ARGENTINA: CARNES ALTERNATIVAS Y MODELOS PRODUCTIVOS

ARGENTINA: CARNES ALTERNATIVAS Y MODELOS PRODUCTIVOS
Otro tipo de carnes, generalmente de animales menores como conejos, liebres, nutrias, carpinchos, llamas y camélidos en general, u otras aves como patos, pavos, ñandúes, codornices, son muy poco significativas en producción y consumo y deben ser consideradas como nichos o producciones especiales.
 
Si bien muchas de éstas tienen potencialidades importantes, su papel en la actualidad mundial es mínimo. Para de­sarrollarlas es fundamental sostener políticas a nivel estatal. Esta es una posibilidad estratégica para nuestro país, ya que permite el regreso, afincamiento y la estabilidad de la población expulsada del campo por el modelo de sojización, promoviendo unidades productivas auto sustentables en pequeñas explotaciones familiares o cooperativas y que hagan del asociativismo una herramienta fundamental de producción.
 
Carnes en la Argentina y en el mundo. Antes que nada, veamos algunas cifras sobre las carnes vacuna, aviar y porcina, que son las más importantes en la producción y el consumo. A nivel mundial la producción total de carnes pasó de 198 millones de toneladas en el año 2002 a 222 millones de toneladas en el 2007. La de mayor producción es la carne porcina, que pasó de 88 millones de toneladas en el 2002 a 101,8 en el 2007, mientras que en segundo lugar está la carne aviar, que aumentó de 59 millones a 65,8, y por último la carne vacuna que pasó de 51,2 a 54,8 millones de toneladas en el año 2007. Como vemos, la producción de carne vacuna es la que menos aumento tiene a nivel mundial, no sólo en cantidades totales sino también en proporción.
 
En cuanto al stock de ganado vacuno a nivel mundial, sorprende constatar que el país que más cabezas de ganado vacuno tiene en el mundo es la India. Tomando como referencia el año 2007, en la India el stock es de 331 millones de cabezas. Lo siguen Brasil y China, con 180 y 144 millones de cabezas respectivamente, siendo estos dos países los que más han aumentando en proporción sus rodeos en los últimos años. En cuarto lugar está Estados Unidos, con 99 millones de cabezas, y quinto la Argentina con 54 millones. Por último, entre los principales productores ganaderos, se encuentra Australia con 20 millones de cabezas.
 
Por su parte, la Unión Europea en conjunto tiene 85 millones de cabezas, pero cada vez menos, a la luz de los últimos acontecimientos ocurridos en Grecia y su posible propagación a España, Irlanda y Portugal, este bloque pueda ser considerado como una unidad a los efectos comparativos.
La producción de carne vacuna a nivel mundial no ha experimentado importantes aumentos en los principales países ganaderos, con la excepción de Brasil, China e India.
 
La Unión Europea muestra una tendencia a la disminución en su producción de carne como consecuencia de la reducción de su stock ganadero y por el desestímulo a la producción que significa la reducción de los subsidios.
 
Del total de la producción mundial de carne vacuna de 54,8 millones de toneladas, la Argentina, con sus 3,15 millones de toneladas, es el cuarto país productor de carne vacuna después de Estados Unidos, Brasil, y China.
 
En cuanto al consumo de carnes, podemos decir que manteniendo las proporciones que existen en la producción, el mayor consumo a nivel mundial es el de carne porcina, seguido por la carne aviar y luego la carne vacuna.
 
Comparando el año 2002 con el 2007, vemos que el consumo mundial de las tres carnes en conjunto pasó de 195,6 a 217,5 millones de toneladas. Una vez más el mayor aumento se da en la carne porcina, que pasa de 87,8 millones de toneladas de consumo en el año 2002 a 100,7 millones en 2007. La carne aviar pasa de 57,6 a 64,2 y la vacuna de 50,2 a 52,6 millones de toneladas en el 2007.
 
La Argentina, hasta hace unos años, era el quinto país mundial en consumo de carnes con 96 kilos por habitante por año, detrás de Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Canadá. En la actualidad pasó al segundo lugar con algo más de 108 kilogramos por habitante por año, debido a los aumentos registrados en el consumo de carne vacuna y carne aviar.
 
Este consumo está compuesto por 68,3 kilos de carne vacuna, 32,5 de carne aviar, 6,4 de carne porcina y apenas 0,9 de carne ovina.
 
