Ionización de carnes ¿una cuestión de percepción?

Si bien la irradiación ha probado ser una solución efectiva para lograr productos sanos, seguros y duraderos, que va en línea con la reducción de desperdicios de alimentos y constituye una ventaja competitiva para el comercio, esta técnica aún debe superar la desconfianza de los consumidores. 

Por: Daniel Perticaro, Gerente General de IONICS S.A.
Fotos: IONICS


Los alimentos se irradian para destruir bacterias, hongos o parásitos que causan enfermedades a los seres humanos o hacen que los alimentos se echen a perder. También se irradian para control fitosanitario y evitar la propagación de plagas. Los alimentos irradiados tienen generalmente una vida útil de almacenaje más prolongada debido a la reducción de los microorganismos dañinos.

La irradiación de carnes y sus derivados ha probado ser una solución y una técnica sumamente efectiva para lograr que éstos resulten sanos, seguros y duraderos. Si bien el objetivo en la preservación de las carnes y alimentos en tiempo y sanidad es una preocupación constante para los científicos e industriales en todo el mundo, no queda muy claro cuál es el papel que juegan los consumidores.

Ya en tiempos antiguos existían limitaciones legales y/o religiosas para incluir un alimento en la dieta de la sociedad. Basta con recordar las prohibiciones de consumo de alimentos de origen porcino, que aún hoy persisten, o los largos ayunos que experimentaba la población para obtener purificación. 

La irradiación de carnes y sus derivados ha probado ser una solución y una técnica sumamente efectiva para lograr que éstos resulten sanos, seguros y duraderos

Es evidente que las creencias y rituales religiosos son determinantes de los estilos de consumo de alimentos. Escuché a un prestigioso científico especialista en irradiación de alimentos y nutrición decir: “...todavía no entiendo por qué a la gente le preocupa comer carnes o alimentos irradiados en general, mientras no tiene problemas o aun prefiere inyectarse con jeringas irradiadas a dosis 10 veces superiores”. Repetí mentalmente la pregunta antes de arriesgar una respuesta y me quedé pensando que quizás no encontraba una lógica porque no enfocaba el tema desde el ángulo indicado. El razonamiento lineal me llevaría a pensar que la respuesta sólo podría estar en la falta de información sobre las bondades de la tecnología, las definiciones de dosis, energía electromagnética, ionización, y así siguiendo. 

La verdad es que nosotros los humanos tenemos, como muchos otros animales, una reacción ante los estímulos del ambiente propia de nuestra percepción de la realidad. Así protegemos los siete agujeros de nuestra cabeza aún en forma inconsciente. Nos tapamos los oídos ante un ruido estridente, cerramos los ojos si la luz es intensa, dejamos de respirar si percibimos un olor desagradable, y de ninguna manera introducimos en nuestra boca algo que percibamos peligroso o que no nos parezca apetecible. Sin embargo, confiamos en profesionales para inyectarnos, y dejamos que ellos definan las condiciones que sean necesarias. ¡Es otro el que decide!

Entonces si percibimos que los alimentos irradiados son perjudiciales, no los consumiremos. Aún si se mencionan las pérdidas económicas o de vidas por enfermedades transmitidas por los alimentos, que se podrían evitar por irradiarlos y así protegernos de contaminantes patógenos, no nos importará, ya que no nos alimentamos de acuerdo a estadísticas sino a nuestra propia percepción. 

Así surge evidente el papel de los gobernantes y autoridades públicas con responsabilidad sobre la salud y el bien común de la población. Nadie duda de vacunarse si un organismo de salud oficial así lo indica. No se consume leche pasterizada porque se conoce a fondo el proceso, se lo hace porque es obligatorio y las autoridades ya lo han analizado. Es por esto que los científicos y técnicos deben aportar todos los datos y los organismos oficiales deben elaborar normas que incluyan más alimentos irradiados, aparte de las 8 clases incorporadas en el 2017 en el Código Alimentario Argentino. La incorporación de Clases que incluyen a las carnes de pescado, bovina, porcina, caprina y alimentos de origen animal, ha modernizado el Código y aclarado el panorama a futuro para el tratamiento.

La tecnología de irradiación aplicada a carnes, está en línea con la política global de reducción de desperdicios de alimentos y trae grandes ventajas competitivas para mercados locales y de exportación con altas exigencias de calidad.

Más información:
http://www.ionics.com.ar/ 
dperticaro@ionics.com.ar


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