, y eso sólo se logra con el monitoreo constante”. Además, dijo que “el Estado va a capacitar a aquellos que no estén aun aptos para realizar buenas prácticas, así como también cuando haya avances tecnológicos de importancia”.
En esa misma línea intervino Norma Almirón, representante de la Unidad de competencias y certificación de la secretaria, al aclarar que “la idea es formalizar conocimientos que no están sistematizados. Pero ojo, no se certificarán potencialidades de trabajo sino la práctica concreta de cada persona”.
La iniciativa ya se ha probado en los sectores gráficos, metalúrgicos, mecánica del automotor, y panadería artesanal con bastante éxito. Ahora resta ver si eso se traslada a una de las industrias más prolíficas y con más tradición en el país.