AMERICARNE 77: MERCADO INTERNO / CADENA DE COMERCIALIZACION DE LA CARNE BOVINA EN ARGENTINA

AMERICARNE 77: MERCADO INTERNO / CADENA DE COMERCIALIZACION DE LA CARNE BOVINA EN ARGENTINA
Por Lic. María Cecilia López*
 
 
Sin dudas, la disminución en la producción de carne vacuna resultante de una baja en la cantidad de vientres es el factor fundamental a la hora de comenzar a analizar la situación de la cadena. Dos factores clave que hicieron que se registre falta de carne en las góndolas, con el consecuente aumento del precio, son la sequía que comenzó a fines de 2008 y se extendió en 2009, y los efectos de un gran número de políticas públicas.
 
A la vez, factores adicionales como la falta de previsibilidad del negocio, la falta de homogeneidad en las realidades de las economías regionales y el marco político e institucional como factor de incertidumbre para el sector con políticas poco claras, provocan la desarticulación total de la cadena: disminuye la producción, el ganadero no invierte, caen los números de terneros nacidos, se faena menos, cae la actividad de los frigoríficos, cae la presencia del producto en góndola, y aumenta el precio.
 
Adicionalmente, el perfil del consumidor argentino presiona la demanda, ya que no está dispuesto a resignar su consumo de carne vacuna y reemplazarla, por ejemplo, por cerdo o pollo. Por esto resulta difícil lograr que el consumidor espere al reacomodamiento de la producción para poder regular el abastecimiento, de lo que se deduce que la carne estaría actualmente comportándose como un producto casi inelástico: los argentinos, en general, no dejan de consumir el producto de manera masiva aunque el precio aumente, quizá no compren carne vacuna asiduamente como están acostumbrados, pero no suspenden su consumo de manera total, y reclaman un aumento de la oferta que se ve reflejado en la escasa sustitución.
 
De continuar estas condiciones, seguirá faltando carne, con la consecuente reducción del ingreso de los productores, no se podrá por lo tanto cubrir las demandas internas ni externas, y deberá recurrirse alternativamente a la importación de carne, lo que provocará una disminución en la calidad del producto en góndola, y la cadena se desarticulará aun más, frenándose las actividades de cada eslabón.
 
 
DESAFIOS Y ALTERNATIVAS
 
Tomando en cuenta lo mencionado anteriormente, existen muchos desafíos de cara al futuro, básicamente mejorar la confianza de los productores y consumidores internos y externos.
 
El Estado debe saber que es necesario promover políticas claras y sostenibles en el tiempo, para asegurar la confianza del productor en cuanto a posibilidades de inversión y previsibilidad, y del consumidor, en cuanto a calidad, precio, y abastecimiento.
 
En este sentido, y como ejemplo, es un tanto ingenuo por parte de un Estado intentar fijar precios bajos para cortes populares, porque esta no es la solución al problema de base. Hay que aceptar en principio, que el productor sabe como producir carne, cuales son sus costos, cuales son sus beneficios y posibilidades, y por su lado el consumidor fija los perfiles de demanda de acuerdo a sus necesidades, y entre ambos cual es el precio final adecuado del mercado, con lo cual las políticas orientadas a fijar precios no son lo más acertado, más cuando el producto no escasea necesariamente por un aumento desmedido en el consumo, sino por factores estructurales.
 
En cuanto a la cobertura de la demanda externa, medidas como las restricciones a la exportación tampoco ayudan, sino que crean un contexto de incertidumbre para el país comprador, así como también perjudica el clima propicio para negociar acuerdos comerciales.
 
Por todo lo anterior, deben existir políticas claras, que no perjudiquen al sector, y por lo tanto al consumidor. La actividad ganadera es una de las más importantes de la economía, y hay que valorarla como tal. En este sentido, es fundamental generar certidumbre a productores, con mas subsidios e incentivos fiscales, impulsando con más fuerza el consumo de carnes alternativas, para poder descomprimir un poco la demanda y darle tiempo al aumento de la producción de carne vacuna y poder lograr así un precio estable y la presencia segura en supermercados y carnicerías, entre otras medidas.
 
Desde el lado de los productores se debe trabajar en conjunto para que la situación no empeore, comportarse como un todo y unirse, dejando de lado la especulación que siempre existe al momento de una crisis, es decir, si un productor tiene como actividad principal la ganadería que no se apresure a dejarla de lado “por un rato hasta que todo se acomode”, sino que se enfoque en la permanencia de la misma en la medida de lo posible.
 
Como consumidores debemos aprender a integrar en nuestra dieta otros productos cárnicos, lo cual no implica abandonar la carne vacuna de ningún modo. Tampoco se trata de reducir el consumo como “castigo” para que el precio baje, sino equilibrar el consumo para poder darle tiempo al repunte de la actividad. Ese es el aporte que como consumidores podemos hacer para mejorar la situación. No se pretende tampoco tomar a las carnes alternativas solo como un recurso para “salir del paso”, sino todo lo contrario, esto debe servir también para que el consumidor argentino las incluya como parte de su dieta habitual, por eso se hizo anteriormente hincapié en una campaña de promoción de otras carnes, recalcando sus beneficios y propiedades.
 
*Asesora en agronegocios
 
 

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