BOVINO CRIOLLO: LA RAZA MÁS ANTIGUA Y ADAPTABLE

Por Miguel Solanet*

 

En el período prehispánico no existían bovinos en América. Los primeros en llegar a lo que hoy es el territorio argentino, provienen de los introducidos por los colonizadores españoles durante los primeros años de la conquista. Estos animales, evolucionaron casi por selección natural, proceso que comprendió más de cuatro siglos, originándose una población que se caracteriza por su adaptación y calidad biológica para las condiciones ambientales de las zonas marginales a las que actualmente se traslada la cría de ganado bovino criollo, como consecuencia de la expansión de la frontera agrícola.

Los primeros ejemplares ingresaron a la Argentina en 1549 por el noroeste (desde Perú, por Bolivia o Chile), por el norte (por Paraguay), por el este (Brasil), y por el Río de la Plata. La utilización comercial y el clima templado de esta región favorecieron el rápido incremento del número de animales. Tuvieron un papel muy destacado en la consolidación de los primeros asentamientos humanos formados por los españoles y en su desarrollo económico y cultural a través de la provisión de alimento (carne y leche), abrigo (cuero) y trabajo (transporte).

Se multiplicaron de manera asombrosa desde los glaciares patagónicos hasta el oeste norteamericano por sus aptitudes biológicas: la vaca criolla es de tamaño mediano (400 a 440 kg), de conformación angulosa, su inserción de cola es alta y adelantada, lo que determina una mayor amplitud del canal de parto. Tiene una buena implantación de ubre, de mediano desarrollo y con buena disposición de sus cuartos. La producción de leche basta para alimentar satisfactoriamente a sus crías (de 4 a 6 litros diarios), aunque existe una variedad lechera con mayor producción. El peso del toro varía entre 600 y 800 kilogramos a la edad adulta.

 

 

Su variabilidad genética es una de las ventajas para tener en cuenta en las cruzas, pues asegura un mayor vigor híbrido, produciendo terneros media sangre con mayor peso al destete (la aptitud materna de sus vacas asegura un peso superior al 50% de la madre). La buena producción lechera de las vacas también ofrece una posibilidad para la explotación tambera en zonas donde no pueden llegar las razas productoras de lácteo tradicionales.

Es evidente que el ganado Bovino Criollo Argentino en rodeos puros o en cruzamientos es una herramienta de vital importancia ya que se adapta perfectamente a las condiciones medio ambientales y estructurales de la región. Sus pelajes son todos los posibles del Bos Taurus, sobre las capas básicas blancas, doradillas y negras, con todas sus combinaciones conocidas. Su fertilidad y facilidad de parto la convierten en la mejor raza para el entore precoz de vaquillonas con ausencia total de distocias.

Otra de las cualidades más sobresalientes es la mansedumbre, aspecto de fundamental importancia para las condiciones en las que se desenvuelve la ganadería de cría en zonas marginales (sin alambrados perimetrales, con mucho monte y aguadas muy distantes). Esta docilidad, permite efectuar un ahorro sustancial de energía, que puede ser decisivo en épocas de escasez de forraje. Con instalaciones precarias, nulas o inexistentes, los Criollos pueden ser manejados sin contratiempos. También es notoria su gran capacidad de desplazamiento, que sumado a su menor frecuencia de bebida, la preparan para aprovechar grandes áreas de pastoreo.

Sin embargo, es importante hacer notar que estos bovinos presentan una importante ventaja comparativa, con respecto a los otros. La misma se refiere a la distribución de los tejidos carne-grasa-hueso. Si comparamos animales Criollos o cruza con Criollo con otras razas, vemos que si bien poseen iguales rendimientos a faena, los primeros poseen una menor cantidad de grasa, lo que permite obtener reses más magras, y con menos desperdicios posteriores.

 

*Presidente Asociación Criadores de Bovino Criollo

Para mayor información: www.viarural.com.ar