COYUNTURA: RADIOGRAFÍA DE ALGUNOS TEMORES QUE NO PARALIZAN AL CERDO ARGENTINO

COYUNTURA: RADIOGRAFÍA DE ALGUNOS TEMORES QUE NO PARALIZAN AL CERDO ARGENTINO

Los actores del sector coinciden en que la producción porcina argentina no tiene techo. Reconocen que al menos habrá un crecimiento de 1 kg/hab/año en el consumo de carne. Destacan las inversiones hechas y por venir, las exportaciones que comienzan a darse y los mercados que aun deberían abrirse para consolidar la actividad. Y coinciden también, en la necesidad de formalizar la cadena porcina.
Pero desde que comenzó la actual gestión gubernamental las importaciones de carne porcina son objeto de atención sectorial y mediática. Históricamente el país importó carne de cerdo, al menos para uso industrial, pero que en las últimas semanas el tema retomó centralidad al anunciarse que la Argentina abriría su mercado a los cortes porcinos de Estados Unidos, el mayor productor y exportador mundial. Nadie propone cerrar el mercado, pero las visiones son diferentes según los distintos actores de la cadena porcina nacional.
“No estamos a favor de cerrar el mercado, pero trayendo solo lo que se necesita. De las 2.700 t que ingresaron en agosto, el 40% se destina a fresco y eso genera una baja de precio que afecta a la producción” dice Juan Uccelli, presidente de la Asociación Argentina de Productores de Porcinos (AAPP).

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              Maternidad del Criadero Yanquetruz de Alimentos Magros, en San Luis. Instalaciones de alta tecnología y respetuosas
                                    del bienestar animal son cada vez más comunes en las granjas porcinas argentinas.

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                         Menos asustado que alguno de los actores que lo producen, el cerdo argentino seguirá creciendo, pese a
                                                                       las dificultades pasajeras que puedan aquejarlo.

“Si se diera la utopía de cerrar la importación”, el consumidor argentino tampoco pagaría más, porque el precio del kg de carne fresca de cerdo tiene necesariamente que ser entre un 10 y un 20% más económico que el de la carne vacuna, sino el consumidor se volcaría a los cortes bovinos”, aclara.
Y precisa que de los 17 kg/hab/año de carne de cerdo que consumen los argentinos, 14 son de carne fresca y solo 3 se utilizan en la fabricación de ambres y chacinados: “la industria necesita importar solo 1.000 toneladas por mes”, sostiene.
Según datos o ciales, la importación de cortes porcinos en los primeros 8 meses de 2017, respecto de igual lapso de 2016, aumentó un 70% y representa un 11% de la producción nacional, cuando en 2015 solo alcanzaba al 3%.

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                          Juan Uccelli: “No estamos a favor de cerrar el mercado, pero trayendo solo lo que se necesita”.

