GRANJAS AUTOMATICAS: EL FUTURO YA LLEGÓ
Por Fernando Devesa
Periodista
comunicaciongg@yahoo.com.ar
Fotos: Alejandra Colmenares Prieto
Los galpones automáticos albergan al 52% de las aves de postura en la Argentina. Los tradicionales representan 41%; las aves de piso (en nidales), 4% y las de transpatio, 3%.
Desde hace 11 años, Alejandro Prida, uno de los hijos del fundador, está al frente de la empresa donde aquellos galpones manuales de 10.000 animales -como viene sucediendo en muchas granjas del país- ya están siendo reemplazados por los automáticos de 40.000 gallinas en postura.
Marcos Paz, ubicada a unos 50 km al O de la Capital Federal, tiene la típica silueta de cualquier ciudad de la geografía agropecuaria bonaerense. El partido al que da su nombre y la rodea tiene una zona periurbana poblada de granjas e industrias avícolas de distintos rubros.
Será por eso que los habitantes del lugar recuerdan a la localidad como Capital Provincial de la Avicultura. Porque hasta los años ‘70 u ‘80, la gran producción avícola -tanto de huevos como de pollos- llegaba al Area Metropolitana de Buenos Aires mayoritariamente desde la Provincia de Entre Ríos. Fue por esos años en que Marcos Paz surgió como uno de los lugares en que la avicultura se hizo fuerte en territorio bonaerense.
Juan Antonio Prida, era feriante de huevos en Caseros, en el NO del Gran Buenos Aires. La diosa fortuna hizo que se sacara la grande de la lotería. Con el premio decidió invertir en el rubro que conocía. Así fue que se inició en la producción de huevos cuando en 1978 se afincó con sus gallinas en Marcos Paz y comenzó a armar su granja, Avícola La Colonia.
Alejandro, uno de sus hijos, gestiona la empresa hace 11 años. Un tiempo que -como sucede con muchas actividades agroalimentarias- no sabe de fines de semana ni de feriados, porque las gallinas comen y ponen huevos sin mirar el calendario.
“Cuando comenzó mi padre, los galpones convencionales eran de 3.000 a 5.000 gallinas y los que todavía tenemos nosotros son de 10.000.” En aquel tiempo eran de última generación con jaulas Feasa”, cuenta Alejandro, citando una fábrica de equipamientos avícolas ya desaparecida.
EFICIENCIA Y PRECISIÓN
En Avícola La Colonia hay 2 galpones tradicionales de 10.000 aves, con jaulas que alojan a 4 gallinas cada una. El número podría sorprender por su magnitud a cualquier novato en el tema.
Pero más se sorprendería si supiera que allí, como en más de la mitad de las granjas argentinas productoras de huevos ya funcionan galpones automáticos que, en este caso, alojan a unas 43.000 gallinas, en jaulas de 10 aves cada una, cuyo valor unitario es de $ 60. Una simple multiplicación indica que, solo en animales, el capital invertido es de $ 2.580.000.
Las jaulas, con capacidad para 10 aves cada una, disponen de comederos que reponen el alimento automáticamente, mientras que los huevos son igualmente retirados por una cinta transportadora.
Hay razones de e ciencia productiva y por ende económicas que motivan el cambio hacia estos galpones, donde las aves viven en semipenumbra, con una tenue iluminación artificial, en un ambiente refrigerado que mantiene una temperatura permanente de 24 grados. El alimento corre automáticamente a través de una cinta transportadora de cadenas, al tiempo que el guano que producen las aves cae a unas grandes telas o cintas transportadoras anchas, ubicadas debajo de las jaulas, que periódicamente se mueven para evacuarlo del galpón.
Y lo más valioso de todo, los huevos -claro- también pasan de las jaulas a otra cinta transportadora y de ella a una especie de noria o sistema de recolección vertical que lleva toda la producción a una sala contigua, donde se los coloca en los maples en los que serán despachados.
Alejandro Prida explica que “en los galpones tradicionales, cada 10.000 aves se necesita 1 empleado, mientras que en los automáticos de 43.000 gallinas, al estar todo automatizado, con 2 empleados es suficiente”.
La eficiencia de los nuevos galpones se nota en el consumo de alimento. “El manual dice que la gallina come 105 a 110 g diarios. En los comederos tradicionales que son más bajos, ellas eligen y pueden llegar a comer 120 g. Proyectado en el año, esa diferencia diaria significa mucho dinero”.
Todo el funcionamiento de los galpones automáticos se contro- la desde un centro de monitoreo computarizado. Desde allí se verica el funcionamiento del sistema de refrigeración (que trabaja con ventiladores y paneles evaporativos por los que circula agua), la iluminación, las distintas cintas transportadoras y la provisión de energía eléctrica, un punto altamente sensible, ya que se trata de un suministro que no puede cortarse. Por eso es imprescindible contar con un grupo electrógeno en condiciones de entregar la energía suficiente para mantener funcionando todos los sistemas, ante la menor falla en el suministro de la red pública.
“Si se ‘cae’ el sistema de refrigeración, en 10 minutos la temperatura pasa de 24 a 45 grados. Las gallinas se hacinan, comienzan a tener problemas de respiración y pueden morir”, explica Alejandro. Por eso, el centro de monitoreo cuenta con un sistema de triple alarma que informa de cualquier falla a un teléfono jo, a uno móvil y a una cuenta de correo electrónico. Todo el equipamiento es alemán, de la marca Big Dutchman.
Martín Ramos está cargo del control y operación del galpón automático de Avícola La Colonia, provisto de equipos Big Duchtman.
Hace un año y medio que en Avícola La Colonia funciona su primer galpón automático y ya está en plena construcción el segundo, que esperan tener operativo para junio próximo. Con la experiencia de más de una década en los tradicionales y el aprendizaje de los últimos tiempos produciendo con la última tecnología, Alejandro ya puede sacar sus conclusiones basadas en su experiencia.
“Los galpones automáticos son muy eficaces y obtienen muy buenos resultados. Se pueden producir muchos huevos con menos insumos, pero los errores también se pagan muy caros. Uno no se puede equivocar en nada. Me había quedado sin conchilla y el camión de reposición se demoró 24 horas en llegar. Repartimos 1 carro en vez de los 3 habituales. El resultado fue que de un día para el otro la producción bajó 17 cajones, tuve 7 cajones de (huevos) rotos y 60 animales muertos”. Alejandro contó que esto sucede porque “el sistema es muy preciso, muy ‘fórmula 1’, y cualquier modificación en algún factor o ingrediente del alimento o del esquema de producción desbalancea todo el sistema y se descompensan los animales. En cambio, los tradicionales son más manejables y flexibles”.
Alejandro Prida: “Los galpones automáticos son muy eficaces y obtienen muy buenos resultados. Se pueden producir muchos huevos con menos insumos, pero los errores también se pagan muy caros”.
Más información: avicolalacolonia@gmail.com
+54 911 6384-2708
Nextel 150#6517
Fuente:
Revista Solo Aves & Porcinos Nº 64