El Centro Acuícola Tongoy de Chile aplica protocolos de bioseguridad para la exportación

Antes de ingresar al Centro Acuícola Tongoy (CAT), los visitantes deben realizar una inducción que les informa de todas las medidas a cumplir mientras se mantengan en el recinto -algunas de ellas similares a las que actualmente son aplicadas para contener la pandemia del COVID-19-, que en este caso están principalmente dirigidas a proteger la salud de las especies que ahí se cultivan. Esto es parte del estricto protocolo que se aplica en el CAT, que aprueba exigentes auditorías y que se ha transformado en un servicio demandado más allá de las fronteras nacionales.

“Estamos exportando este servicio a Perú, específicamente a Seacorp Perú S.A.C, que es una empresa productora de ostiones (allá denominados ‘concha de abanico’) que ha sido pionera en la acuicultura peruana. Fue la primera que instaló una balsa jaula en mar, la primera que va a cultivar peces marinos y ahora la primera que va a tener un programa de bioseguridad para cultivos multiespecies”, sostiene John Barraza, jefe de salud, bioseguridad y control de calidad del CAT.

La experiencia en protocolos de bioseguridad de Fundación Chile (institución socia de AquaPacífico) pesó a la hora de definir el concurso PNIPA (Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura) convocado por el Estado peruano, que permitió la vinculación con la empresa Seacorp. “FCh posee dos centros acuícolas: Quillaipe, en la Región de Los Lagos, donde hay una larga trayectoria en bioensayos con patógenos, por lo que la bioseguridad es extrema; y el CAT, donde albergamos una multiplicidad de especies marinas y aplicamos estrictos protocolos”, explica el médico veterinario, magister en acuicultura.

“La exportación de nuestros protocolos, procedimientos y servicios nos enorgullece y nos reafirma que vamos por la senda correcta para posicionar al CAT como referente mundial en acuicultura continental y oceánica. Nuestra plataforma AquaPacífico es, sin duda, nuestra mejor vitrina para el desarrollo de iniciativas de este tipo en Chile y el mundo” afirma Franco Cerda, director del Centro Acuícola Tongoy.

Medidas para evitar contagios

Según el jefe de bioseguridad del CAT, el mayor riesgo para los sistemas productivos (sean o no acuícolas) lo representa “el ingreso de nuevos ejemplares a los planteles. Hay que asegurarse que no tengan alguna enfermedad; por eso son habituales las cuarentenas, entre otras medidas que permiten evitar lo que ocurrió -por ejemplo- con el virus ISA en la salmonicultura, que produjo estragos en la industria”.

Si se hace un paralelo con la actual pandemia del Covid-19, “la medida de bioseguridad a aplicar habría sido que -en cuanto se diera la alerta por parte de la OMS- se cerrara la frontera a las personas provenientes de los países de riesgo o se les obligara a realizar una cuarentena efectiva. Es posible vigilar a 5 mil personas, y mantenerlas aisladas, pero no a millones, que es lo que ocurre actualmente”, analiza John Barraza.

La bioseguridad en acuicultura es definida como el conjunto de medidas preventivas que tienen como objetivo proteger la salud de los cultivos frente a diferentes riesgos producidos principalmente por agentes patógenos. La aplicación de sus protocolos permite mantener el bienestar animal, minimizar las pérdidas, proteger la inversión económica del productor, aumentar y facilitar el comercio, cautelar la seguridad del suministro de alimentos y -un tema que va cobrando mayor trascendencia- proteger la salud humana de las enfermedades zoonóticas.

Sin ir más lejos, si se considera en forma amplia la crianza de animales, el riesgo de enfermedades zoonóticas está cada vez más presente. “Se estima que más de un 60% de los agentes patógenos que afectan a los seres humanos son de origen animal. La gripe porcina, la influenza aviar, enfermedades transmitidas por mosquitos y -por supuesto- el COVID-19, son ejemplos de esto”, señala el experto del CAT.

De acuerdo a John Barraza, los productos generados por la acuicultura proporcionan una mayor seguridad al consumidor, dado que existen parásitos (Anisakis) en los peces silvestres que pueden afectar gravemente a las personas, siendo actualmente un problema de salud pública a nivel mundial. “Estos parásitos no están presentes en la producción de acuicultura, por eso es apropiada para la elaboración de sushi, sashimi y ceviche, entre otras preparaciones sin cocción”, explica.

Respecto a las pérdidas ocasionadas por un eventual contagio, John Barraza asegura que en casos extremos podría llegar a abarcar la totalidad de una industria. De ahí que la bioseguridad sea crucial en los sectores productivos de animales, impulsando protocolos desde los Estados, que para el caso de la acuicultura chilena está regulado a través de Sernapesca, y para el peruano, por Sanipes.


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