De esas importaciones 85% llega de Brasil y 15% de Dinamarca. También, desde el gobierno aducen que actualmente las compras externas son similares a las que hubo entre 2005 y 2012. “Hay que trabajar el tema de las importaciones”, sostiene el Ing. en Prod. Agrop. Lucas Balbi, Director de Porcinos de la Subsecretaría de Ganadería, del Ministerio de Agroindustria de la Nación (MINAGRO).
COMERCIO Y RIESGO
Pero más allá de las coincidencias macro en cuestiones comerciales con los correspondientes controles sanitarios, es en este último aspecto donde surgen diferencias respecto de lo que ya sucede y de lo que podría darse si llegaran también cortes estadounidenses.
Aquí se juegan cuestiones sanitarias y de lealtad o fraude comercial. La AAPP y otras entidades de productores de cerdos y gremiales agropecuarias ya han denunciado que algunos supermercados y/o importadores ingresan al país carne congelada que luego es descongelada y vendida como fresca con un vencimiento de 2 días respecto de la fecha de “elaboración”, que no es otra que el día en que ese producto descongelado es puesto en góndola.
Uccelli señala que “nadie sabe qué hacen los supermercados con la carne (en estas condiciones) que no se vende. Hay una zona gris muy peligrosa. En el Codex Alimentario y en el Código Alimentario Argentino no está establecido el vencimiento de la carne congelada porque somos un país carnicero de carne fresca”, sostiene. Y agrega que en el mundo la carne congelada es más barata que la fresca y que quienes ejercen esa práctica comercial desleal hacen pingües ganancias vendiendo un producto al precio de otro.
En este sentido, Daniel Urcía, Presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIFRA), sostiene, por una parte, que “la importación de cortes porcinos es un volumen complementario al sector industrial del cerdo”.
Y por otra, reconoce que “hay algunos operadores -que son excepción y hay que combatir- que cambian el destino de la importación al comprar cortes congelados que mezclan con mercadería nacional y los venden al minorista”.
Al respecto, Urcía señala que en el control de estas cuestiones hay una “zona gris” porque “(el control de) la importación es resorte del Senasa, pero (el de) la comercialización es de bromatología municipal y provincial. Si el importador no le pone el cartel “producto congelado” y lo descongela para su venta, está cometiendo fraude”.
Sobre estas prácticas -ya citadas en denuncias no atendidas- se sabe que el MINAGRO escucha estos reclamos pero debe derivarlos al Ministerio de Producción, bajo cuya órbita se atienden las cuestiones comerciales, que en este caso no son respondidas, se agrega ahora el riesgo sanitario que implicaría el eventual ingreso de carne porcina estadounidense.
Tratándose del mayor productor y exportador de carne de cerdo, más allá de los cuestionamientos comerciales, la mayor crítica que genera esta medida es el eventual riesgo sanitario que podría ocasionar el ingreso de esos cortes porcinos.
Los cerdos de ese país padecen el llamado síndrome respiratorio reproductivo porcino (PRRS, por su sigla en inglés), una enfermedad que al decir de Uccelli “nació en Estados Unidos, se propagó por el mundo y del que solo son libres Australia, Nueva Zelanda, Finlandia y la Argentina, que es el único país libre rodeado de países enfermos”.
¿MISION IMPOSIBLE?
Al cierre de esta edición de SAP, estaba en Estados Unidos una delegación de Senasa para verificar que esas importaciones se realicen según el protocolo que aplica Argentina para importar cortes porcinos y conocer de qué manera se garantizará que los eventuales cortes que lleguen del país del Norte provengan de cerdos libres de esta enfermedad, que no afecta al ser humano pero que sí podría contagiar a otros animales si éstos consumieran cortes contaminados. A su regreso a la Argentina, hará un informe al respecto.
Según diversas fuentes del sector, tanto en el MINAGRO como en el Senasa no hay mucho acuerdo en el ingreso de carne porcina estadounidense, sobre todo porque las autoridades norteamericanas ya habrían anticipado que no aceptarían aplicar los protocolos que para esta enfermedad dispone la OIE (Organización Internacional de Epizootias), ente rector mundial de la salud animal, que son los que utiliza el Senasa, para la importación de productos de origen animal.
Pero la apertura de mercados y la reciprocidad en el comercio internacional es una política del gobierno nacional y las reparticiones especí cas del sector, al parecer, no tienen otra opción que seguirla, sin demasiados cuestionamientos.
Igualmente hay quienes son menos tremendistas y que ven un riesgo muy bajo de ingreso del PRRS al país, si entrara carne estadounidense. En esto coinciden -aunque con distintos argumentos-, Juan Manuel Bautista, Director y Coordinador del Comité de Porcinos de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y Gerente Comercial de Agroceres Pic, empresa dedicada a la genética porcina, y Urcía.
Bautista aclara que “La Rural está a favor del comercio abierto, cumpliendo los protocolos sanitarios” al tiempo que señaló que “Canadá -país con el que Argentina también mantiene abierto su mercado para los cortes porcinos- cumple un protocolo de mitigación de la enfermedad igual al que se rmó con Dinamarca que permite que el virus se inactive”.
Por otro lado, señaló que no hubo manifestación clínica ni síntomas de la enfermedad en Uruguay, donde no entra carne ni genética de Estados Unidos. “La única posibilidad de contaminación es descongelar carne contaminada y que la coma un cerdo y eso, dicho por sanitaristas, es una posibilidad muy remota”. Y agregó que “Brasil también está libre de la enfermedad que es del grupo B y no tiene obligación de declararse en caso que se registre”.

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                  Juan Manuel Bautista: “La Rural está a favor del comercio abierto, cumpliendo los protocolos sanitarios”.

Al mismo tiempo, Bautista le baja el tono a la polémica: “Hay que tener una visión un poco más grande en cuanto al fomento de todo el comercio argentino a nivel mundial. La apertura del mercado norteamericano debería mejorarlo. Y además habría que ver si algún importador compra (por los costos logísticos que implicará traer cortes porcinos desde Estados Unidos). Son apenas 10 millones de dólares para el mercado de EE. UU.. Me parece más un anuncio para los votantes del Medio Oeste norteamericano que otra cosa”, opina.

