AMERICARNE 76: ENTREVISTA INTA BARILOCHE “ES MUY DIFICIL QUE LA GANADERIA SE ABRA MAS ESPACIO EN RI

AMERICARNE 76:  ENTREVISTA INTA BARILOCHE “ES MUY DIFICIL QUE LA GANADERIA SE ABRA MAS ESPACIO EN RI
Por Roberto Díaz*
 
Río Negro es, de todas las provincias del sur de la Argentina, la que mayor cantidad de cabezas de ganado tiene (hasta hace algunos años, alrededor de 800 mil, pero ese número se diezmó por la sequía). Sin embargo, al igual que ocurre con otras regiones del país –como en el NOA –debe traer carne de las principales zonas productoras. Ocurre que, el consumo es superior a la producción, por un lado, y además existen otras producciones más importantes y que le ponen un freno al avance vacuno, y por lo tanto al aumento de la oferta.
Desde que la agricultura comenzó a “expulsar” a la ganadería intensiva de sus zonas históricas, en distintos organismos siempre hubo distintas expresiones sobre en qué lugares debería asentarse la ganadería. Siempre se mencionó al NOA, NEA, y por supuesto, el sur del país. Sobre todo si se tiene en cuenta que es la única región declarada “zona libre de aftosa sin vacunación”, algo que es de incalculable valor para los mercados de exportación de alto valor.
Sin embargo, no todo es tan sencillo. Hay muchos factores que marcan que no es tan fácil expandir la ganadería hacia estas latitudes. Por eso, Revista AmeriCarne entrevistó a dos técnicos del INTA Bariloche, para empezar a desentrañar qué producciones existen en el sur, y qué posibilidad real hay de que los bovinos puedan abrirse un camino entre ellas.
Por eso, se dialogó con Celso Giraudo, que es el Coordinador del Area de Producción Animal, y con el Sr. Ernesto Domingo, que trabaja en Calidad de Carnes y es parte del Area de Genética y Reproducción.
- ¿En dónde se produce ganadería en Río Negro?
C.G: Desde el punto de vista ganadero, en Río Negro hay tres o cuatro áreas ecológicas: la sub-andina, las sierras y mesetas occidentales, ahí se toca con el monte a la altura de Sierra Colorada, y de ahí hasta el mar. Luego está la meseta central que es uno de los lugares más pobres de la ganadería, y que tiene manchones de producción. Pero básicamente esos son los ambientes donde se produce. En función de las potencialidades de esas áreas y otros aspectos –como históricos y económicos –es como están distribuidas las especies.
- ¿Cómo sería esa distribución?
E.D: si nos vamos al principio de la colonización de la Patagonia, vemos que el sur se puebla con ovinos principalmente por varios motivos: uno porque encontraron un medio apto ecológicamente para su cría; segundo, porque estos animales dan un producto no perecedero de alto valor y fácil de transportar. Entonces esos factores permitieron que se desplegara la colonización de ovinos para lana. Después esa historia fue cambiando en otras regiones como es el noreste de Río Negro, en donde se reemplazó al ovino por el vacuno. Ese proceso sigue actualmente, motivado por las cuestiones sanitarias que le da determinadas posibilidades a esta región en este momento. Ese reemplazo se da de manera muy lenta, y siempre en zonas que permitan tener vacunos, que no son necesariamente todas.
- ¿Por qué el ovino es tan rentable? ¿Qué y cómo se comercializa?
C.G: El principal producto es la lana, y casi la totalidad se exporta. Además, hubo un progreso tecnológico muy importante en ese sentido. Hoy esta región, junto con el norte de Chubut (y el poco ovino que queda en Neuquén), se habla de lana Merino Fina de alta calidad, que tiene un valor agregado que no es industrial, pero sí a partir de su muy buena presentación. De hecho, hoy hay medidas de calidad objetivas y los productores saben cuáles son los factores de precios, rendimientos, o resistencias (que tienen valor industrial). En este sentido, se ha avanzado mucho en comercialización, escala, integración.
La carne viene rezagada, es algo complementario, y que es más difícil de obtener. La lana es un commodity, se la puede cosechar, almacenar, y siempre se obtiene. Por eso la carne es aleatoria en su producción: porque está atravesada por factores de manejo, infraestructura, clima, de mercado... es algo completamente diferente. De cualquier manera, estamos abocados a un modelo lana-carne, pero va a llevar su tiempo fortalecerlo.
- ¿Cuáles son los mercados potenciales para la carne ovina?
