¿Cómo conquistar a los vegetarianos flexibles?

Si bien el consumo de carne de pollo y de cerdo está creciendo de manera que gana terreno a los productos vacunos, los cambios de hábitos y el interés de muchos consumidores por reducir su ingesta de carne impulsa a este sector a enfocarse en el nuevo mercado de flexitarianos que están dispuestos a diversificar su dieta.


Por: Lic. Amalie Ablin (*), Licenciada en Ciencia Política (Universidad del Salvador, Buenos Aires). Postgrado Programa de Capacitación Ejecutiva en Agronegocios (Universidad de San Andrés, Buenos Aires)

Fotos: Banco de imágenes

El avance en los últimos años de sectores de la población que se han inclinado por dietas vegetarianas, ha mostrado en algunos segmentos una tendencia crecientemente rígida en la concepción de las mismas. Sin embargo, paralelamente a dicha propensión extremadamente ortodoxa, también se ha desarrollado un segmento de consumidores que -sin renegar de un estilo de vida vegetariano- resultan lo suficientemente flexibles como para no privarse de incorporar con carácter complementario en su dieta muchos de sus alimentos preferidos. Dicha combinación puede definirse en español como “un vegetariano flexible”, que el carácter más sintético que brinda el inglés ha denominado “flexitarian” (adoptada inadecuadamente en español como "flexitariano" -combinación de "flexible" y "vegetariano"-). Es decir, alguien que se alimenta esencialmente a partir de una dieta basada en vegetales, aunque mantiene suficiente flexibilidad como para añadir componentes que un “vegetariano” riguroso consideraría inadmisible.

De ahí que se considere como dieta vegetariana flexible a aquella que promueve la ingesta prioritaria de origen vegetal, aunque acepta la presencia en menor medida de determinados alimentos de origen animal -incluyendo algún tipo de carne, sin estar restringidos por una veda total de tal segmento nutricional-. No obstante, cabe reconocer que el furor por el consumo de alimentos de origen vegetal constituye una vertiente que no cesa de crecer, llevando a muchas personas a adoptar un cambio drástico de hábitos en su alimentación, tendencia que ha abierto asimismo un gran mercado. La oferta de productos vegetarianos y estrictamente “veganos” ha crecido sustantivamente, ofreciendo al consumidor creciente amplitud y variedad, brindándole así la opción de reemplazar prácticamente todo alimento de cualquier origen por un sustituto de origen vegetal. Como resultado de esta sofisticación, gran parte de los productos que satisfacen tal posibilidad registran en general mayores precios, incrementando por ende la dimensión económica del nuevo mercado.

Según una encuesta de la consultora Euromonitor International correspondiente al año 2020, alrededor del 20% de los consumidores a nivel mundial se encuentran intentando limitar la ingesta de carne. Como ejemplo de ello puede observarse la iniciativa “Meat The Change”, campaña lanzada por la organización “Slow Food”, orientada a reducir el consumo de carnes, sin exigir su renuncia, que enfatiza en que constituye una herramienta atractiva para cambiar los hábitos de consumo sin tener que alterar por completo el estilo de vida de las personas. En Argentina, se han registrado legítimas reacciones contrarias a dichas campañas, tales como la propuesta innovadora de la Asociación Argentina de Angus (que nuclea a los criadores de dicha raza vacuna) destinada a contrarrestar las campañas de grupos “medioambientalistas” contra la ganadería, sugiriendo plantar un árbol por cada ternero de “pedigreee” que nazca, de forma de contribuir a limitar el calentamiento global atribuido a la actividad ganadera en razón de las consecuencias generadas por los gases de efecto invernadero.


Por otra parte, un informe de la “Unión Vegana Argentina” señala que el 12% de la población del país se habría ya convertido en vegana o vegetariana -registrando al presente un avance de dicho segmento de 3 puntos porcentuales con respecto a 2019-, mientras otro 12% manifiesta consumir una dieta “flexitariana”. Al respecto, un estudio del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) reconoce que casi un tercio de los habitantes está reduciendo su consumo de carnes en el país, aspecto que en la coyuntura económica que se atraviesa puede vincularse tanto con tendencias dietarias como a un efecto por la disminución del ingreso económico, dado el sustantivo incremento que ha registrado el precio de las carnes -en particular la vacuna-. Por lo que no podría descartarse que ello haya incidido en la retracción de su tradicional demanda como elemento esencial de la dieta local. Dicho reporte indica que la tendencia a la disminución del consumo por motivos dietarios suele visualizarse más en las mujeres que en los hombres, intensificándose entre los 16 y 25 años. En este sentido, la “Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina” remarca en su último informe sobre los resultados del sector ganadero bovino durante 2021, la caída interanual de la producción en torno al 6% en relación a 2020, junto a un retroceso del consumo doméstico cercano al 5% en igual período. 

