BIENESTAR ANIMAL: UNA OPORTUNIDAD PARA DIFERENCIAR EL PRODUCTO

BIENESTAR ANIMAL: UNA OPORTUNIDAD PARA DIFERENCIAR EL PRODUCTO

“A nivel de los grandes actores de la cadena, el interés y el compromiso es escaso a nulo, con escasas instituciones que lo han incorporado como política propia, mandatoria y de cumplimiento evaluable en auditorías de gestión”. Con esta contundente respuesta, el MV Leopoldo Estol , especialista en Bienestar Animal certificado por el Consejo Profesional de Médicos Veterinarios de la República Argentinarespondió a la pregunta sobre si en el país está arraigado el concepto de Bienestar Animal (BA). Para Estol, si se analiza el rol del Estado, se concluye que no ha promovido políticas públicas ni ejerce el poder de policía ante su incumplimiento castigando a infractores, ni educa a los actores de la cadena, ni concientiza a su propio personal sobre su responsabilidad de auditor; o al menos no las realiza con la intensidad necesaria.

                                           

Sí rescata que existe una “Comisión Nacional Asesora sobre Bienestar Animal” en el SENASA, nacida en 2002, pero con resultados “de inexistentes a paupérrimos: tres manuales y cuatro volantes ‘on line’”, precisa Estol. Además citó una breve experiencia anterior, de 1991, también en el Senasa, en el que se creó el Programa de Bienestar Animal, de alcance nacional, uno de los pocos de su tipo en el mundo, y el primero a nivel local y sudamericano.
Recalcó que “en la documentación del SENASA que respalda su accionar, figura la ley 14.346 que no habla en ningún momento del tema, sino solamente caracteriza las formas de maltrato a los animales, y se refiere casi en forma excluyente a aquellos destinados a experimentación, tracción y transporte, y a la habilitación de vehículos para llevar animales, y donde el BA se menciona en forma menor”. Y precisa que una búsqueda simple por Internet “no se pueden encontrar los informes o las recomendaciones de más de 10 años de actividades de esta Comisión, ni datos sobre establecimientos, camiones o transportistas observados por incumplir la norma vigente. “Queda la sensación de estar frente a acciones declamatorias no proactivas”, concluye.

También ve pocas acciones en BA por parte del sector privado en forma integrada. Mencionó un trabajo de 2005 de la Cámara Argentina de Consignatarios de Ganado sobre Cadena de Valor de la Carne y Bienestar Animal, que concluye en que “cada segmento trabaja pensando en sus propios resultados sin tener en cuenta aspectos que puedan afectar al eslabón siguiente”, en forma aislada y no integrada en una cadena, lo que genera pérdidas que, a lo largo de la cadena produce fuertes ineficiencias), que reducen significativamente los resultados y la competitividad de sus integrantes. Además, en 2006, la entidad publicó un manual práctico de BA, de Marcos Giménez Zapiola, recomendado por Estol.
Aunque es de derecho público no estatal, está operado por privados. Por eso Estol rescató en este sector la permanente acción del IPCVA, “conformado por representantes de productores, frigoríficos y comercializadores de carne vacuna, y muestra un compromiso claro con el tema”, según destacó, citando la publicación de bibliografía sobre el tema, entre otrasacciones.
En cuanto al compromiso de la industria, sostuvo que son pocas las acciones y solo mencionó a la empresa Quickfood por haber realizado un video titulado “Producir respetando el bienestar animal”.

