BRASIL: CHURRASQUERIAS SE EXPANDEN POR EE.UU.
Le será fácil encontrar un gaúcho (nombre dado a los habitantes del estado brasileño de Rio Grande do Sul) listo para servirle una suculenta picanha (lomo).
La creciente popularidad del churrasco –el asado típico brasileño– en los Estados Unidos es el resultado de una idea empresarial de los hermanos Jair y Arri Coser.
Hace poco más de una década, los hermanos Coser, cuyos padres eran hacendados en Rio Grande do Sul y que también trabajaban como meseros y lavavajillas, llegaron a EE. UU.
Los hermanos Coser deseaban llevar el churrasco a Estados Unidos.
Pero han ido mucho más lejos, introduciendo la cocina de Rio Grande do Sul a los estadounidenses.
Después de que abriera el primer Fogo de Chão en Dallas, en 1997, el universo de los restaurantes de carnes no ha vuelto a ser el mismo.
Desde entonces, otras cadenas de restaurantes especializados en carne asada –Porcão, Texas de Brazil, Chima y Boi na Braza– han establecido su presencia en EE. UU., emergiendo como los mayores competidores de Fogo de Chão.
Pero ninguno de la competencia es tan famoso y/o tan auténtico como Fogo de Chão cuando se trata de exhibir la cultura culinaria de Rio Grande do Sul en EE. UU.
Fogo de Chão tiene 16 restaurantes en EE. UU. –10 más de los que tiene en Brasil– y emplea a más de 1.000 personas en ambos países.
En 1997, el primer año en que Fogo de Chão comenzó a operar en EE. UU., el restaurante produjo ingresos de US$4 millones.
Diez años después, los ingresos han alcanzado los US$128 millones.
No obstante, los Coser querían más, de modo que han abierto al menos una sucursal en Estados Unidos cada año.
Desde Miami, Florida, hasta Minneapolis, Minnesota, Fogo de Chão sirve un menú idéntico al del primer restaurant de la compañía, que abrió hace un poco más de 30 años en Porto Alegre, capital de Rio Grande do Sul y del churrasco.
“En muchas ciudades de América [del Norte], Fogo de Chão ha sido la primera interacción con algo brasileño”, dice Andrew Feldmann, director de mercadeo de la compañía. “La gente no sabía qué esperar, pero después de que probaron la comida, la encontraron asombrosa.”
Es difícil para los restaurantes de carne tradicionales como Morton’s, Ruth’s Chris y Capital Grille competir con el espeto corrido de Fogo de Chão, un estilo de servicio en el que los meseros se desplazan entre las mesas con los pinchos y rebanan la carne en el plato de los clientes hasta que éstos les piden que se detengan.
Por alrededor de US$50, uno puede comer una cantidad ilimitada de carnes y acompañantes de un buffet lleno de ensaladas y otras especialidades brasileñas, como palitos de yuca frita, polenta (una especie de pasta de harina de maíz frita), farofa (harina de yuca tostada) y panecillos de queso.
“Lo que es excelente del churrasco es que en verdad complace a la gente, sin importar su nacionalidad”, dice Feldmann.
El churrasco es una tradición que tiene alrededor de tres siglos en el sur de Brasil. En su versión ancestral, los gaúchos se reunían para asar la carne a fuego abierto. Las llamas también proporcionaban calor al grupo cuando el minuano (un viento frío y cortante) soplaba en Rio Grande do Sul durante el invierno.
Del mismo modo, en las grandes ciudades, cuando los gaúchos se reunían con sus familiares y amigos para charlar y beber el chimarrão, un té preparado con yerba mate y servido en una tasa conocida como cuia, el churrasco seguía siendo una comida básica.
La carne que sirve Fogo de Chão en EE. UU. proviene de ganaderos de todos los Estados Unidos, pero los cortes de la carne constituyen métodos exclusivos de Brasil. La picanha, un estilo de corte rara vez usado por los carniceros en América del Norte, es el que se usa en Fogo de Chão.
Los restaurantes de la cadena frecuentemente están atestados de clientes, los siete días de la semana, a la hora del almuerzo y la cena.
Además, ni siquiera la crisis financiera mundial tuvo impacto negativo en las ventas de Fogo de Chão, que alcanzaron US$170 millones en 2009, según la compañía.
“La crisis no tocó nuestras puertas”, dice Ezequiel Manfrin, un auténtico gaúcho de la ciudad de Frederico Westphalen y subgerente general de Fogo de Chão en Washington, D.C. Ubicado en el corazón político de la capital de EE. UU, en Pennsylvania Avenue –a unos 100 metros de la Casa Blanca– el Fogo de Chão de Washington, D.C., es frecuentado por congresistas y legisladores.
Muchos brasileños ilustres que visitan la capital de EE. UU. no pueden resistirse a la atracción del espeto corrido. En 2010, el expresidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso y la estrella del fútbol Ronaldinho Gaúcho cenaron en el Fogo de Chão de Washington, D.C.
“Para nosotros no hay un día triste”, dice Manfrin.
Fuente:InfoSur