RED ALIMENTARIA LES DESEA FELICES PASCUAS

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En esta ocasión contaremos sobre una linda tradición típica del término de Semana Santa que es el tradicional Huevo de Pascua, y que tiene una venerable historia. Acostumbrados a disfrutar de su versión de chocolate, debemos saber que esta es una versión muy sabrosa pero relativamente moderna ya que los huevos de aves (fundamentalmente gallinas y patos) decorados con guardas de colores han sido reconocidos como símbolo de la continuación de la vida y de la resurrección, apareciendo en celebraciones.
Dentro de la mitología egipcia el huevo adquirió importancia cuando el Ave Fénix se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde a partir del huevo que lo había creado en un principio.
También los hindúes sostenían que el mundo había nacido de un huevo. Se sabe que ya se entregaba como regalo pintado de brillantes colores en festivales conmemorando el advenimiento de la Primavera entre los antiguos Griegos, Persas y Chinos, apareciendo también el huevo en la mitología pagana donde se habla del Pájaro Sol entrelazado con la Tierra Huevo.
Los primeros Cristianos consideraron al huevo como un símbolo obvio de la Resurrección de Jesús por lo que fue incluido en los aspectos sacros de la celebración Pascual. Durante la Edad Media los huevos fueron coloreados para regalarse en Pascuas y así en las cuentas de Eduardo I de Inglaterra para el año 1290 aparece incluido el gasto por la compra de cientos de huevos para distribuir entre sus criados.
En el siglo XVII el Papa Pablo V bendijo el humilde huevo en una plegaria a utilizarse en Inglaterra, Escocia e Irlanda: “ Bendice, Señor, te rogamos, esta Tu criatura de huevos, que se transformará en un sustento mayoritario de Tus fieles sirvientes, comido en agradecimiento a Ti, recordando la Resurrección de Nuestro Señor “.
En la Edad Media -el papa Julio III lo hizo en 1552-estaba prohibido consumir huevos durante la Cuaresma, pudiéndose hacerlo recién el Domingo de Pascua, tanto para los festejos ó como regalo para familiares, amigos y sirvientes. El intercambio o regalo del Huevo de Pascua representaba un regocijo, especialmente para los niños que podían salir al campo para buscarlos, entonado cantos de aleluya. Esta costumbre se mantiene aún vigente en muchos países, donde los mayores esconden huevos pintados en los jardines o dentro de las casas; como en los EEUU, donde hasta en los jardines de la Casa Blanca se desarrolla una singular carrera de chicos que hacen rodar huevos, ganando el que llega más lejos sin romperlos. La leyenda dice que una liebre juguetona -después se transforma en el conejo, símbolo también de la Pascua, entre otros animalitos- es la encargada de esconderlos.
Diferentes culturas han desarrollado su propia forma de decorar los huevos de Pascua. Así en Grecia se intercambian huevos carmesí para recordar la sangre de Cristo, mientras que en Alemania y Austria se usan huevos pintados de verde en Jueves Santo. Entre los eslavos se decoran los huevos con guardas en oro y plata. Los Armenios decoran huevos vaciados con imágenes de Cristo y la Virgen.
Tipos especiales de huevos son los denominados “Pysanki” de Polonia y Ucrania, que se convierten en obras maestras de artesanía; se vierte cera fundida sobre huevos frescos y luego se someten a baños sucesivos de tinturas. Después de cada baño, se aplica cera pintada en el área donde el color precedente debe permanecer, logrando magnificas guardas de colores en un artístico trabajo.
En la historia se han hecho famosos muchos Huevos de Pascua. Algunos por la enormidad de su tamaño. Otros por su originalidad. Madame Du Barry recibió en una ocasión un huevo obsequiado por Luis XV que estaba completamente recubierto de oro. El mismo rey distribuía entre sus cortesanos huevos pintados o grabados. Watteau, Lancret y Boucher llegaron a realizar en ellos verdaderas obras de arte. En el museo Lambinet, en Versailles, se encuentran dos huevos que se consideran una maravilla y que fueron regalados el día de Pascua a Madame Victoria, tía de Luis XVI: tenía reducido al tamaño de su cáscara pequeños personajes en relieve de una delicadeza inigualable. Del mismo modo durante la Revolución Francesa, se ofrecían en el pueblo, entre las amistades, huevos que encerraban figuras significativas de esos tiempos trágicos.
Bajo el Imperio napoleónico se ofrecían a las elegantes ciudadanas huevos de azúcar, adornados con flores y guarnecidos de golosinas. Sin dudas, el huevo considerado como el más caro de la historia fue el producido por el joyero Karl Fabergé, joyero francés contratado en la corte rusa donde realizó más de 50 huevos imperiales. Uno de los más impresionantes se encuentra en venta en Christie`s con un valor estimado entre 4 y 6 millones de dólares. Labrado en cristal de roca y adornado con más de 3 mil diamantes y platino, está acompañado por una cesta de flores de diamantes y cuarzo.
El huevo, fue un obsequio del zar Nicolás II a su madre María Feodorovna, el domingo de Pascua de 1913, año que marcó el tricentenario de la dinastía Romanov. Otros de los 44 huevos de Fabergé que aún se conservan se han repartido entre colecciones privadas, como la de la reina Isabel II de Inglaterra y las vitrinas de los museos del Kremlin y Moscú.
Finalmente y como conclusión: revisemos nuestros conceptos acerca de la importancia de un huevo en la expresión normalmente utilizada de referencia para valorar el peso de una opinión o decisión ajena.
 
FELICES PASCUAS!!!
 
Equipo de Red Alimentaria

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