                                             DANIEL URCIA
                           Daniel Urcía: “Si hay que negociar biodiesel por cerdo y estamos parados en la cadena porcina,
                             seamos inteligentes para ver como  minimizamos los riesgos de un hecho que va a ocurrir”.

Urcía, en tanto dice que “hay que cuidar el estatus sanitario pero poniéndole condiciones al país que va a vender y con controles internos. Tenemos que desarrollar el comercio exterior de carne porcina porque la producción va a superar el consumo interno y hay que consolidarse en el mercado de exportación, que será nuestro futuro. Pero no podemos echarle la culpa al Senasa antes de firmar, -advierte-. Si hay que negociar biodiesel por cerdo y estamos parados en la cadena porcina, seamos inteligentes para ver como minimizamos los riesgos de un hecho que va a ocurrir”, a través de un sistema cuarentenario o de monitoreo.
JUEGO LIMPIO
En la industria, a la preocupación por el riesgo sanitario derivado del PRRS se suma la cuestión comercial y el pedido concreto que el Senasa tenga iguales exigencias para importar y exportar carne de cerdo.
Así lo expresó Julián Echazarreta, Presidente de Alimentos Magros, empresa perteneciente a la Asociación de Cooperativas Argentinas, que opera el Criadero Yanquetruz, de 2.800 madres, en la zona rural de Juan Llerena, San Luis, con alta tecnología de producción y sistemas respetuosos del bienestar animal. Además, elabora ambres y chacinados en Justiniano Posse, Córdoba, con la marcas Magret y Trozer, e integra otras explotaciones porcinas en sociedad con cooperativas de General Cabrera y Marcos Juárez, también en la provincia mediterránea argentina.
Para Echazarreta es negativo que las importaciones hayan crecido y le preocupa el ingreso de cortes de Brasil y la instalación de empresas de ese origen en la Argentina que ve como una amenaza potencial. Y aunque admite que la carne de ese origen “llega en una escasa proporción”, recuerda que ese país “exporta producto terminado (jamones y bondiola) con una ventaja de logística y de nanciación que permite a un importador argentino pagar a un plazo de 60 días”.
Respecto de Estados Unidos, para Echazarreta esa preocupación es menor, ya que (la operación) “sería más complicada por la nanciación, la logística y los trámites comerciales”, con lo cual y -de alguna forma coincidiendo con Batista– habrá que ver si el anuncio se traduce nalmente en negocios.
Consultado sobre qué medidas de apoyo necesitaría la agroindustria porcina argentina, Echazarreta fue categórico al a rmar que “debería mejorar el estatus sanitario para las exportaciones. Como exportadores, el Senasa nos plantea exigencias que no se le exigen a la importación”, y respecto de esta última sostuvo que “la cuestión sanitaria es una de las más importantes” y que el Senasa debería ejercer su autoridad en este aspecto al que cali có de “cuestión de soberanía”, en cuanto a que Argentina se mantenga como país libre de PRRS.

                                             
                 Julián Echazarreta: “Debería mejorar el estatus sanitario para las exportaciones. Como exportadores,
                                            el Senasa nos plantea exigencias que no se le exigen a la importación”.

EN LAS GRANJAS

Pero qué pasa entre los porcicultores pequeños y medianos, representados en asociaciones provinciales o por entidades gremiales agropecuarias como la Federación Agraria Argentina (FAA), que, a nes de agosto, reunió en su sede de Rosario a los ministros del área Agropecuaria o de Producción, de las provincias de la Región Centro: Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. En ese encuentro se planteó que esos distritos impidan el eventual ingreso de carne estadounidense a sus territorios.
Luego, durante una reunión técnica realizada en San Francisco, Córdoba, a mediados de septiembre, resolvieron hacer una serie de recomendaciones al Senasa indicando que “se supedite el ingreso de todo material vivo o carnes y/o subproductos provenientes de países afectados (por PRRS), hasta tanto (…) Senasa informe y noti que la ausencia de riesgo sanitario mediante pruebas cientí cas de rigor que aseguren la total salvedad de riesgo para la producción pocina y/o el consumidor”.
Marcos Diankoff, presidente de la Asociación de Productores Porcinos de Santa Fe (APPORSAFE), señaló que “estamos muy preocupados por las importaciones” y se manifestó a favor de que “las provincias cierren el paso a cortes estadounidenses”, porque “el gobierno de Estados Unidos no obliga a sus productores a declarar si tienen la enfermedad (PRRS) en sus granjas, como sí sucede en Dinamarca”.
Diankoff pidió además que “haya más auditoría del Senasa en la frontera. Hace falta crear una barrera sanitaria en Entre Ríos, porque Uruguay tuvo casos de PRRS de la misma cepa que tiene Estados Unidos”, reclamó.