Los pollos al galpón. La avicultura moderna o industrial comenzó en la Argentina en la década del 60. Como todo avance, ya sea científico, tecnológico o productivo, es conveniente revisarlo periódicamente para evaluar los objetivos alcanzados, los logros, la dificultades y sus consecuencias, tanto las positivas como, y esto es lo fundamental ya que casi nunca se realiza, las negativas.
 
Pasar del gallinero al galpón avícola fue un avance que permitió estandarizar la alimentación, la sanidad, el cuidado y la atención de los animales. La tecnificación permitió aumentar la producción con menor mano de obra y conseguir, por ejemplo, terminar los pollos para faena cada vez en menos tiempo.
Así fue que de 75 u 80 días se fueron bajando los tiempos, con el transcurso de los años, a 60 días, algo que si bien hace 20 o 30 años era un logro importante, ahora sería absolutamente no rentable para los sistemas de producción actuales, que terminan el pollo con un peso de faena de 2,5 a 3 kilos en 42 días. Si el pollo está más tiempo en el galpón se considera un grave problema productivo, ya que atrasa todo el proceso y por ende la rentabilidad.
 
Claro que para conseguir estos logros hay que afinar las fórmulas de los alimentos balanceados, aumentar las dosis de vacunas, antibióticos, concentrados y núcleos vitamínicos y minerales hasta un punto que no es posible llegar a tener un verdadero control sobre posibles consecuencias nocivas.
Si bien la cría intensiva de aves significó un avance en la avicultura, el hecho de que la rentabilidad estuviera absolutamente por sobre todas las otras variables, no es la solución a los verdaderos problemas, y objetivos, de proveer alimentación abundante y sana para el conjunto de la población.
 
Por otro lado, en nuestro país, el de­sarrollo de esta avicultura se basó en el sistema de integración. Este sistema consistía en que tres o cuatro empresas multinacionales poderosas proveían al granjero de los pollitos bebé el alimento balanceado y las vacunas. El granjero, por su parte, ponía el terreno, los galpones y todas las instalaciones necesarias, así como los implementos (comederos y bebederos), luz y gas para la calefacción de los pollitos y, fundamentalmente, la mano de obra: la suya propia, su familia y algún peón si fuera necesario. Así fue que crecieron cercanas a las grandes ciudades, y especialmente en la provincia de Entre Ríos, miles de pequeñas y medianas granjas. Cuando los números daban bien, el granjero reinvertía en más galpones y más instalaciones e implementos en un círculo virtuoso que, como todo virtuosismo, en algún momento se corta.
 
La fragilidad del sistema es evidente, así como la dependencia del granjero de la empresa. Cuando el mercado, la renta, las plagas o cualquier otro problema hacen que la empresa no entregue más pollitos o simplemente quiebre, el granjero se encuentra sin trabajo, ya que tiene instalaciones para una súper producción de la cual no se puede hacer cargo y todo su capital invertido que no vale nada. ¿A quién venderle un comedero, un bebedero o una garrafa? El único peso que puede recuperar es desarmar el galpón y vender las chapas del techo como usadas, de segunda clavadura. La primera, claro, es la que tuvo él con la empresa. La posibilidad de subsistir como productor independiente es casi nula.
 
Una vez que la convertibilidad y el neoliberalismo acabaron con la industria nacional, esta tendencia fue irreversible, y también destruyeron a la avicultura, ya que era más barato importar que producir en el país.
 
Modelo para armar. Sin embargo, el aumento de la producción de las carnes alternativas es una buena variante. Si bien no hay que caer en la ingenuidad de creerle al presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, cuando las defiende, al mismo tiempo que defiende la baja del consumo de carne vacuna. Lo que él y sus sector busca es aumentar el stock exportable, para beneficio propio y nada más.
 
Lo interesante es el fomento de estas producciones como salida para los pequeños productores rurales, campesinos y pueblos originarios, ya que la cría intensiva, ya sea de pollos, chanchos, pavos o vicuñas, por citar algunas de las posibilidades, requiere de gente viviendo en el campo, mano de obra e infraestructuras. Este círculo virtuoso, en el que se favorece al hombre de campo y refuerza la mesa de todos los argentinos, es muy difícil de romper porque los actores son numerosos y su poder no está concentrado en unas pocas manos poderosas que someten a un sinnúmero de eslabones débiles y dependientes.
 
Por otro lado, la intervención de un Estado firme y comprometido con el crecimiento, con políticas específicas, es la garantía de que el desarrollo agropecuario se torne sustentable en este camino de productividad independizándose, a la vez, del modelo sojero.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fuente:
Por Héctor Pitluk –Productor Rural
El Argentino.Com
 
 

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