EDUCACION
Otro aspecto crítico en la visión de Estol del BA en la Argentina es la formación, “donde la falta de compromiso es muy importante”, sobre todo en “la educación universitaria de los médicos veterinarios”. Recordó que en 1996, fue la Universidad del Salvador, cuya facultad de Veterinaria él dirigía, la que primero impartió esta materia en forma obligatoria. Y que la UBA lo hizo a partir de 2007. “En la actualidad no hay un centro de investigaciones específico sobre esta temática y son escasos los profesionales con certificación o diploma específico sobre esta ciencia”.
Pero al mismo tiempo destacó la tarea que desde 2005 realiza el Grupo de Bienestar Animal de la Facultad de Ciencias Veterinarias de Tandil, de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), y dio como fruto un trabajo sobre: “Evaluación de las prácticas ganaderas en bovinos que  causan perjuicios económicos en plantas frigoríficas de la República Argentina”.
En cuanto a la práctica profesional del BA en las ciencias veterinarias precisó que “el único organismo que certifica los especialistas es el Consejo Profesional de Médicos Veterinarios, y el BA se incorporó como especialidad y certificó a un solo especialista en 2011”. Pero “ningún miembro de la Federación Veterinaria Argentina (FEVA) tiene aún una comisión para ocuparse de esta especialidad. Solo existe, en la Sociedad de Medicina Veterinaria, la Asociación Argentina de Bienestar Animal (2008), presidida por un colega especialista en traumatología”, detalló.
¿Hace falta incentivar o capacitar a los productores?
-Absolutamente. Deberían generarse cursos a través de entidades rurales para sus asociados, teniendo en cuenta que el BA es un elemento básico para la Responsabilidad Social Empresaria (RSE). Se lo reconoce como un problema de alto interés, pero las empresas no cuentan con una política formal al respecto y menos aún han establecido en forma taxativa compromisos de gestión.
Al respecto, Estol detalló que la norma ISO 26000 sobre RSE da nuevas dimensiones a su aplicación, al sumar sostenibilidad ambiental y BA como parte del núcleo de la reputación empresarial y de la competitividad. “De acuerdo con la World Animal Protection se exige “respetar el bienestar de los animales cuando se afecte su vida y existencia, incluyendo la provisión de condiciones decentes de tenencia, reproducción, producción, transporte y uso”, detalló. La norma ISO26000 menciona el bienestar físico y psicológico de los animales, no sólo en aspectos relacionados con el ambiente.