Aunque respecto del eventual ingreso de cortes de este país, fue cauto: “Si Senasa asegura que la carne no va a contaminar, no estamos en desacuerdo con la importación. Pero hay que ser mejor negociador con Estados Unidos. Está bien la apertura de mercados pero negociando bien”.
En cuanto a lo productivo reconoció que este año el sector está vendiendo bien porque “tuvo mucho que ver el precio del bovino en 2017 y una gran campaña de promoción que se hizo en el país en todo el año”.
No obstante, expresó sus temores respecto del ingreso de carne de Brasil, especialmente la bondiola, un corte que en ese país se descarta como carne fresca y que en la Argentina representa el 35% del consumo interno y es uno de aquellos que les dan rentabilidad a productores. A este ritmo las importaciones van a tomar más peso y no sabemos si el negocio va a seguir siendo negocio”, alertó.
A propósito de cómo se obtiene la rentabilidad en la producción porcina, Diankoff explicó que “de la carne de cerdo, el 60% son cortes de muy bajo margen de rentabilidad. El otro 40% -bondiola, paleta, jamón, pulpa, matambrito, carré, solomillo- tienen algo de margen y esos son los que se importan. Tomando solo esos cortes, lo que se importa no es un 10% el consumo interno. En relación con los cortes que podemos tener un buen margen representa un 20% y especí camente respecto de la bondiola representa un 35%, y eso nos afecta en el precio”. Los importadores consiguen esos cortes a menor valor pero en la góndola lo ofrecen al precio local y se hacen un gran negocio.

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Marcos Diankoff: “Si Senasa asegura que la carne (de EE. UU.) no va a contaminar, no estamos en desacuerdo con la importación.”

VISION OFICIAL
Ante todos estos planteos, desde la Dirección de Porcinos del MINAGRO, su titular, el Ing. en Prod. Agrop. Lucas Balbi, recalca que el sector está bien y sigue creciendo al 7% anual, aclara que tienen “una visión positiva pero no inocente”, y sostiene que hasta 2019, con el actual nivel de inversiones, el consumo crecerá 1 kg por año, para una producción cuyo 99% se consume en el país.
Sin hablar de importaciones, tema que se trata al nivel del Ministerio de la Producción y la Cancillería, prefiere destacar que “hemos avanzado en trabajar juntos y en tener una institucionalidad (para el sector). Tratamos de verlo más como cadena que como producción primaria” y recalca el hecho de que se reúnan periódicamente con 8 entidades de la producción como las asociaciones de productores de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba, GITEP, PORMAG, la SRA, CRA y la AAPP.

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Lucas Balbi “Tenemos una visión positiva pero no inocente (del sector porcino). Tratamos de verlo más como cadena que como producción primaria”.

En este sentido, Balbi destacó que “trabajamos con la mesa de exportaciones, que se reunió en mayo y lo hará también en octubre, con la participación de Senasa y otros actores, para avanzar en la apertura de los mercados de Singapur y China”, entre las empresas que han comenzado a exportar, al tiempo que destacó que se aumentaron los reintegros a las ventas externas, que llegaron a 5,8% en cortes y a 4,8% en las canales o reses.
A propósito de alguna de las cuestiones planteadas por los actores de la cadena, dijo que “queremos darle mayor valor a los cortes de citarios, promocionándolos” y que se está trabajando en conjunto con AFIP y la Subsecretaría de Control Comercial Agropecuario (SUCCA) en darle mayor transparencia comercial al sector porcino”, replicando lo que ya comenzó a hacerse con el vacuno.
Más información:
www.porcinos.org.ar
www.sra.org.ar
www.fra.org.ar
www.magros.com.ar
www.apporsafe.com.ar
www.agroindustria.gob.ar

Por Gastón Guido
Periodista
Editor General Solo Aves & Porcinos
ggcomunicacion@ bertel.com.ar

Nota publicada en:
Revista Solo Aves & Porcinos Nº68
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