INDUSTRIA AVICOLA: PRODUCIR SIN CONTAMINAR

INDUSTRIA AVICOLA: PRODUCIR SIN CONTAMINAR

Por DIANA C. CRESPO

La avicultura es, en términos generales, una actividad ganadera intensiva que permite que una importante porción de la población se pueda alimentar adecuadamente, con proteínas de alta calidad y a un bajo costo.

El consumo de carne y pollo se viene incrementando en la última década de una manera sorprendente. Sin embargo, al aumento de la producción anual se le suma un mayor número de excretas animales y la presencia de plagas sinantrópicas (moscas-roedores) que preocupa al productor y genera conflictos de convivencia con el entorno periurbano que rodea a estas granjas.

Las granjas dedicadas a la producción de huevos se caracterizan por estar emplazadas en predios de poca superficie, con aves alojadas en galpones con serias limitaciones en su infraestructura.

Los sistemas intensivos de producción avícola pueden crear enormes problemas de polución, debido a las grandes cantidades de sustancias contaminantes de origen orgánico (Nitrógeno, Fósforo y Azufre) que se producen y contaminan el suelo y el agua.

Por otro lado, el material particulado que se libera en estos establecimientos, sumado a la proliferación de olores desagradables, plagas y fuertes emisiones de amoniacales, incrementan los riesgos por zoonosis.

En las aves, el 50% del nitrógeno que se le aporta, luego se excreta como ácido úrico. El mismo pasa rápidamente a ácido sulfhídrico y amoníaco, siendo este último el más abundante y de acción corrosiva directa. El amoníaco como gas se oxida y produce oxido nitroso (NOX). Este gas de efecto invernadero es 300 veces más contaminante que el dióxido de carbono (C02). Por otro lado, el amoníaco también es perjudicial para las aves confinadas y el personal que trabaja diariamente dentro de las instalaciones.

La contaminación comienza dentro de las granjas cuando los guanos de ponedoras y camas de los parrilleros se encuentran depositados directamente sobre el piso del galpón, usualmente, sin cementar.

Con los años, los altos contenidos en NPK se movilizan a través de los lixiviados en el perfil del suelo. Los mismos producen, primero, la contaminación puntual del suelo y, con el tiempo, estos se movilizan hasta alcanzar el agua subterránea.

La velocidad de contaminación del agua depende del tipo de suelo, la profundidad del agua subterránea, la edad del establecimiento, la humedad del guano o cama, las características químicas de las raciones de alimento balanceado, la orientación del galpón, las condiciones de ventilación, entre otros.

El problema se agrava cuando el productor retira el guano y las camas viejas de sus galpones y lo dispone en el parque aledaño al propio establecimiento, o bien, lo lleva a las huertas cercanas so pretexto de ser un fertilizante orgánico. Ambas prácticas deberían estar desterradas, ya que lo único que en forma directa se están aumentando son los problemas de contaminación química y biológica.

Sin embargo, si se desearan efectuar disposiciones directas de camas y guano al suelo, resulta necesario conocer la carga de contaminación microbiológica del mismo y los contenidos de fósforo, ya que este es el nutriente que regula la cantidad de estiércol que puede esparcirse en el suelo.

Luego deberá estimarse a qué plantas irá destinado el residuo, cuales son los requerimientos nutritivos de las mismas, el volumen de aplicación/ha, antes de ser usados como enmienda orgánica. Con ello se evita la deposición excesiva de compuestos al suelo y, por tanto, la posibilidad de que se conviertan en contaminantes. Usualmente no se dispone de esta información.

El segundo problema ocurre cuando los residuos son retirados de las granjas con destino incierto. El productor debe saber que las camas y los guanos son residuos patológicos y que su manejo está regulado dentro de la Ley 24.051. Los productores son responsables de la disposición y tratamiento final de los desechos y la autoridad competente debe conocer la ruta final de los efluentes liberados a través de una guía que lo certifique.

El empleo de residuos crudos, no degradados ni estabilizados sobre los suelos, es una práctica que debe ser eliminada. Estos vehiculizan parásitos, microorganismos patógenos, plagas sinatrópicas, etc.. Asimismo, son extremadamente fitotóxicos para los suelos y una manera rápida de contaminar los recursos naturales.

Los residuos deben ser empleados solo cuando hayan sido biodegradados de acuerdo a una metodología apropiada y debe demostrarse que química y ecotoxicológicamente están estabilizados.

