Surfeando la ola en un año de incertidumbres

Luego de un 2023 golpeado por la Influenza Aviar, el sector avícola mira con expectativas el nuevo año marcando la necesidad de aumentar la producción, ganar más mercados y mantener el consumo.  



Por: Roberto Domenech, presidente de CEPA

Fotos: Red Alimentaria

 

Este 2024 es un año que si lo analizamos desde hoy es sumamente incierto por el momento debido a varios motivos. Primero porque el rumbo económico está buscando un destino pero que va, de alguna manera, adecuándose al sistema democrático que tenemos en donde las cosas llevan su discusión y su análisis. Desde el punto de vista sanitario el sector llega bien, a un año de haber tenido la Influenza Aviar, con todos los casos cerrados y declarado nuevamente como país libre de IA por la OMSA, pero con los principales mercados como China y Chile todavía sin abrir, esperando al mes de marzo donde tendríamos la visita para auditar las condiciones generales con que se manejan. En ese sentido, nuestras expectativas son siempre favorables y positivas buscando la manera de ir surfeando las distintas olas y problemas que se puedan ir presentando.





 

En materia de producción, el año 2023 se ha cerrado casi en 2 millones 500 mil toneladas de producción. Hemos superado los mil millones de pollitos bebés nacidos durante el año pasado. Según el alojamiento de reproductoras del segundo semestre, la reposición marca un crecimiento de un poco más del 2,5% que era lo que teníamos previsto para el periodo 2020-2025.

 

En cuanto a comercialización, el mercado interno está sufriendo los embates del cambio de modelo que está tratando de atacar el flagelo de la inflación resolviendo los problemas de los dos déficit, tanto el operacional que tiene el país (con emisión monetaria) como el de balanza de pago internacional. Estamos en plena discusión de los salarios, no por nuevas paritarias sino que es un repaso de los acuerdos obtenidos que venían siendo en el último año cada tres meses y en este momento estamos haciendo acuerdos por 30 o 60 días. Terminamos el año con 49 kilos de consumo en el mercado interno, la lógica seria que ese consumo descomprima en un kilo o kilo y medio, y que ese sobrante retome mercados internacionales aún cerrados junto con un aumento de la producción. El pollo sigue siendo por lejos la proteína animal más barata al alcance de la gente, pero hay que ver hasta dónde a la gente le alcanza.

 

Con respecto al mercado externo, el año pasado con la problemática de la IA se salió a buscar nuevos mercados, que aceptaran las garantías que ofrecía el SENASA para dar seguridad de que la enfermedad estaba bajo control y se estaban eliminando los focos de influenza. Así, se lograron abrir 19 nuevos mercados, en un 95% en distintos países de África. Son importadores de producto de precio bajo, por lo que hubo que colocar buenos productos a un precio muy bajo. De esta forma, entre lo que exportamos en 2022 vs. lo que exportamos en 2023, perdimos 70 mil toneladas, de 260 mil bajamos a 182 mil, perdiendo 200 millones de dólares de facturación porque tuvimos que bajar en promedio el valor de la tonelada de 1600 dólares a 1050 dólares. Creemos que tenemos que recuperar gran parte de ese promedio con los mercados que tenemos, sin abandonar los nuevos ni a los 14 que pudimos reactivar. La perspectiva es que podríamos exportar más y convertirnos en proveedores confiables teniendo mejores precios.

 

En materia de tecnología, los frigoríficos están en su gran mayoría actualizados. Cada vez crece más la demanda de producto fraccionado, cayendo la de pollo entero. Esto va a requerir la incorporación de otro tipo de tecnología que ya se utiliza en otros países para poder hacer más productivo el trabajo y tener costos más accesibles.

 

En infraestructura se profundiza el atraso por falta de galpones. Es imposible pensar en avanzar en un desarrollo e inversión en infraestructura cuando no existe el crédito internacional ni interno. Estamos hablando de inversiones de 245 mil dólares aproximadamente para galpones de 25 mil pollos. Del plan que teníamos de reconversión o desarrollo nuevos galpones, alrededor de 1000 (a razón de 300/350 por año), tenemos un atraso de 500 galpones, lo que nos limita la capacidad de crecer el 2,5 al 3% anual previsto.

 

La sostenibilidad es una condición innegociable. Cada vez se trabaja mejor  se profundizó con el pasaje de la Influenza Aviar. Seguimos muy atentos con la bioseguridad en granja.

 

Estamos viendo un 2024 con mucha incertidumbre, en el que deberemos ser muy prudentes e ir acomodando nuestros programas e ideas en la medida en que vayamos viendo cómo evoluciona todo. Esperamos que una vez que se estabilice lo macro y se organice el problema financiero y económico del país, se proyecte un incentivo de las producciones y las exportaciones, para lo cual se necesitan medidas puntuales que tengan en cuenta el problema del retraso cambiario que se vislumbra en el horizonte.


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