“Nuevas tendencias alimentarias impulsan una mayor diversidad en la ingesta de proteínas, un contexto que plantea no obstante nuevas oportunidades a la producción animal”

Así, mientras se comprueba que casi un tercio de los argentinos está reduciendo su consumo de carnes, más del 70% de la canasta de productos ofrecida por “Frizata”, empresa alimenticia local orientada a la comercialización directa a los consumidores del sector “flexitariano” de alimentos congelados, busca satisfacer dicha demanda por vía de pizzas “vegetarianas”, una variedad de diversos vegetales congelados e incluso una línea de hamburguesas libres de carne. En igual dirección, la diversificación señalada en materia de carnes en el mercado argentino se refleja claramente al observar que la producción de carne porcina marcó un crecimiento en volumen cercano al 7% en 2021 (ascendiendo en torno a 70.000 toneladas mensuales), con exportaciones no obstante inferiores a 2020, volcándose el tonelaje no colocado externamente en el mercado local. Al respecto, el “Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria” alertó sobre los cambios registrados en los hábitos alimenticios a nivel mundial que plantean nuevos escenarios, oportunidades y desafíos, más evidentes en la Argentina entre las nuevas generaciones, cuyas preferencias y costumbres varían en línea con dichas tendencias orientadas a una alimentación más variada, saludable y sustentable. Ello evidencia que la demanda de carnes alternativas a la bovina se encuentra en constante crecimiento en el mercado local, debido a la evolución de la imagen de las mismas entre los consumidores, que las consideran más saludables, al mismo tiempo que más accesibles en materia de precios.

“La conquista y conservación del mercado de los vegetarianos flexibles tal vez podría constituir un punto de inflexión relevante en esta instancia para los productores de las diversas variedades de carnes”

Así, el consumo de carne vacuna se ha visto desplazado globalmente en los últimos años por otras fuentes de proteína animal en la dieta de los consumidores, mientras el consumo de carne aviar y porcina se halla en franca expansión, amenazando con destronar al vacuno en el futuro. Como ya se ha señalado este fenómeno se presenta en el marco del desarrollo de nuevas tendencias alimentarias que impulsan una mayor diversidad en la ingesta de proteínas, un contexto que plantea no obstante nuevas oportunidades a la producción animal. En tal sentido, también se observa a nivel mundial una tendencia a incorporar alimentos procesados a partir de vegetales en la oferta de las cadenas de comidas rápidas, tradicionalmente un ícono de las carnes que ahora tienden a incluir en su menú opciones “vegetarianas”. Así, el consumo de proteínas animales -en particular en el caso argentino- viene experimentando cambios originados en motivaciones diversas como la modificación en la participación relativa de las diferentes especies -vacuna, aviar, porcina y ovina- originada en la evolución disímil de los precios respectivos en un contexto de contracción del poder adquisitivo de la población, simultáneamente con los cambios en los hábitos de consumo. 

Es por ello que la carne aviar se posiciona crecientemente en el consumo internacional en razón de presentar numerosas ventajas en el ámbito productivo, destacándose su buen nivel de conversión proteínica, junto a la posibilidad de una crianza intensiva en ciclos cortos bajo estrictos controles -lo que origina una alta demanda tecnológica y de equipamiento- permitiendo así una dinámica comercial mucho más rápida que la bovina. Finalmente, su consumo no se encuentra afectado por aspectos religiosos en ninguna región del mundo donde predominan determinadas creencias, facilitando su exportación global. 

A modo de conclusión puede señalarse que, en los últimos años, el consumo de carne vacuna a nivel mundial se ha visto desplazado por otras fuentes de proteínas animales en la dieta de los consumidores, destacándose el avance del consumo de carne de pollo y cerdo, que se halla en franca expansión. Dicho fenómeno se enmarca en el avance de nuevas tendencias alimentarias que impulsan una mayor diversidad en la ingesta de proteínas, un contexto que plantea nuevas oportunidades y desafíos para la producción animal que deberá adaptarse a un consumidor más orientado a alimentos de origen vegetal, o en el mejor de los casos flexible. Dado que tal desarrollo se verifica en un contexto global, el mercado argentino -no obstante su fuerte tradición vacuna- no ha podido quedar exceptuado. Por ello, la conquista y conservación del mercado de los vegetarianos flexibles tal vez podría constituir un punto de inflexión relevante en esta instancia para los productores de las diversas variedades de carnes, no debiendo descartarse la organización de campañas masivas -coordinadas por las organizaciones representativas de las diversas especies animales- que destacarán los aspectos saludable de las carnes, y su aporte nutricional irreemplazable en combinación con otras formas proteínicas.

(*) Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen a la institución en la cual se desempeña

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