Existen distintas tecnologías de transformación microbiana, tal el caso del compostaje y la biodigestión anaeróbica. Otras son las técnicas físicas como el secado de sustratos o los de densificación de la materia.

Las distintas tecnologías son capaces de darle valor agregado a estos residuos, pero se deben analizar los pro y contra de cada una de ellas antes de optar por alguna.

RECICLAR Y VALORIZAR LOS RESIDUOS AVÍCOLAS

Una alternativa adecuada para reciclar los guanos y camas es el proceso de bioconversión aeróbica denominado compostaje. Ambos residuos son en verdad complejos de degradar debido a que los valores pH son muy altos (entre 8 y 10) y la relación de carbono/nitrógeno (C/N) está desbalanceada, respecto a la ideal que es 30:1 de C/N.

En el caso del guano de aves ponedoras, la C/N es de 10:1 y en el caso de la cama es de 60:1, pero con altos tenores de lignina. Las mezclas para alcanzar un balance adecuado deben ser estudiadas apropiadamente si se pretenden lograr enmiendas maduras en lapsos no mayores a los 60 días.

Mediante el compostaje se llegan a alcanzar temperaturas por encima de los 60° C en forma sostenida. Esto permite la pasteurización de toda la masa bajo tratamiento, logrando eliminar, en los sucesivos vuelcos que se realizan en el proceso de compostaje, la carga de microorganismos patógenos y de parásitos presentes.

Si bien las excretas animales fueron y son recursos valiosos, pueden convertirse en el mayor obstáculo en el desarrollo futuro de esta industria, si su impacto en el ambiente no se controla adecuadamente.

El Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMYZA), del INTA Castelar, ha iniciado diferentes estudios para llevar adelante el seguimiento del proceso de degradación, empleando microorganismos aceleradores del proceso y metodologías de evaluación, cuyo objetivo es asegurar la inocuidad del producto desde el punto de vista químico-microbiológico y ecotoxicológico, que aseguren las bondades ambientales de los subproductos obtenidos.


APORTE AL SECTOR

IMYZA comenzó a trabajar con la problemática ambiental en avicultura en 1992, cuando se implementó el Programa de Manejo Integrado de la Mosca Doméstica, denominado MIP-MOSCA.

Este programa es una estrategia que emplea distintas tácticas de control (biológicas, culturales, químicas y de manejo) para lograr reducir el impacto de la plaga mosca doméstica, siendo el Control Biológico el pilar fundamental.. Así en el año 1996 se terminaba la construcción de la primera biofábrica de insectos benéficos del país, la cual funciona actualmente dentro del predio del IMYZA.

En 2006 se inicia una nueva etapa dentro de este programa, tratando de incluir la temática relacionada con la ingeniería de procesos para alcanzar una óptima transformación microbiana de los residuos orgánicos.

Se iniciaron los estudios de distintas mezclas para lograr un óptimo compostaje industrial del guano y camas de de aves, y se pretende para el 2009 comenzar con los trabajos en biodigestión, aunque este proceso ya se inició con otros desechos agropecuarios.

Paralelamente, el IMYZA ha generado un nuevo laboratorio denominado de Transformación Microbiana de Residuos Orgánicos , el cual intenta monitorear el seguimiento y cuantificar la calidad de los nuevos obtenidos desde la visión físico-química, microbiológica y ecotoxicológica del proceso.

Este laboratorio busca consolidar una nueva etapa donde se pasa del diagnóstico del problema a brindar soluciones económicamente aceptables y de bajo impacto ambiental. Resulta importante que los residuos avícolas sean tratados adecuadamente, y que los nuevos productos que se obtengan sean bioinsumos seguros para los destinos que lo requieran.

Es de suma importancia que los avicultores conozcan del trabajo que se está realizando desde el INTA, porque a ellos va destinado el conocimiento.

También resulta fundamental que las autoridades sigan contribuyendo con su accionar a promover, alentar y patrocinar a los grupos de investigación, desarrollo y extensión, comprometidos con la gestión ambiental en el sector agropecuario para conservar y proteger los ambientes productivos.


*Ingeniera Agrónoma. IMYZA-INTA CASTELAR.

dcrespo@cnia.inta.gov.ar



TAGS:

Compartir:

Post Relacionados