BA Y LOS CONSUMIDORES
– ¿Cómo influye el bienestar animal en la calidad de los productos ofrecidos al consumidor?
-Al ser la carne el resultado de un músculo, luego de un proceso químico, si no se sigue los pasos adecuados y totalmente vinculados a las buenas prácticas pecuarias, puede ser dura, pálida, húmeda o de color inadecuado, afectando su capacidad de ser enfriada y su calidad al ser consumida. Uno de los documentos más valiosos, es el que da marca la política de estado chilena al respecto. Titulado, “Institucionalización del Bienestar animal, un requisito para su desarrollo normativo, científico y productivo” fue el comienzo de un trabajo ambicioso orientado a instaurar el tema del bienestar animal en los ámbitos públicos y privados, con miras a enriquecer el marco normativo actualmente existente, compromiso asumido por Chile con la Unión Europea (UE) en 2005.
Establece consideraciones con relación a temas de ganancia diaria, de conversión de alimentos, de rendimiento, de calidad del producto final, tanto desde el animal mismo, sino el sentido de evitar lesiones que afecten la calidad de la carne. Cuando Chile comenzó a exportar a la UE, Japón y Corea, integraron al proceso productivo conceptos que antes no se consideraban y que actualmente son elementos primordiales para llegar a esos mercados.
Agregó que “como consumidores definimos la calidad de la carne cuando la compramos y cuando la comemos”. Y al respecto mencionó que el INTA desarrolla un trabajo de investigación sobre el efecto que los alimentos tienen sobre la salud del consumidor y las condiciones de producción (BA) considerando que estas características de calidad son de creciente preocupación entre los consumidores. “No hay dudas de la importancia del BA y el establecimiento de los puntos críticos de control para reducir las pérdidas económicas que se producen en el sector industrial. En ese aspecto, el transporte de animales es la etapa más peligrosa en toda la cadena agroindustrial que contribuye significativamente al maltrato del animal y a las pérdidas de producción”.
-¿La aplicación del BA es una necesidad económica, moral o social?
– Todas. En el aspecto económico, se ha demostrado que las buenas prácticas pecuarias reducen las perdidas. El no respeto a las normas sobre BA genera fatiga muscular, hemorragias, petequias, coágulos, peor higiene, menor calidad comercial, y más decomisos. Está totalmente demostrado que las últimas 24 horas previas a la matanza de un animal son quizás las más importantes de todo el ciclo productivo. Y está claro que un buen manejo de los animales en el matadero reduce la obtención de la carne oscura, dura y seca.
-El aspecto moral es un tema de gran profundidad y la sociedad debería tomarlo en cuenta para sus decisiones personales. Pero los trabajos sobre la actitud de los consumidores, sobre todo en la Argentina, son escasos y no es fácil interpolar los resultados de otros países. El interés para tener normas de conducta en las relaciones que los humanos mantenemos con los animales, nos lleva a los orígenes de la historia humana y podría ser encuadrado dentro de la RSE y la norma ISO 26000.
Estol citó al eurodiputado, David Hammerstein, que trabaja ante las instituciones europeas para el Diálogo Transatlántico de Consumidores quien expresa que la “calidad ética y calidad de los alimentos han de ir juntas. Los animales son víctimas silenciosas de nuestros modos de vida, producción y consumo. El modelo intensivo de producción de las granjas industriales además de generar un sufrimiento animal que tiene las dimensiones de un holocausto que también produce sufrimiento humano”. Y que se está pasando “del consumidor voraz y desinformado al nuevo consumidor que practica una ciudadanía reflexiva, responsable y ética. El consumo individual puede incorporar los valores añadidos de BA en la elección de los productos, y con ello no reducir la compra a una comparación cuantitativa entre precios y calidades. Este nuevo consumidor pone en práctica nuevos valores sociales y medioambientales no reducibles a la rentabilidad económica, y con ello se expresan y fomentan unas nuevas formas sociales y culturales de ciudadanía responsable y solidaria a favor de la protección del bienestar animal.”
Pero para Estol esto “no es ni sencillo ni automático. Para pasar de la desinformación actual sobre la composición, procesos e historia de un alimento de origen animal a poder leer y entender un sello de garantía sobre las buenas prácticas de BA, en un etiquetado de un producto, debemos reglamentarlo, para hacerlo veraz y educar al consumidor a leerlo. Un claro y completo etiquetado amplía las opciones del consumidor individual. Para ello debemos garantizar los derechos a la información de los consumidores y contribuir con ello a una opinión pública informada y a un mayor sentido de responsabilidad por parte de los consumidores individuales.