E.D: Tenemos que hacer referencia a la situación sanitaria específica que tiene la Patagonia, ya que está reconocida como “libre de fiebre aftosa”, lo que permite acceder al mercado europeo con carne con hueso. De hecho, prácticamente la única exportación que hay en el país sale desde el sur de Santa Cruz y algo desde Tierra del Fuego. Todo va al Mercado Común, que es de alto valor. La C.E. Nos da una cuota de 25 mil toneladas que nunca la cumplimos.
Ocurre que ahora en la patagonia hay una población más grande y estable, con capacidad de consumir esa carne –además de la exportación –entonces la importancia relativa de la lana va bajando y va subiendo la de la carne. Esto nos obliga a desarrollar tecnología para poder producir carne, que antes no era tan importante.
C.G: Río Negro está en condiciones de exportar carne al igual que lo hace Santa Cruz, ya desde muchos años. De cualquier modo, el mercado interno es bastante favorable para mercadear carne. A diferencia de lo que ocurría antes del 2001, ahora estamos muy favorecidos por el contexto: se amplió mucho el consumo y el período en que se consume carne ovina, fundamentalmente por el efecto del turismo. Antes el cordero era un producto festivo o pre-festivo, y luego se detenía su circulación. Hoy, entre el turismo y el sector gastronómico da lo mismo vender en las fiestas o después.
Es decir, hay un cambio importante en la generación de conocimiento y en nuevas tecnologías para vender carne. Pero plasmar la transferencia tecnológica no es nada sencillo, ya que se necesita una infraestructura importante para producir carne a diferencia de la lana. Además, los establecimientos de nuestra región son, en su mayoría, medianos y chicos, por lo que poseen poca infraestructura y les cuesta controlar estas variables ambientales, nutricionales, para tener una producción sistemática. Va a ser un proceso muy lento, al igual que exportar, ya que requiere de una estrategia muy compleja. Sin embargo, si miramos 20 años hacia adelante, la carne ovina tiene un futuro realmente interesante. Y aquí en Río Negro, la producción lana-carne va a perdurar, pero siempre va a estar la lana como prioridad, y la carne como complemento.
- ¿Cómo repercute esto en la producción bovina?
C.E: La misma posibilidad tiene la carne bovina. Esta condición sanitaria trae presión y una ventaja de poder producir bovino. De hecho, ha habido un aumento importante en el stock, sobre todo en el sur de Río Negro y Neuquén. Además, Chile y Canadá han reconocido nuestra condición sanitaria, y eso abre la posibilidad de arribar a esos mercados, pero la producción de la Patagonia no alcanza para autoabastecerse, por lo que permanentemente se trae carne sin hueso desde otros lugares. Esto hace que la producción local tenga un valor diferencial sobre el resto del país. Pero, los recursos forrajeros de la Patagonia son limitados y se podrán aumentar en alguna medida, pero no demasiado.
Otro condicionamiento importante, es que históricamente en el sur se crió y exportó terneros, por lo que comenzar a producir para consumo trae una incorporación tecnológica distinta, en la que actualmente no estamos bien preparados para satisfacerla: una cosa es criar terneros y mandarlos a Buenos Aires a engordar, y otra muy distinta es producirlos, recriarlos, y engordarlos.
- ¿Actualmente, cuántas cabezas hay en Río Negro?
E.D: Hasta antes de la sequía, había unos 800 mil cabezas en toda la provincia (cuando el histórico era 400 mil), pero ese número es mucho menor actualmente. Al norte del Río Negro, deben quedar unas 200 mil, y al sur unas 150 mil (en una zona que históricamente tuvo 50 mil).
C.G: Estos 3 años de sequía han tenido un impacto tremendo, primero porque antes de la sequía era un sistema que se venía sobrecargando. Ya muchos advertían que no era una zona para soportar tantos vientres. Además, inclusive antes de la presión de la agricultura, ya había una expulsión de las zonas centrales de producción porque se venía sobrecargando. La soja ayudó. Y, con la sequía, se sinceró la situación. Actualmente se están haciendo unos trabajos de prospección en donde se indica que Río Negro andaría bien con un stock de 400 y 500 mil cabezas, para estar tranquilos. El sistema no acepta más porque los recursos son muy limitantes, y no sirve para armar una ganadería intensiva. Por eso, el ovino y caprino ha ido quedando en un anillo central porque trabaja mejor en donde los recursos forrajeros son menores, y en donde el bovino –por ahora –no tiene chances.
- ¿Ni siquiera incorporando alta tecnología en forrajes?
C.G: Y, es muy difícil…
 
 

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