Los desafíos de la industria cárnica ante los nuevos consumidores

La producción de carne deberá adaptarse a los cambios en los hábitos alimentarios y adoptar estrategias que prioricen el bienestar animal, la seguridad alimentaria, el aporte nutricional y la calidad en los productos que se comercializan.  


      

 

Por: Lic. Amalie Ablin*. Licenciada en Ciencia Política (Universidad del Salvador, Buenos Aires). Postgrado Programa de Capacitación Ejecutiva en Agronegocios (Universidad de San Andrés, Buenos Aires) 


Fotos: Banco de imágenes


De acuerdo a datos de Naciones Unidas, la futura población planetaria sería para el año 2030 de 8.600 millones de personas. Estimándose, según el informe de las Naciones Unidas "Riesgos climáticos en el sector agrario", que el consumo global de carne aumente un 14% hasta el año 2030, en comparación con los niveles medios de 2018 a 2020. A su vez, para 2030, se espera que la carne de ave represente el 41% de los productos cárnicos globales, y la carne de vacuno el 20%. A su vez, se estima que la producción de ésta última crezca un 5,8% en ese mismo año, en comparación con el período de 2018-2020. Ello demuestra que las proteínas animales continúan abarcando una cantidad amplia de la compra de los consumidores y su alimentación.


Al mismo tiempo, los hábitos alimentarios son dinámicos y pueden variar según las experiencias de los consumidores, tanto propias como del contexto social en donde viven y se desarrollan. En particular, desde la pandemia se incrementó la preocupación por la inocuidad de los alimentos, el riesgo que pueden presentar y el aporte que realizan a nuestra salud y bienestar.


Además, en otro estudio elaborado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), se analizaron los hábitos alimentarios sobre el consumo de carne y fuentes proteicas alternativas. De la encuesta surgió que, según la dieta adoptada, un 84,1% de los encuestados se autoperciben como omnívoros, un 8,7% como flexitarianos, un 6,4% como vegetarianos y un 0,8% como veganos, con mayor proporción de mujeres en estos dos últimos grupos.


También se observó que quienes no consumen carne, en general, son menores de 30 años, seguidos en menor cantidad por los incluidos en el rango etario entre 41 a 50. Y entre las causas del consumo nulo o reducido se destaca la conciencia ambiental y animal, seguido por la salud y el bienestar.


Por último, el 61% de los omnívoros efectúa un consumo principalmente de carne vacuna, mientras que el 30% prefiere la aviar. Entre los flexitarianos se observó una similar proporción entre consumo de carne vacuna (38%) y aviar (39%), seguido por la carne de pescado (18%).


Asimismo, las preocupaciones y preferencias de los consumidores se encuentran vinculadas con la calidad de la carne, su impacto ambiental, la salud y las características éticas de la producción. Por ello, los especialistas del INTA destacan la necesidad de considerar la genética animal, las estrategias de alimentación y el manejo de los animales.


Debido a eso, surgen preguntas como, ¿qué se entiende por calidad? La palabra “calidad” deriva etimológicamente del latín “qualitas” que significa “atributo, propiedad o naturaleza básica de un objeto”, por lo tanto, parece lógico suponer que la calidad alimentaria está ligada a las cualidades intrínsecas de un alimento, a partir de las cuales podemos juzgar su valor. A su vez, cuando hablamos de calidad de alimentos, nos referimos al conjunto de cualidades que son aceptadas o valoradas por el consumidor (es decir, por nosotros mismos). Estas cualidades encierran tanto las percibidas por los sentidos (sabor, olor, color, textura, forma y apariencia), como también las higiénicas y nutricionales. En el caso concreto de la carne, está determinada por la genética animal, las estrategias de alimentación, el manejo de los animales antes y durante la faena, por lo que deben ser respetadas por los productores ganaderos, a fin de dar respuesta a las demandas del mercado.


Consecuentemente, ello demuestra que hoy en día el consumidor de alimentos se encuentra decidido en su compra e informado. Ello significa, que se debe trabajar el bienestar animal de forma integral, diferenciando el producto de otras marcas y opciones; lo que generaría ventajas competitivas a nivel empresa, creando una sostenibilidad que sólo es posible si es rentable y se puede percibir. Ellos son la clave para que la carne vacuna siga ocupando un lugar predominante en la mesa del consumidor y en los mercados locales e internacionales.


A medida que la industria cárnica continúe evolucionando a nivel mundial, las oportunidades aumentarán y los productores de carne deben estar bien preparados para navegar por el panorama complejo y en constante evolución del sector cárnico.

 

(*) Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen a la institución en la cual se desempeña

 

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