INDUSTRIA ALIMENTARIA
-¿La industria alimentaria, en el país y en el exterior, exigen la aplicación de prácticas de BA a través de algún mecanismo?
– Los países productores de carne del Cono Sur como Brasil, Uruguay y la Argentina comenzaron a cuantificar los kilos de carne bovina que se perdían por malos tratos sufridos en el establecimiento rural, en el transporte y finalmente en la plata de faena. Y para sorpresa de muchos, los daños eran millonarios en dólares. De los porcentajes de animales con distintas lesiones (golpes) hallados en la playa de faena de los frigoríficos, surgió que al menos 14 millones de kilos de carne son decomisados y destruidos por esta causa al año (equivalentes al 50% de la cuota Hilton de 28 millones de kilos de carne). La proyección de las pérdidas a la faena anual bovina, que en el año 2006 alcanzó a 13.418.824 animales, permite estimar tanto sobre la base de decomiso directo como de la depreciación de las carnes (medias reses y cortes) por cambios de destino de consumo por no cumplir con las exigencias de los mercados de alto valor y ser redistribuidas a otros de menor valor o al mercado interno provocaron un perjuicio ese año de (U$S 42.431.757), equivalente al consumo anual de carne vacuna de aproximadamente 290.000 personas en la Argentina.En el país no hay exigencia de ningún tipo a partir de la industria, sobre todo en productos y subproductos de origen animal destinados al mercado de consumo interno. Estamos ante un claro “doble standard” de calidad. La mercadería de ese tipo para exportación, sobre todo a países anglosajones, debe ser producida con protocolos de trazabilidad que incluyen el BA. Es el llamado “valor recíproco”. El comprador exige al vendedor los mismos atributos de calidad que debe cumplir en su país y el BA es parte indisoluble.
– ¿Y esa exigencia en espejo se cumple realmente?
– Ahí nos enfrentamos a una rareza en la certificación. ¿Cómo un país donde esto no es una norma en su cadena agroindustrial puede exportar carne producida bajo normas de BA, según lo certifican los funcionarios oficiales en sus certificados de exportación y las empresas certificadoras? Es un misterio para el cual no tengo respuesta. Solo puede decirse que la presión hacia terceros países, generada por la UE para fomentar la aplicación del BA en los sistemas productivos parece haber cedido temporalmente. Para explicar esta descompresión internacional del tema, es que los mercados más exigentes y sofisticados, como la UE, observan que esto trajo aparejado un nivelamiento inferior de sus estándares de bienestar animal, lo cual limita sus exigencias fronteras afuera.
– Pese a las ventajas comprobadas del BA en la Argentina, la realidad indica que a pesar del interés sobre el tema, no hay una visión compartida por los ámbitos público y privado sobre el impacto interno y las externalidades que trae aparejado el BA, aplicado a la cadena de producción animal y de carnes. Y esto pese a que el tema pasó del ámbito de los debates académicos al de la legislación obligatoria en los servicios veterinarios oficiales de los principales países consumidores y productores de carne bovina.
– ¿Cuáles son los aspectos superavitarios y deficitarios de la aplicación del BA?
– El primer aspecto superavitario sería que el BA se puede aplicar con una herramienta de muy bajo costo: la educación. Pero está íntimamente atada a la decisión política (si es obligatoria) o comercial (si es una decisión empresarial o gremial). Y el aspecto deficitario es el desinterés manifiesto de los estamentos profesionales que llevan sobre sus espaldas el peso mayor de la actividad: los médicos veterinarios. Siendo que en el mundo las políticas de BA datan de 1990, el primer programa en la Argentina data de 1991 y la Organización Internacional de Epizootias (OIE) adoptó la primera norma global sobre bienestar del ganado en 2005. Sin embargo, estas disposiciones que datan desde hace casi 10 años, no se aplican en profundidad en el país, por la falta de decisión de las autoridades al respecto. Y tampoco han reaccionado las organizaciones que nuclean a los colegios veterinarios argentinos, frente a las exigencias que sobre BA tendrá la actividad con vistas a 2030. (Ver recuadro).
No obstante, para Estol “afortunadamente, hay algunos signos de cambio”. En este sentido citó que Nestlé, la empresa de alimentos más grande del mundo pone en marcha un programa único en la industria alimentaria que eliminará varias prácticas controvertidas pero habituales en su cadena suministro global. La nueva política de la empresa eliminará el confinamiento de cerdas en jaulas de gestación, terneros en jaulas para crianza y gallinas ponedoras en jaulas en batería. También, el crecimiento rápido y forzado de pollos parrilleros, y el corte de cuernos, colas y genitales en animales de granja y sin analgésico. “Es de esperar que, con la presión lenta pero sostenida de la sociedad en esos aspectos, empiecen a verse cambios en el futuro”, sostuvo.
-¿Qué acciones deberían desarrollarse para avanzar en la aplicación del BA?
-Es imprescindible establecer cursos de educación continuada para los profesionales que no han sido formados en esta ciencia. Será necesario que las instituciones de formación veterinaria incluyan un curso obligatorio sobre BA dentro de sus programas. Se deberá ampliar la capacitación y el conocimiento sobre temas de BA a otras ciencias médicas y agrícolas, en las cuales se desarrollen prácticas con animales, y en carreras de educación, leyes y comunicación, para que los futuros profesionales tengan formación y conciencia sobre el cuidado y respeto de los animales, y lo promuevan en las comunidades y la población en general. Y para poder dar adecuadamente las materias de BA, las instituciones de formación veterinaria deben asegurar una masa crítica de profesionales capacitados para certificar condiciones de bienestar animal, particularmente en sistemas productivos pecuarios. Además, deberían procurar formar sólidamente a los médicos veterinarios, tanto en lo técnico, como en lo filosófico y económico, lo cual incluye entregar competencias en comunicación. También deberían generar proyectos de extensión para sensibilizar sobre BA a edad temprana al público en general. Esto puede ir ligado a generar responsabilidad social en los estudiantes.

