ARGENTINA: ENTREVISTA A ROBERTO DOMENECH, PRESIDENTE DE CEPA

ARGENTINA: ENTREVISTA A ROBERTO DOMENECH, PRESIDENTE DE CEPA

~~Por Gastón Guido *

 La producción de pollos es uno de los sectores de la agroindustria argentina más consolidados y cuya política sectorial tiene una continuidad y unos objetivos permanentes que pocos rubros de la economía argentina pueden mostrar. Pero como a todos, les caben la generales de la ley, respecto de cómo le afectan la macroeconomía y las coyunturas, habitualmente complejas.
Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Productoras Avícolas (CEPA), dice que “2014 fue un año tan duro como 2013, con consecuencias quizás más graves para algunas empresas. Hemos estado con exceso de oferta que pudimos canalizar a través de las exportaciones y peleando al máximo en mejorar la productividad, los resultados y bajar los costos en todos los ítems que componen la producción de un pollo”.
Así sintetiza una primera mirada del año que se va, no sin reconocer que -desde agosto y durante el segundo semestre- la baja de los granos les dio un poco de aire, a un sector que había comenzado 2014 -devaluación de enero mediante- con cambios en las condiciones de pago de ese insumo vital para la alimentación de sus planteles, que pagaban en plazos de 30 a 60 días y que -de repente tuvieron que pagar al contado.
“Este cambio le pegó muy fuerte a algunas empresas y motivó los concursos preventivos de Fepasa y Súper -ambas de Concepción del Uruguay (agosto y fines de 2013, respectivamente)-, y Rasic (junio 2014). Hemos logrado que Granja Tres Arroyos mantenga operativa la planta de Súper, más allá de la evolución de la sociedad, con una faena de similar volumen, sino despidos y manteniendo clientes. En septiembre avanzó un acuerdo entre Soychú y Fepasa, que mejora el perfil de quienes trabajan en esta última y la evolución del concurso de la empresa”, explicó Domenech.
Pese a que una devaluación, a priori, permite pensar en un tipo de cambio más competitivo para exportar, este año cayó un 30% respecto de 2013, por la caída de los envíos a Venezuela, donde un nuevo jugador brasileño, con apoyo oficial, desplazó en parte a los pollos argentinos. Esta caída no se compensó con la aparición de Rusia, un país al que se le exportaba muy poco y que (conflicto con Ucrania mediante) se abrió de repente a la carne aviar argentina. Hacia alli se envió el stock que esta vez no compró Caracas. El resto del mundo mostró mucha oscilación de precios. Algunos interesantes, que permitieron cerrar negocios y también valores deprimidos, por la situación general del mundo, que sigue con un bajo nivel de crecimiento o con incertidumbre sobre si crecerá.
“El mercado interno estuvo muy bien y fuerte todo el año. Con precios bajos pero con consumos altísimos. Vamos a cerrar posiblemente con un 3% menos de unidades faenadas, pero con un 2% más de toneladas producidas. Eso se explica -detalla Domenech- porque veníamos faenando pollos de 2,65 a 2,75 kg y  hemos trabajado todo 2014 con un peso mínimo entre 2,9 a 3,1 kg.
“Más allá de la abundante oferta de carne roja, del crecimiento de la porcina y la oferta aviar que en conjunto colocó a la oferta de carnes en el país en 115/120 kg/hab/año, el caso del pollo ha sido un éxito, no solo porque mantuvimos los 42/43 kg de consumo que teníamos sino que estamos más cerca de los 44,5 kg que de los 43 kg. En general, como producto de trabajar un pollo más grande”, explica Domenech.
En cuanto a la modalidad de consumo, destacó que cada año se consolida más el trozado. Y dio datos concretos: Solo el 15% de lo que venden las pollerías es pollo entero. El 85% restante se integra con supremas, pata-muslo, alas, carcasa, milanesas, brochets y otros productos que van instalando cada vez más ese hábito entre los consumidores.
Y sobre la distribución de la venta minorista según el canal de comercialización, recordó que actualmente la venta en carnicerías y pollerías abarca un 52/54%, el supermercado, un 23/24% y el resto es el llamado mercado caliente gastronómico de comidas a base de pollo, listas para consumir.
Ante el consumo creciente desde hace años, cabe la pregunta: ¿tiene techo el pollo en la Argentina? Domenech recuerda que desde 2003 CEPA presenta y cumple planes de crecimiento sectorial. Y detalla que el actualmente vigente prevé que para 2017 el argentino comería 45 kg/hab/año. Pero el hombre, siempre es optimista: “Creo que vamos a llegar un año antes a ese consumo. Esto implica aumentar la producción en unas 70/75.000 toneladas más por año. Actualmente producimos 170/175.000 toneladas por mes, volumen del cual un 17 a 19% se exporta y el resto va al mercado interno. Esto da una proyección de crecimiento de 4,5/5% anual”.
 Sobre 2015, Domenech cree que será muy parecido a 2014, en cuanto a la producción medida por el ingreso de reproductoras, que se mantiene prácticamente constante, con un crecimiento que tal vez no supere el 3/4% y que “el mercado interno (de todas las carnes) va a seguir en iguales condiciones, quizás con un poco más de preferencia para el cerdo, que crece todos los años. Pero no se va a consumir en el mercado interno más de 120 kg/hab/año”, sostiene.
 Pero más allá que crecer y hasta mantenerse, que en la Argentina puede considerarse muchas veces una victoria, como en todo siempre hay cuestiones por mejorar. Y seguramente abordarlas y solucionarlas es lo que permite al sector mantenerse y crecer.
Para Domenech, los concursos de acreedores en empresas del sector produjeron ruido en cuanto a la confianza que había ganado la actividad. Hubo preocupación de los proveedores que –gestiones de CEPA mediante para explicar los motivos en cada caso- bajaron el nivel de intranquilidad.
Citó como “la más importante limitante” las pre y post financiaciones de exportaciones y la disponibilidad de crédito para invertir en actualizar tecnológicamente a las granjas. Dijo que se trabaja en algunas líneas por empresa para asistir a los productores integrados
“En estos 10/12 años pasamos de 4 a 11 millones de m2 de superficie de galpón. Un 70% se ha construido por inversiones de los propios productores integrados, y el 30% por las empresas procesadoras”, explicó Domenech. Tenemos galpones de 5 a 7 años de antigüedad que hay que modificar e incorporarles nueva tecnología, para mejorar la productividad. Esto demanda inversión que sin crédito es complicada. Es imprescindible hacer una renovación tecnológica permanente porque esta industria es un negocio de muchísima escala y mínimo margen, que será aún más pequeño en el futuro”.
Por eso el objetivo de CEPA es consolidar progresivamente lo que Domenech llama avicultura de precisión. “Es es decir, no manejarse con estimaciones ni excepciones. Si la mejor genética permite bajar la edad de faena 1 día, hay que ganarlo, faenar cuando corresponde y no producir un pollo más grande, porque se desaprovecha el nuevo desarrollo. Si no aplicamos bien las nuevas tecnologías, el país pierde competitividad internacional. Esta actitud la tenemos que generalizar entre las empresas y ser un objetivo de todos. Es un trabajo muy fino que necesita de la aceptación y entendimiento de todos los socios, es el desafío de los próximos 3 años. Para 2017 nuestra avicultura tiene que ser de precisión”, propone como nuevo objetivo de trabajo. 

TAGS:

Compartir:

Post Relacionados