(Recuadro 1)
RECORDATORIO SOBRE BA
La OIE adoptó en mayo de 2005, la primera norma global sobre el bienestar del ganado, por su clara relación con la salud animal, que es reconocida por la Organización Mundial de Comercio. Sus puntos clave dicen respecto de los animales que:
-Deben poder echarse confortablemente y levantarse naturalmente al ser transportados.
-Procedimientos dolorosos (incluyendo doblar el rabo, presionar el morro, ojos, orejas o genitales externos, el uso de estímulos como bastones con lados filosos, alambres o cintos pesados de cuero) no se usarán para mover animales.
-Transportistas de animales deberán entrenarse en el tratamiento humanitario del ganado.

(Recuadro 2)
VETERINARIOS Y BIENESTAR ANIMAL EN 2030
La Asociación Panamericana de Ciencias Veterinarias y la Federación Panamericana de Facultades y Escuelas de Ciencias Veterinarias convocaron en 2013 al sector académico y gremial a una reunión en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires para redefinir el perfil del MV con una visión a 2030, en función del BA y considerando este tema como transversal, es decir con impacto en toda actividad profesional veterinaria. Al respecto y solo en lo referido a la producción pecuaria, surgió del encuentro que el MV en 2030 se enfrentará a estas nuevas problemáticas:
-Habrá una sociedad más sensible y consciente frente al maltrato animal. Con lo cual, continuará el conflicto entre la comunidad y los veterinarios en temas de desarrollo ético/ bioético versus temas de salud pública/zoonosis. El tema es crítico en particular con respecto al BA de la fauna urbana y los animales asilvestrados, la seguridad alimentaria, y los sistemas de producción intensivos.
-La tecnificación creciente de la producción y selección genética de animales puede amenazar el BA. Si bien se deberán producir cada vez más alimentos de origen animal, estos también deberán adecuarse a mayores estándares de bienestar.
-Hay insuficiente investigación que contemple parámetros objetivos en BA con fundamento científico local y regional, que permita respaldar la relación entre BA, economía y productividad.
-El MV actual no está preparado técnica ni filosóficamente para responder ante la creciente exigencia de los consumidores informados sobre temas de bienestar animal. Y tampoco para hacerlo sobre las mayores exigencias por parte de la sociedad en aspectos de salud y bienestar animal.
Por eso, para Estol, la región, debería trabajar para lograr una certificación profesional que incluya al BA como especialidad veterinaria. Tendría que haber cursos de grado y postgrado en la temática y se debería establecer sistemas de acreditación para la especialidad. E incluir el BA en los sistemas de evaluación interna y externa de la carrera. También los países, deberían trabajar mancomunadamente para construir una comunidad fuerte y unificada, para negociar en bloque con una política común al respecto.

Fuente:
Gastón Guido
Revista AmeriCarne Nº 105

TAGS:

Compartir:

Post Relacionados